Figueroa era gordo y ahora es delgado. Coqueto. Sin bisturí ni vacaciones falsas. ¿Qué hizo? Hace un par de años abandonó a sus amigos y se subió a una bici.
Diego Figueroa Jamasmie es periodista y uno de los creadores del tumblr que decidió las recientes presidenciales: #bachelets. Figueroa era gordo y ahora es delgado. Coqueto. Sin bisturí ni vacaciones falsas. ¿Qué hizo? Hace un par de años abandonó a sus amigos y se subió a una bici.
Acá nos cuenta las peores vías para pedalear por Santiago.
Si pedaleas por la vereda, los peatones se enojan. Si pedaleas por la calle, te ganas las puteadas de los choferes.
-¡Súbete a la vereda, ahueonao!
-¡Bájate a la calle, mierda!
Y si hay ciclovías, peor. Ahí sí que el insulto es con ganas.
-¿Pa’ qué tenís ciclovías, sacohueas?
Da lo mismo que anden a pata o acelerando: para ellos (los que no se mueven en bici), los ciclistas deberíamos estar felices y orgullosos de que alguien haya pensado en nosotros y haya armado bici-sendas.
Pero no tienen idea.
Dicen que es más seguro. Dicen que para qué los ciclistas piden espacios si después no los usan. Dicen que no ocupes su pista, como si la calle —emblema del espacio público— sólo pudieran usarla los que tienen un vehículo más grande y más caro. Dicen que todos somos unos ciclistas de mierda. Dicen, con sus bocinas, mientras te apuran, que están enojados porque tienen que esperar su turno para avanzar.
Las ciclovías de Santiago son una mierda. Y si los automovilistas tuvieran que andar por pistas así de malas para llegar a sus trabajos, también buscarían mejores alternativas. Porque una cosa es pasear en la bici un fin de semana, relajado, con short y polera, y otra bien distinta es moverte para llegar a reuniones y cumplir horarios. Hay veces en que hay que picarla, en que no te puedes demorar porque una súper ciclovía te haga ir más lento.
Con las ciclovías hay dos problemas: uno es el cómo están hechas (ejemplos más abajo), y el otro es social. No tiene que ver con infraestructura, construcción ni mantención. Los peatones no las tienen incorporadas en el circuito, se olvidan de que existen y que por ellas se desplazan vehículos en movimiento. No cachan que no son una segunda vereda, y saltan sin mirar desde los buses del Transantiago a las pistas, avanzan con los carros de feria, caminan con audífonos, sin escucharte cuando vienes por atrás, cruzan sus autos, etc. Te dificultan y te demoran el trayecto. No cachan que uno viene en velocidad y que los frenos no son tan instantáneos como los de los autos. Y que incluso al chantar para no atropellarlos podís hacer una mega pirueta y sacarte la súper mierda.
Acá las tres ciclovías que menos me agradan y las que se transformaron en emblema de por qué me puse a pedalear por la calle y, definitivamente, las evito.
1. Alameda. Una mierda. Comienza (o termina) en La Moneda y llega hasta Las Rejas, donde se une a la de Pajaritos (que merece capítulo aparte). La ciclovía de Alameda es lo peor en seguridad y comodidad: va por el bandejón central y está pésimamente demarcada: hay zonas incluso en que las líneas amarillas están borradas. Hay que adivinar por donde avanza sin invadir el terreno de los peatones. Además, al llegar a cada esquina hay que hacer un zigzagueo pajero que demora todo innecesariamente. Como tiene desniveles, hay lugares donde hay que bajar, pero sólo a medio metro de distancia puedes saber qué partes tienen escalones y qué partes rampa. Obvio que aumentan las chances de sacarse la cresta. Cuando vienes subiendo es peor: las rampas están rotas y aumenta el riesgo de pinchar la rueda. En algunas zonas, frente a la Torre Entel por ejemplo, la ciclovía está demarcada, pero es el único espacio por donde pueden avanzar los peatones que vienen cruzando la Alameda. En horario peak, se arman tacos, más si la gente que camina lleva bultos. De noche es casi inutilizable: como no está iluminada, se ve un carajo. Ahí sí que la posibilidad de caída es de 90% a 100%.
2. Simón Bolívar. Comienza en Antonio Varas y termina en avenida Ossa (o al revés, dependiendo de lo lais que sea el ciclista). Es la ruta más zigzagueante de todas. Hay que avanzar muy muy lento para no tener que salir a la vereda y molestar a los peatones. Está llena de árboles en los lados y las vías son extremadamente delgadas. Cabe apenas una bicicleta por pista. Como es de doble sentido, si dos ciclistas pasan frente a frente, al mismo tiempo, y en una velocidad media, el riesgo de accidente se multiplica. Aunque los dos no vayan extremadamente rápido y estén respetando el espacio demarcado, la probabilidad de chocar sigue siendo alta. Está repleta de tasas de árboles, basureros y cualquier mierda de obstáculos por esquivar. Realmente es como una etapa de Mario Bros. Para ir a tomar aire el domingo, la raja. Para moverte a la pega, cero opción.
3. Club Hípico. Una burla. En serio. Es tan pero tan penca, que aunque queda a tres cuadras de mi universidad, pegada al supermercado donde por cinco años fuimos a comprar el copete para las fiestas de la U, nunca la vi. Como dudaba de que en esa pista cupiera una bicicleta, hice el ejercicio práctico de darla vuelta, con las ruedas hacia arriba, para medir su ancho. Me equivoqué: de mango a mango la ocupa casi entera, sobran cinco centímetros por lado. Es impresentable, además, porque ni siquiera está mantenida. En algunas zonas hay plantas y arbustos que ocupan el 50% o 70% de la ciclovía. Hay árboles bajos que pasan por arriba tuyo, con ramas duras para dejar coquetas cicatrices. Si no llevaste casco, cabezazo seguro. Cero opción de usarla. En el rato que fui a sacar las fotos no pasó ningún ciclista. Varios iban por la calle.
Bonus. La excepción. Aunque es corta, la ciclovía de Isabel La Católica, entre Tobalaba y Vespucio, es la más amigable de todas. Es un espacio de la calle habilitado para bicicletas. Tal cual. Es ancha, de doble vía y bien demarcada. Ofrece las mismas condiciones de conducción que a los autos. Cómoda, segura. No jode ni a petaones ni a choferes. Es como creo que deberían ser las bicisendas, las que deberían estar en una nueva ley de tránsito inclusiva. Una legislación que combata la ley de la selva, que entregue un espacio realmente útil y no uno, como pasa ahora, que aparte a los ciclistas-cachos de los autos. Un espacio de calidad, que te de piso para gritar, y con razón, ¡que se bajen a la calle las mierdas y que usen las ciclovías los sacos de hueas!
¿Cuál es la peor ciclovía de tu ciudad?