Lo bueno, lo bonito, lo feo y lo malo de la ComicCon

por · Mayo de 2011

Se le dio dignidad al mundo freak, dice Francisco Ortega

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Mal, la cantidad de eventos prometidos y que se bajaron a última hora. Desde el avant premiere de X-Men: Primera Clase hasta los 8 minutos de Green Lantern que no llegaron el día prometido y tuvieron en vilo tanto a la organización como a los fanáticos.


Mal, enredos de horarios y organización que obligó a suspender charlas, como la de Gabriel Rodríguez, un bacán que debió haber sido tratado con más respeto, mal que mal es el único de nuestros embajadores comiqueros que sabe realmente como funciona la maquinaria detrás de una ComicCon y de la industria del cómic gringo.


Mal, para qué estirar tanto el chicle con la supuesta presencia de un Leonard Nimoy o un Stan Lee o incluso un Mark Hammil; que venían, que no venían, que si, que no. Mejor decir desde un principio, quisimos traerlos, pero hubo problemas de agenda y listo.


Mal, que no hubiese cajero automático y sólo la tienda oficial tuviera RedCompra, lo que jugó en contra especialmente al cómic nacional, gente que se entusiasmaba, quería comprar pero andaba sin efectivo. Pésimo, hay que ponerle ojo a esto, mal que mal es un evento donde el consumo es clave.


Feo. ¿Qué onda los stand de Warner (Green Lantern) y Fox (X-Men: Primera Clase)? Cero contenido, cero diseño, ¿costaba tanto tener un par de huevones disfrazados, unas minas ricas, juguetes y merchandising? Se cayeron pesado.


Feo, muy feo. El trolleo excesivo de los inconformes de siempre. Hubo puntos negros, si hartos, pero menos de los esperados. La cosa mejoró mucho el sábado y el domingo. ¿Qué querían, la ComicCon de San Diego? Una cosa es ser troll y otra muy distinta hueón. Patada en la raja a todos los trolles que con cueva han ido a la Crazy All Comics y se creen dueños de la verdad.


Bueno. A pesar de los 4 primeros puntos, la ComicCon cumplió muchas de sus promesas, lo que no es poco tomando en cuenta la tradición nefasta de las expo de fanáticos en esta parte del planeta. La gente estaba contenta, los fans sobre todo, se le dio dignidad al mundo freak (algo difícil, pero se logró) y lo más importante, se demostró que hay público y que esto fue sólo un vuelo de pruebas. Es probable que de aquí a 3 años, tengamos una ComicCon funcionando a full en Chile… Interés hay, mercado también, es tendencia.


Muy bueno. Los trolls son por lo general freak sin vida que reclaman por todo, ese público no cuenta, además van a ir igual aunque pelen por debajo. Lo interesante es que la gente ajena al circuito salió sorprendida. No se veía amateur (aunque a ratos lo era), fue un evento interesante y como más de un amigo periodista me dijo, «esto es mucho mejor de lo que esperaba». Y esa fue la tónica. Insisto, esto fue un vuelo de pruebas, con tiempo y ganas aquí hay una joya que puede brillar mucho.


Muy bueno. El rol de la NGI, la asociación que agrupa a los narradores gráficos de Chile. Se pasaron. Entre tanto stand de productoras y distribuidoras de cine, el cómic local aparecía como el hermano menor del evento, finalmente fue el GRAN PROTAGONISTA. 


Muy bueno, pero muy bueno. Chile. Harto se habló de que la ComicCon era un evento extranjerizante, que era pura cultura pop gringa y japonesa, pero lo cierto es que eso fue el puro disfraz, lo chileno terminó siendo el gran protagonista: cómic, cine, literatura y TV hecha en estos lados se ganaron aplausos del respetable. De muestra: la charla de Mortis estuvo más llena que la premiere de 8 minutos de Green Lantern. Los tomos recopilatorios de Zombies en la Moneda se vendieron más que Batman o Superman.


Bueno: Ñoñismo justo y necesario. Vale, había cabros disfrazados, Mujeres Maravillas con sobrepeso, X-Men con barriga y Batman que llegaron en Metro, pero eso hay en todas las ComicCon y eventos relacionados con lo fantástico. Hasta en la entrega del Hugo y el British Fantasy llegan nerds con cosplay, no salgan ahora los defensores de la dignidad ñoña. Y vale, da vergüenza ajena, pero no más que los poetas de vanguardia gritones de las Ferias del Libro o los que hacen air-teclado en los recitales de rock. Hubo de eso, harto, pero también profesionales que se están sacando la cresta por crear productos de género hechos en Chile y esta parte seria de la ñoñería supo ganar su espacio y destacar incluso más que el añadido colorinche.


Álvaro Arce

Muy bueno. Premiar a Alvaro Arce, un titán, un chileno de exportación que hizo carrera fuera de nuestro país. Trabajó con Disney, Hannah Barbera, Filmation e incluso la productora de dibujos animados de Stan Lee. De Arce hacen exposiciones en Hollywood, acá la Municipalidad de Las Condes lo tramitó tanto para que mostrara su trabajo en su Corporación Cultural que él prefirió irse a vivir fuera de Santiago. Arce es un mito vivo, alguien que había que destacar y así se hizo. Y el viejo lloró y de agradecimiento regaló un saludo de su amigo Stan Lee a los presentes. Con lo de Arce, sólo con eso, la ComicCon borró de una lo malo y el trolleo.


Muy bueno, pero muy bueno. La calidad de ciertas señoritas disfrazadas. Modelos contratadas como la que se paseaba de PowerGirl/Robin e incluso fanáticas, como la que subió al escenario vestida de protagonista de Twilight… una literal MIJITA RICA.


Feo… que no haya fanáticos de James Bond en Chile, la única franquicia con real onda y distinción del cine. Para la próxima me pongo yo con el stand.

// Fotos: Francisco Yávar.

Lo bueno, lo bonito, lo feo y lo malo de la ComicCon

Sobre el autor:

Francisco Ortega (@efeortega) es escritor, periodista y guionista. Autor entre otros libros de El Horror de Berkoff (2011) y las novelas gráficas 1899 (2011) y Mocha Dick (2012). El año pasado fue coautor de Machetazos (2013) y en noviembre publicará una novela de la que aun no quiere hablar.

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