Judd Apatow regresa a las series con una comedia sobre establecer relaciones en un mundo cada vez más conectado.
No fue hace mucho que llegar a la edad de treinta años significaba tener una vida prácticamente definida: trabajo, educación, familia, casa. ¿En qué momento los treinta se transformaron en una suerte de nuevos veinte permitiéndonos trazar nuevas rutas de vida? Puede que ello se haga más evidente en la sociedad norteamericana, ya que son varias las series de televisión que retratan ese escenario. En uno de sus ensayos, el escritor David Foster Wallace decía que la mejor manera de conocer al típico ciudadano estadounidense era viendo televisión. Y al ver Love, encontramos un claro reflejo de cómo es un treintañero norteamericano hoy, según la idea de Foster Wallace.
Love es una serie de comedia de Netflix estrenada en febrero de este año. El proveedor de streaming número uno no está malacostumbrando: sus producciones son ingeniosas y adictivas. Creada por Judd Apatow —maestro del género, conocido por otras producciones televisivas como Girls y Freaks and Geeks, y sus películas The 40-Year-Old Virgin y Knocked Up—, Love cuenta la relación entre Gus (Paul Rust) y Mickey (Gillian Jacobs). Gus es un chico de treinta años autodenominado nerd y cuyo trabajo es tan absurdo como inútil: es profesor particular de jóvenes estrellas de televisión, quienes terminan haciendo cualquier cosa menos tomarse en serio sus clases. Por otra parte, Mickey, de treinta y un años, tiene un par de ex bastante creepys, es adicta al alcohol y a unas cuántas drogas, y trabaja como productora de un programa de radio, aunque nunca queda claro qué tanto hace en la oficina más allá de satisfacer ciertos caprichos de su jefe. Ni Gus ni Mickey se sienten conformes con el empleo que tienen, pero tampoco parecen preocupados por buscar uno nuevo con urgencia.
Cabe resaltar que la relación amorosa que se construye entre Mickey y Gus sería la versión realista y menos ingenua que la que se establece en The Big Bang Theory entre Leonard y Penny. Los personajes interpretados por Jacobs y Rust son verosímiles, sus historias particulares no nos parecen extrañas, sorprendentes o llamativas. Quizá, allí vemos el mayor logro de la serie: cómo construir una ficción sobre gente común, a diferencia de The Master of None, otra comedia de la misma productora, que tiene un tono más teatral y hipster.
Love, como su nombre lo dice, trata sobre amor. Especialmente, sobre la dificultad de establecer relaciones amorosas en un mundo donde todos estamos, supuestamente, cada vez más conectados gracias a la tecnología. Hay un intento en la serie por explorar cómo el exceso de información y la aparente comunicación que nos dan las redes sociales y la mensajería instantánea pueden afectarnos tanto en nuestra relación con los otros como con nosotros mismos. La soledad, como espacio de autoconocimiento, desaparece ya que nunca estamos del todo solos. Allí están Whatsapp, Facebook, Instagram como espectros sedientos de convocarnos en cada momento. Resulta interesante que en la serie ese problema se vea reflejado tanto en los protagonistas como en los personajes secundarios. Otro elemento favorable de Love radica justamente en la dinámica que establecen los protagonistas con una cuantiosa cantidad de personajes secundarios, algunos incluso recurrentes.
La primera temporada de Love cuenta con diez episodios los cuales están ya en Netflix. Asimismo, se ha confirmado una segunda temporada que saldrá en el 2017 y que contará con doce episodios.