Los efectos de #Sandy y otros huracanes
A estas alturas la noticia ha dado la vuelta al mundo: «El Huracán Sandy azota la costa Este de los EE.UU. dejando una amplia y devastadora huella de perdidas humanas, materiales y economicas». Sandy ha dejado a su paso por el Caribe y el norte de América, un centenar de víctimas fatales, además de billones de dólares en pérdidas.
// Por: Marco Denzer, desde Nueva York.
Esta es, sin duda alguna, una tormenta de dimensiones históricas que servirá como antecedente para el futuro.
Durante este tiempo del año, acá en el hemisferio Norte, se acostumbra a lidiar con la temporada de huracanes, la que oficialmente comienza el primero de junio y termina el treinta de noviembre. Pero esta vez ha sido muy distinto debido a la suma de varios factores que transformaron una tormenta tropical en un huracán de proporciones monstruosas.
Sandy comenzó como una tormenta de categoria 1, o sea mucho menos poderosa que Katrina, el huracán que arrazó con New Orleans y las costas de Luisisana en 2005; donde sus vientos huracanados y sostenidos, a más de 175 km/hr, se desplazaban en un radio aproximado de 290 km de diámetro.
Una casualidad, extremadamente fuera de lo común, permitió que coincidieran distintos frentes metereológicos: vientos provenientes desde el Atlántico Sur, chocaron con el aire frío que viene del Norte (Ártico / Canadá) y así Sandy se convirtió en una “Súper-Tormenta”, con un diámetro total de casi 3,200 kilometros, la más grande en la historia de las tormentas Atlánticas, según los expertos.
Dadas las condiciones climatológicas más frecuentes, las tormentas tropicales y huracanes de esta temporada siguen una trayectoria por la costa Este del país, luego, giran hacia el noroeste donde se dispersan sobre las frías aguas del océano Atlántico. En este caso, las condiciones no se dieron como de costumbre, y los fríos vientos del Norte empujaron a una fatal trayectoria hacia el Oeste.
Lamentablemente, lo que convirtió a Sandy en uno de los huracanes más devastadores de nuestra época, fue su trayectoria hacia el Oeste.
Se estima que continuará así por más de 1.300 km internándose en el territorio continental, dejando trágicos resultados de destrucción y muertes, ocasionadas por las tormentas de nieve y las fuertes lluvias, inundaciones y vientos.
Los científicos difundidos por la prensa, calculan que Sandy seguirá activo por más de dos días, abarcando desde los Grandes Lagos, hasta los estados de West Virginia y North Carolina.
Hasta ahora, lo más claro es que los estados de New Jersey y New York recibieron la peor y más dura parte del golpe. Allí, los balneareos de Seaside Heights, Atlantic City y la ciudad de Hoboken sufrieron grandes daños a la infraestructura, como las partes bajas de la isla de Manhattan y las municipalidades de Brooklyn y Queens, que también se vieron afectadas por inundaciones nunca antes vistas.
A pesar de todo, habrá recuperación y volverán a construir porque disponen de buenos recursos y motivación, y aunque no creo que sea fácil o barato, saldrán adelante.
Por otra parte, se aproxima otra tormenta de igual o mayor magnitud: en solo una semana más se llevaran a cabo las elecciones presidenciales de este país.
En los días previos al huracán, tanto el presidente Barack Obama como el candidato republicano Mitt Romney ya habían disminuido sus retóricas presentaciones en público para planificar su reacción ante la tormenta.
Tanto Obama, como Romney, no quieren parecer mal preparados para afrontar una catástrofe de esta magnitud, al estilo de George W. Bush durante el Huracán Katrina, donde muchos murieron o quedaron permanentemente desplazados porque los recursos federales de emergencia se distribuyeron mal y fueron mal organizados.
Indudablemente una mala reacción frente al huracán acabaría con sus respectivas campañas presidenciales. Es importante ahora para los candidatos dar claros indicios de liderazgo y organización.
Puede que Sandy haya sido una tormenta devastadora, pero estoy seguro que sus daños, aunque sean muchos, serán superados dentro de un plazo relativamente corto.
Sin embargo, los resultados de la tormenta presidencial quedarán con nosotros por muy largo tiempo.
El presidente que será elegido la próxima semana, deberá enfrentar la reconstrucción después de la tormenta, pero no tan solo esta, sino que muchas otras que vendrán. Por ejemplo: a nivel nacional veremos cómo enfrenta las tormentas del desempleo, del costo de la salud y la educación, cómo se regula Wall Street y los bancos para evitar el caos económico, el manejo de la industria y de la economía.
A nivel internacional, veremos cómo se enfrenta a la relación con China, con Irán, con Rusia y el Medio Oriente; y a las relaciones e influencias en las economias de Europa, Asia, y Latinoamérica, además de los temas relativos a la energía (petróleo, gas, etc.) y el consumo… Y así a muchas más que podrán venir sin que ni siquiera podemos imaginar.