Metal Fest: choripán con gusto a poco

por · Abril de 2013

El público chascón, barbón y pelado se dio cita en el Movistar Arena donde las cepilladas cabelleras con olor a Ballerina se ondearon al viento para rendir culto a los clásicos del género.

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El pasado fin de semana el público chascón, barbón y pelado se dio cita en el evento metalero más importante del año. En la segunda edición del Metal Fest, en las instalaciones del Movistar Arena, las cepilladas cabelleras con olor a Ballerina se ondearon al viento para rendirles culto a clásicos del metal de nuestra tierra y del resto del mundo.

Día 1: cogote de goma

Con la guata llena y las pilas cargadas el público entró el sábado 13, de forma tranquila, al Movistar Arena. Como eran tantas bandas, el gusto ordenó el asunto. Por ejemplo, no todos querían al súper grupo Lock Up, banda encargada de abrir el evento. Sin ir más lejos, yo no lo vi, pero mi cumpa Gonzo me contó que la banda de grindcore estuvo potente: «poquita gente, pero pulento, el guatón de Napalm Death se las manda, Reisenegger toca la raja y el colorín que canta se parece a vos (tengo la barba roja). Fue bacán que invitaran al legendario Dan Lilker a tocar con ellos».

¿Arcturus? Como no tengo mucha sintonía con esa banda, vi solo cuando se iban, pero mi amigo el Gordo Allende, dijo que había visto unos locos disfrazados de duendes en el escenario y que el domo parecía bosque encantado. Supongo que eso es bueno para los fans de la banda. Cada loco con su tema.

Después vino el turno de Corrosion of Conformity que, en formato trío, demostró que sin Pepper Kennan funcionan tan bien como en los ochenta, cuando estaban jovencitos y se dedicaban al punk, thrash, crossover o algo rápido. El bajista Mike Dean en las voces hizo pega excelente y el guitarra, que parece recién bajado del tractor, toca con demasiado groove. Cundo Pepper, el actual guitarra de Down, subió a recordarnos el COC stoner de los noventa, el sonido cambió, se puso más ondero para tocar “Señor Limpio” y “Vote with a bullet”. El gusto a poco llegó a doler: 7 canciones quedaron en la muela, además, por la cresta, Pepper se debería mandar una gira con esta tremenda banda de Carolina del Norte.

Un descanso como de media hora, un par de tallas sobre el geriatra que atiende a Sodom y de un suácate empezó la ronda satánica de San Miguel. El trío de thrash alemán tocó solo clásicos que nos dejaron con el cogote de goma y con la sensación de haber corrido como cuatro kilómetros en círculo. Impecable Sodom, el mosh más grande todo el certamen y, de viejos mis polainas, el metal te pone joven por definición.

Morbid Angel es una institución que tiene fans muy leales. David Vincent, Trey Azathoth y compañía (Pete Sandoval está desaparecido en acción) sonaron un pelo reventado, pero no malazo. Fue lo suficiente para mostrar que todavía hacen la pega con o sin látex, con o sin Phil Anselmo vuelto loco al lado del escenario mirando el show.

La cabeza de cartel, Twisted Sister, superó mis expectativas. Estos gringos conocen de metal y entretenimiento, porque se nota que su líder, Dee Snider, es un tipo que sabe mucho de la vida. Así, aparte de tener un sonido impecable, se mandaron un show que parecía carrete, ya que gran parte de las otras bandas estaba mirando al grupo que, sin lugar a dudas, fue la música de infancia junto a Kiss, Iron Maiden u algún otro análogo ochentero. Todo el Movistar Arena cantó «huevos con aceite y limón». Los gringos estaban cagados de la risa, algo que siempre ha sido muy metal as fuck.

Fin de la noche: Down. Down. Down. Down. Esta es una de mis bandas favoritas de la vida, así que, como siempre, tocaron poco. Quizás si hubiesen tocado más mi lesión cervical se hubiese ido al carajo, porque la música de estos viejetes de Nueva Orleans es lo más cabeceable de la historia. El pelón Anselmo cantó perfecto y siempre sabe provocar al público, porque es verdad: este leso no anima, provoca, hace enojar a los chascones, pues el metal también es un asunto muy enojado. Lento, pantanoso, volao, enojado y con los mejores riffs del universo. Tony Iommi debería estar orgulloso de Down.

Día 2: moretón humano

No amanecí tan pal gato. A veces creo que no estoy en edad de mosh pit, pero siempre cuando pienso eso, me encuentro con alguien más viejo y más vuelto loco. A mis 29 años me dolía el tungo, pero nada terrible para la cantidad huevequetengue que hubo el sábado. Qué tanto, a los 45 años todavía se es joven y demente, si es que se mantiene el espíritu adolescente del metal. En este punto fue bacán ver a muchos papás con sus hijos, como de 10-12 años y cabros como de 15 años al lado de cincuentones con cinco mechas largas o con la pelá brillante.

La primera vez que la leyenda del grindcore pisó Chile fue para el Metal Fest. A las tres de la tarde Brutal Truth tocó poquito, lo suficiente como para patear los cráneos, pero, por la cresta, fue demasiado poquito. Duró menos que el choripán que me comí, pero bueh, ojalá que vuelvan. Me tinca que sí, porque el armagedón vocal, Kevin Sharp, se vio siempre arriba del escenario, carreteando, feliz, viendo a sus colegas de otras bandas. Dan Lilker, con la misma pinta de siempre (sí, la mismísima), hizo la pega, lo mismo que el guitarra y, ¡el batero, por la cresta! Este tipo parece cajero del banco y toca como un demente. Da gusto verlo, porque es un grande que nos recuerda que la técnica exagerada, a veces, apesta.

Los egiptólogos de Nile, la banda de death metal técnico, revivieron a Ra con sus riffs y solos sacados del río que es el corazón del antiguo Egipto. Me hubiese gustado un poquito más de definición en el sonido, porque tienen unos arreglos muy finos que merecen mucha atención. La volada de Nile es demasiado original y determina su música en todo nivel. Si sale una banda que ralle la papa con Mesopotamia, ya no será lo mismo. Pero, pese a que mis orejitas no entendían mucho, alcancé a notar como los dioses sonaban a través de la banda de estos gringos.

La internacional Brujería habló en español, pero no dieron el jugo que esperaba. Son desordenados estos locos, pero esta vez andaban en la tranqui. Cubanos, mexicanos, gringos, suecos e ingleses le rinden culto a México haciendo un metal en español que funciona súper bien, además tienen harto sentido del humor y, a estas alturas, son legendarios. Fue bacán-bueno ver a Adrian Erlandsson de At the Gates y una chorizada de bandas más en la batería.

¿Symphony X? Sé que son secos, sé que el cantante es uno de los mejores del metal progresivo y que el guitarrista, es tan gordito como Ynwie Malmsteen, pero no es mi rola, así que ahí me fui a comer un completo. Por los comentarios de mi amigo el Gordo Allende, sonaron la raja. Me tinca que sí, su sonido es más limpio, por lo que se entiende más fácil.

Cuando tocó “My Dying Bride” ya estaba hecho bolsa. El metal le exige mucho al cuerpo y sin pilsen de verdad cuesta mantenerse en pie. Pero los vi tranquilo, porque los cacho poco y nada y no enchufo mucho con el doom llorón. Me tragué mis palabras, sonaron como aplanadora, excelente sonido. Fue divertido cuando el Gordo Allende me dijo que se le había quedado su lagrimita swarovski y que para ver a lesos llorar iría a ver a The Cure.

Carcass tocó en Chile por segunda vez. La primera fue en noviembre del 2008 con Paradise Lost, demostrando que su título de leyenda del death metal es una realidad empírica. Entonces, en Metal Fest, bueh, lo mismo: tocaron poco, aunque puros hits que sonaron la raja. Además, también me cuesta escribir sobre esta banda, porque me gusta más que la cresta. Nadie le echa de menos al colorín de Arch Enemy y el batero, el very young Daniel Wilding se portó como un campeón. (Qué envidia tocar en Carcass con 24 años: un campeón)

Cerró la noche el monumental Devin Townsend. Cuando su show terminó mi novia, sentada en platea, se quejó de lo lesos que eran los chascones, porque se fueron sin ver al pelón hiperactivo de Canadá. Le comenté que acá pegó mucho más Strapping Young Lad que todos sus otros proyectos, así que no era tan terrible, considerando que tocó un domingo a las once de la noche. Pese a eso Tonwsend hizo lo suyo, tocó muy fuerte, demostrando que tiene una voz privilegiada y es dueño de un sarcasmo e ironía muy fina. Se ríe del metal, de la situación, de su calva y de la gente con pelo largo. Qué bueno que no se puso a hacer ruiditos de la naturaleza y qué bueno que tocó, por lo menos, una cancioncita de Strapping Young Lad.

Resumen: pero

La organización se las mandó. Las dos ediciones del Metal Fest han andado como relojito. Las bandas parten a la hora y nunca son visibles los problemas. Ahora, que se caigan bandas, siempre es una posibilidad, porque son muchas y los músicos son muy viejos y se enferman y tienen problemas de adultos y, puta la hueá, shit happens.

Quizás un festival con 5 bandas sería de lujo, tocarían más rato y todos seríamos felices, porque hoy es lunes, son la una de la tarde y estoy molido pero contento. Fueron como 16 horas de metal.

Mal que no vendieran pilsen de verdad.

Mal que haya sido en un lugar cerrado.

Mal que no haya minas, pero los chascones se ponen muy celosos si ven a alguna niña con un cabello más fino que el de ellos.

PD: las pocas minas que había eran muy ricas. (Ehhh)

Metal Fest: choripán con gusto a poco

Sobre el autor:

Corrales(!) (@CorralesdeBuin) es poeta y autor del poemario Sin alma (2011, Ediciones Tácitas).

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