Los últimos días de Kurt Cobain, según Dave Grohl

por · Abril de 2011

Los últimos días de Kurt Cobain, por Dave Grohl

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En el mismo mes en que se cumplen 17 años del suicidio del líder de Nirvana y Foo Fighters añade un nuevo álbum a su discografía, recuperamos la entrevista a Dave Grohl, donde el músico habla por primera vez de sus años junto a Kurt.

Cobain y Grohl

Aprovechando el reciente lanzamiento del nuevo disco de Foo Fighters, Wasting light, y el aniversario número 17 de la muerte de Kurt Cobain, el pasado 5 de abril, recuperamos esta entrevista en la que David Grohl (Ohio, 42 años) se sincera y repasa, por primera vez, sus tres años y medio como batero de Nirvana.

¿Recuerdas la primera vez que Kurt Cobain se lanzó sobre tu batería?
—Fue en la primera gira por Inglaterra que hice con ellos. Antes de entrar en la banda sólo los había visto en vivo una vez, y ni siquiera les presté atención. Escuché las primeras canciones y salí del local a charlar con un amigo. Tocaba la batería Danny Peters, de Mudhoney. Yo acababa de llegar para incorporarme al grupo y me pidieron que no le contara a nadie por qué había venido para no espantarlo. Es un músico increíble, pero creo que querían otro tipo de batería. Así que la primera vez que realmente vi a Nirvana en acción fue cuando me hicieron la prueba, en un pequeño local de ensayo. No sabía que Kurt tenía la costumbre de lanzarse sobre las baterías. Y, en Inglaterra, se lanzó sobre la mía como si fuera un doble de película de acción. Debía hacerse cagar. Al fin y al cabo, es como tirarse sobre un montón de piezas metálicas. Kurt dijo una vez que aspiraba a ser especialista en escenas de riesgo. No tenía miedo a nada, ya fuera a ponerse petardos debajo de la camiseta para simular que le disparaban o a saltar desde el tejado de su casa con una capa. Su tolerancia al dolor era impresionante. Lanzarse contra una batería deja putas marcas. Es una locura.

¿Lo hacía a menudo?
—En ocasiones especiales. Creo que lo hacía sólo para que le recetaran calmantes [ríe]. Me habían contado que se tiraba contra la batería de Chad Channing [el primer batero del grupo] cuando estaba enfadado con él. Así que, cuando lo hacía contra la mía, a veces pensaba que le gustaba y otras veces decía: “Oh, oh”. Tenía la sensación de que era una reprimenda por algo que había hecho mal.

La tolerancia de Kurt al dolor era impresionante. Lanzarse contra una batería deja marcas

¿Qué aspecto tenía Kurt en sus últimos días?
—Para entonces yo ya había salido corriendo de ahí.

En su entrevista de 1994 en Rolling Stone, Kurt habló de que necesitabas que se te alentara. Habías tocado en todo tipo de grupos… ¿Qué tenían Nirvana, o Kurt, para hacerte sentir tan inseguro?
—Cuando entré en Nirvana era el quinto o sexto batero que probaban. No sé si alguna vez habían tenido uno con el que estuvieran realmente contentos. Y eran extraños para mí. Nunca tuvimos una conexión demasiado profunda fuera del terreno musical. Krist [Novoselic, bajista de Nirvana] y Kurt llevaban juntos toda la vida. Eran almas gemelas. Habían pasado por un montón de cosas juntos, desde los tiempos de Aberdeen [donde se formó la banda en 1985] al bombazo de Nevermind [1991]. Eran ese tipo de amigos entre los que no hacen falta palabras, siempre saben lo que piensa el otro. Nunca me entendí con ellos de esa forma porque venía de un lugar totalmente distinto y, unos ocho o doce meses después de mi llegada al grupo, Nirvana se convirtió en algo totalmente inesperado. En esa situación era difícil conectar con ellos.

¿Alguna vez se habló de tu posible salida del grupo?
—Creo que esto no lo he contado nunca, pero había momentos en que Kurt estaba muy descontento con mi forma de tocar. Alguna vez le oí comentar que mi batería daba asco. Pero nunca me lo dijo directamente. Y si se lo planteaba yo- “¿hay algún problema? Si quieres que me vaya sólo tienes que decírmelo”- contestaba: “No, no, no”. Todo esto pasó al final, por la época de In utero [último disco de estudio de la banda, de 1993]. Creo que fue entonces cuando Kurt empezó a sentirse infeliz por lo que estaba pasando con el grupo.

Kurt era muchas personas diferentes. Podía ser divertido, o tímido, o adoptar un personaje tremendamente extrovertido. Podía ser dulce o jodidamente retorcido. A veces intimidaba. Yo me consideraba un batero decente, pero no sabía si era lo bastante bueno como para estar metido en algo tan grande. Había demasiada presión… Ademñas, no recuerdo ni un solo concierto con Nirvana en el que bajáramos del escenario comentando que había sido la raja. Ni uno. Kurt sólo me hizo dos comentarios positivos. En 1990, cuando acababa de unirme al grupo y, borracho en una discoteca inglesa, Kurt me dijo: “Estoy encantado de que estés en la banda. Y de que tengas los pies en el suelo”. La segunda vez fue a finales del 93 o principios del 94. Llegué a casa y tenía un mensaje suyo en el contestador. “Estaba aquí sentado escuchando In Utero y la verdad es que has hecho un trabajo increíble”. Entre las dos cosas pasaron cuatro años.

¿Cómo fue ese último año?
—Nunca sabías qué iba a pasar. Había momentos en que la habitación se iluminaba con energía y felicidad y otros en que parecía que había llegado la peste. El último año fue duro. Pasaban muchas cosas oscuras. En ese momento yo llevaba una vida personal sana y muy agradable pero, cuando me mezclaba con ellos, todo cambiaba. No era demasiado divertido. Hasta que llegó Pat Smear [guitarrista de apoyo en el último año de Nirvana]. Es la persona más dulce del mundo y se llevaba muy bien con Kurt.

¿Dónde estabas cuando te enteraste de que Kurt se había suicidado?
—Nunca he entrado en detalles. La verdad es que me habían dicho que Kurt había muerto antes de que pasara. Me lo dijeron cuando lo ingresaron por sobredosis en Roma [en marzo del 94; falleció el 5 de abril]. Me quedé helado. Por fría que fuera nuestra relación, uno nunca imagina que la tragedia pueda alcanzarte. Veinte minutos después volvieron a llamarme para decirme que se había despertado. Qué raro. Puede que ése haya sido el momento más feliz de mi vida. Cuando volvió a casa hablamos por teléfono. Él intentó evitar el tema, pero le dije: “Mira loco, me asusté muchísimo”. Y me contestó: “Lo sé. Lo siento mucho. Fue un accidente”. Intentaba darle a entender que era importante para mí, pero no fue suficiente. A partir de ahí, el tiempo que pasó hasta su muerte fue muy extraño. Desapareció. Daba la impresión de que quería escapar. Sinceramente, nunca pensé que fuera a suicidarse. Cuando desapareció pensé que estaría en casa de alguien oyendo discos. O algo.

// Original de Rolling Stone en el nº 70 (agosto de 2005) de la edición española.

Los últimos días de Kurt Cobain, según Dave Grohl

Sobre el autor:

paniko.cl

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