Como parte de la discusión, le preguntamos su postura a distintos críticos musicales del medio.
Como parte de la discusión sobre la Ley del 20%, que busca fomentar la música chilena con cuotas de radiodifusión, le hicimos dos preguntas a distintos críticos musicales de nuestro medio.
Marcelo Contreras
Contreras es periodista de la Universidad de Playa Ancha. Ha trabajado en medios como Radio Cooperativa, Canal 2, revistas Rock & Pop y Caras, Terra y diario El Mercurio, en sus suplementos Zona de Contacto y Wikén. Hoy, además de la docencia universitaria, es crítico musical en La Tercera y Radio Bío Bío, y escribe en las revistas Rockaxis, Tell, ACCESS y Sky. @marcelotreras.
P. ¿Está de acuerdo o en contra de la “Ley del 20%”, que establece una cuota de música chilena obligatoria en las radios nacionales? ¿Por qué?
R. En principio, me parece que corresponde un debate de esas características. Los países que aplican leyes de cuotas han obtenido buenos resultados en términos de fortalecimiento de la actividad artística musical. El mejor ejemplo es Canadá, hoy una potencia en el rubro. Sin embargo, creo que se trata de un asunto mucho más complejo, que ha sido burdamente simplificado. Toda la cadena de la industria musical chilena, que probablemente merece más bien la categoría de “negocio” antes que rasgos industriales, requiere mejoras en distintos eslabones.
Me llama la atención que todo esto se torne en posiciones antagónicas entre artistas y empresarios radiofónicos, con una dinámica de discusión con ánimo de gallito antes que constructiva. Efectivamente, en el mundo de la radiotelefonía se mueven intereses aún no se disueltos entre los sellos tradicionales y quienes toman decisiones programáticas. Pero también es hora que los artistas chilenos, de una buena vez, profesionalicen su cometido desde todo ángulo.
La labor promocional sigue siendo aficionada —por ende, que te toquen en una radio resulta impredecible—, y muchas veces la actitud de los propios artistas, refugiados en la figura del creador, se resisten a desarrollar un trabajo competente, en particular en un área clave, como es la de promover su obra y producto. Lo mismo corre en el cometido en directo, aún irregular. Si demandas trato profesional, compórtate como tal y practica el negocio con todos los requisitos. Quien se sube a un escenario y busca el aplauso, debe construir férreamente una cadena de rigor y entrega.
No deja de ser curioso que todo el nuevo pop chileno, por citar una vertiente vistosa de nuestra oferta musical, y que ha gozado de generoso apoyo de medios de toda envergadura, incluyendo la inquietante figura del periodista-fan, sigue prácticamente ausente de los canales tradicionales de videomúsica, como VH1 y MTV, mientras continúan apareciendo artistas argentinos y mexicanos. ¿Por qué sucede? No precisamente porque esas escenas atraviesen un gran momento creativo (o sea, los argentinos apuestan a una banda pésima que se llama Tan Biónica), sino porque en materia promocional son capos. Así de simple.
También me pregunto por qué la televisión chilena de señal abierta no debe ser incluida en este debate. Se las llevan limpias en esta pasada. No deja de ser curioso que los artistas musicales chilenos abracen tan entusiastas un proyecto originalmente impulsado por la UDI, incluyendo figuras reconocidamente pinochetistas, como María Angélica Cristi.
P. ¿Son efectivas las políticas públicas destinadas al fomento de la música nacional?
R. Honestamente, desconozco en específico las políticas públicas ad hoc. Pero puedo hacer memoria, y decir que la negativa de dar fondos estatales hace unos años a una artista como Ana Tijoux para girar en el extranjero, cuando su nombre es reconocido en medios foráneos —incluyendo anglos— resulta incomprensible. Más aún aduciendo algo así como falta de proyección. Es ridículo y revelador de vergonzosa ignorancia de quienes tomaron la decisión, o sugiere —lo que es peor—, un lamentable sesgo político. Ojo, que no soy particular fan del comportamiento profesional de una figura como Tijoux, paradigmática del artista que de tanto en tanto se niega a entrevistas (cuando fue postulada a un Grammy no quiso hablar), o que alega por la configuración del cartel local de Lollapalooza, ante la supuesta falta de artistas chilenos de toda índole, cuando se trata de un evento donde llega gente con currículo, no principiantes, que merecen otras vías y vitrinas en esa condición.
Andrés Panes
Panes es periodista de la Universidad de Santiago. Ha trabajado y colaborado en medios como revista Extravaganza!, Super45, POTQ, ACCESS y Revista Pólvora. Hoy escribe en El Mercurio, y su suplemento Vida Actual, y en Rockaxis. @misterpanes.
P. ¿Está de acuerdo o en contra de la “Ley del 20%”, que establece una cuota de música chilena obligatoria en las radios nacionales? ¿Por qué?
R. Muy de acuerdo. Es dramática la falta de correlato entre la cantidad de música chilena que se produce y la cantidad que se toca en las radios. Si te fijas, discos nacionales con grandes canciones, como los de Ases Falsos o Tus Amigos Nuevos, suenan pésimo. Reflejan a una generación de músicos que no aspira a sonar en la radio, y eso es tan malo para ellos como para el público. Con una ley como esta, no tendrás que escuchar de nuevo canciones tan buenas —y potencialmente importantes a nivel generacional— como “Estudiar y trabajar” o “Baby boomers”, lamentándote lo mal que las grabaron. Una ley como esta le devuelve la ambición a los que ahora están tocando en un grupo sin saber qué les depara el futuro. Les abre la opción de colar, al menos, un tema en la radio y pasar a las filas donde están Parkinson o Christianes. Hasta pueden salir los nuevos Bunkers, o Los Tres, que son grupos necesarios porque se vuelven representativos, son los referentes a los que cualquiera puede señalar. ¿Muy ingenuo, tal vez? Creo que la próxima banda que me volará la cabeza puede estar ensayando en este momento, no tan lejos de mi casa. Si no confiara en eso, me dedicaría a otra cosa.
Mauricio Jürgensen
Jürgensen es periodista de la Universidad de Playa Ancha. Columnista y crítico de música en Radio Cooperativa, Molécula y La Tercera, conductor del programa Big Bang en radio Universo, y editor de revistas en la agencia Spafax. @jurgensenr.
P. ¿Está de acuerdo o en contra de la “Ley del 20%”, que establece una cuota de música chilena obligatoria en las radios nacionales? ¿Por qué?
No estoy de acuerdo con la Ley del 20%, pero no porque crea que es una mala idea. No estoy de acuerdo con esta ley porque está derechamente mal planteada. Esta ley busca imponer algo que debería imponerse por las suyas, y junta peras con manzanas sugiriendo un “5% de folclor”, por ejemplo. Sugiere también otro 15% de géneros indefinidos, en radios de distintos perfiles programáticos y en horarios que nadie ha determinado con claridad (lo que facilita, por ejemplo, que las radios cumplan con la norma en horarios de trasnoche, vulnerando así el supuesto buen espíritu de esta iniciativa). Sin embargo, creo que un 20% no mata a nadie ni va a cambiar el curso de las cosas, ni va a desterrar a Pitbull de las radios ni va a inhibir que al final del día —o al cierre de las transmisiones— ganen los buenos y no los otros.
Puestos en el tema, en Chile hay suficientes géneros y estilos como para satisfacer el perfil editorial de cada una de las radios convocadas (de reggaetón a rock progresivo). Pero no saberlo, desconocer de qué está hecha la música popular de este país, no tener idea que aquí hay suficiente material como para sonar una semana entera y sin repetirse, es precisamente parte del problema que esta iniciativa intenta mejorar.
Molesta la imposición, pero no es descabellado que la autoridad quiera meter manos en el asunto. Y no es paternalismo ni afán totalitario: el patrimonio musical chileno está en crisis y sería cínico, y hasta negligente, dejar que “el mercado funcione solo” y defender la cómoda tesis de que si a la gente no le gusta la música chilena, entonces que se jodan los artistas del país por “malos” y por “fomes”. Más que nacionalizarlas con fórceps, se podría premiar a las radios que incluyan más repertorio local y en horarios de privilegio. O subvencionar giras de los músicos a las regiones, para que la globalización empiece por casa, o instalar los soportes necesarios para que los programadores de las emisoras que están más aisladas puedan acceder a música chilena bien categorizada.
Siento que los músicos, en general, no esperan limosnas ni que se les toque por decreto y menos que se les haga un favor: más bien buscan las oportunidades mínimas de difusión que merecen por el solo hecho de ser hijos de esta tierra.