Casi como un paréntesis a sus múltiples colaboraciones —Gepe, Fakuta, Javiera Mena, entre otros-, la multi-instrumentista Felicia Morales presenta sus composiciones inspiradas en la música de cámara y el cello.
Se mueven sus palmas, sus labios y sus dedos sobre el teclado. Su chasquilla y su moño. Sonríe nerviosa mirando a un chico hiperventilado que le grita destempladamente a Álex y a Daniel. Las luces ignoran el encaje de sus pantis, la minifalda de su vestido, sus zapatos negros. El humo disfrazado de colores no la abraza, mientras Gepe y el ex-Teleradio Donoso presentan el vinilo de su trabajo a dúo en el Centro Cultural Cerro Bellavista.
Y se esconde tras de todos, con su cello como escudo.
A Felicia Morales le acomodan las sombras y los segundos planos sobre el escenario: «Soy músico acompañante, no es mi idea sobresalir dentro de la banda. Es Álex y Daniel, no Felicia. Las tocatas no son mías. Trato de nunca salirme de eso».
Hasta ahora.
El jueves 2 de julio lanzó —en formato digital— Felicia EP, su primer trabajo en solitario. Y se iluminan sus tinieblas.
Has trabajado con la primera línea del pop nacional, ¿cómo te sientes ahora que sacaste tu primer EP solista?
—Me siento bacán. Siempre pensé que debía sacar algo sola, estoy tocando harto tiempo en bandas y tuve esa inquietud. En general se me ocurre mucho hacer arreglos y nunca había partido algo de cero. Necesitaba el empujón que me dieron los niños de De Janeiros (Pablo Muñoz y Milton Mahan), que grabaron y mezclaron.
En una entrevista a Melódica Magazine, comentaste que lo que más te llena es este proyecto (más que colaborar con otras bandas), ¿Tuviste la posibilidad de sacar antes el Felicia EP?
—Estos temas están hechos como desde el 2009 y, en aquel momento, encontré que era muy distinto a lo que estaba haciendo.
«Nadie se va a interesar en verdad en estas cosas», me decía; como que por miedo las dejé un poco de lado. Así que pude haberlo sacado antes. Incluso puse un tema en un compilado del sello Michita Rex, pero el resto lo dejé guardado hasta hace un año cuando se los mostré a Milton y a Pablo. Grabamos hace más de un año, y como todos tenemos trabajos paralelos demoró harto la mezcla. Nos tomamos harto tiempo, con harta calma y hace unas semanas estuvo listo, así que lo mandamos a masterizar. Pero fue todo muy largo.
Pude haberlo sacado el año pasado, quizás, pero siempre pensé que el concepto era bien invernal, entonces tenía que salir en invierno. No era muy luminoso como para el verano, quise esperar esta época.
¿Cómo fue intercambiar roles con, en este caso, tus colaboradores?
—Yo ya había trabajo con Milton antes. Toqué con Dënver para el lanzamiento de Totoral (2008), lo conozco hace harto tiempo. También me invitó a tocar en Nueva Orleáns, así que ya cachaba bien su onda —es bien interesado en el asunto cuerdas—. Podía aportar algo bueno y estuvo súper bien. Lo mismo con Pablo, que es seco para mezclar, entonces fue bacán la ayuda de ellos dos como complemento.
En contraste con sus escenarios, la casa de Felicia es luminosa: las paredes pintadas de blanco; una figura de la tortuga ninja Raphael; ocho guaguas de plástico de distintos tamaños y seis señores cara de papa sobre un mueble; el In our heads de Hot Chip como atril improvisado del teclado.
Cuatro sillas rojas y un mantel floreado donde se sienta a conversar. Y a tomar té.
Hace, más o menos, cuatro años que compusiste estas canciones, ¿Cuatro años fue mucho tiempo para ti? ¿Cómo fue revivirlas en este momento?
—Obvio que sí. Fue timidez mía que no saliera antes. Siempre he tocado con otra gente y no había hecho nada propio. Los De Janeiros me dieron un empujón en ese sentido, disculpa, estoy media desconcentrada… (la culpa es de sus gatas: Nutella y Lilú. La primera es blanca y tiene un año, la otra es negra y de dieciséis. Nutella, una niña que siempre quiere ser el centro de atención, quiere ser amiga de Lilú. Lilú, una señora odiosa y celosa, no quiere ser amiga de Nutella: «Son como el yin y el yang». Son como la Felicia hogareña y la Felicia músico acompañante).
¿En qué estábamos? Ah, sí, yo siento que (las composiciones) son atemporales. Habría sido bacán sacarlas antes pero este momento igual está bien, no es como algo que ya no tenga que ver conmigo, han pasado cuatro años pero siguen siendo completamente mi onda.
¿Fue necesario rearmar cada composición?
—No, de hecho, yo tenía cinco temas, uno lo puse en el compilado y en total duraban ocho minutos. Dije «oh, qué corto, tal vez debería hacer otro», pero no quise porque la idea era dejar registro de esto que fue lo primero que hice, tal cual era. Los cuatro los hice juntos —en un día— y quería dejarlo así. No quise ponerle nada más.
El trabajo es muy cinematográfico, cada canción podría identificarse como “el desarrollo” o “el conflicto” o “el desenlace”, ¿Era esa la idea?
—En realidad nunca lo planteé así. Los temas fueron hechos en ese orden e inconscientemente lo hice de esa forma, lo grabamos también en ese orden y fue como instintivo a que fuese una historia, pero después, cuando hubo que decidir el orden, dije que prefería ese. Estaba hecho para eso. Incluso, grabé las dos primeras y dije «están muy lentas, necesito algo más rápido», y de allí grabé la “B1”, pero no fue pensada en un concepto en común. Fue lo que salió y fluyó.
¿Te imaginas siendo el centro en un show propio?
—Me cuesta un poco, estoy acostumbrada a ser el músico acompañante de alguien. Pero sí, tengo la idea, y quiero —ojalá— hacer una tocata para el lanzamiento del disco en vinilo. Los mandé a hacer a Brasil e iré a buscarlos, van a estar en octubre.
Me gustaría tocar el EP en vivo, aunque igual tengo que pensarlo bien porque dura ocho minutos, si alguien llega cinco minutos tarde se pierde la mitad del show. Entonces tengo que pensar cómo y dónde hacerlo, porque necesito espacio para un piano y cuatro cellos. Sí quiero tocarlo, pero así como para llevarlo a festivales no sé. Prefiero no proyectarme porque ha sido todo de sorpresa: desde que los De Janeiros se interesaron en grabarlo hasta la ayuda de Quemasucabeza en la difusión a México o Argentina, cosa que no habría podido hacer sola. Todo ha sido sorpresivo y bacán, por eso no quiero pensar más allá ni imaginármelo.
¿Cuál es el próximo paso después del EP?
—Me gustaría hacer un disco más largo, porque siento que quisiera ahondar en este mismo estilo. Esa es mi idea, pero es todo tan inesperado que no sé qué va a pasar. Tal vez esté grabando y se me ocurra hacer unos (temas) pop, pero no cacho. Mi idea es hacer un disco más adelante, pero como este se demoró cuatro años, quién sabe cuando saldría el otro.
«No tengo nada planeado en verdad», termina. Hoy no es músico acompañante. Hoy es dueña de casa. Hoy es el centro. Es una para todos y, hoy, es todo para ella. Sus gatas ya no pelean entre sí. Y quita sus manos de la taza, abrigadas por el agua.