Un fantasma recorre Chile. Es el fantasma del Club de Tiro, del vigilante armado por su cuenta, como el falso caso de Pablo Oporto. Es el fantasma de la contrarrevolución.
Despierto y reviso twitter. Veo una cuña donde Evelyn Matthei señala que los vecinos de Providencia han comenzado a comprar armas. “Está empezando ya a haber una reacción ciudadana. Porque lo que ellos ven, en el fondo, es que carabineros está muy atado de manos. No puede actuar mucho”, dice Matthei, antes de escapar corriendo de la prensa, en una de las escenas más particularmente ridículas que se han visto en el último tiempo.
Me quedo pensando en esa última frase: “Carabineros está atado de manos”. Atado de manos. Impedidos de actuar. Saboreo esas palabras y pienso en lo que pasó anoche en Talca: Fuerzas Especiales tomando detenido al vice superintendente de Bomberos de Talca, Ariel Bravo. En una entrevista concedida a Radio Cooperativa, Bravo señala que fue sacado del cuartel y llevado a la micro que Fuerzas Especiales utiliza para rociar gas pimienta a los manifestantes. Allí, por cierto, como si ser sacado forzosamente del cuartel no fuese ya lo suficientemente humillante, fue insultado por los Orden y Patria Boys.
Como en la mayoría de las ciudades de Chile, Bomberos es lejos una de las instituciones más respetadas. En Talca, sin ir más lejos, se habla de la clásica triada: “Bombero, Radical y rangerino”. Siendo un poco exagerados, lo de anoche en Talca fue casi una profanación a una institución con particular peso histórico.
Pero en la cabeza de la clase alta chilena, en el cerebrito afiebrado de los habitantes del sector oriente de Santiago –y capaz que en la de del sector oriente de Talca también, who knows—, carabineros está atado de manos y es necesario, en este caso, empezar a armarse contra los vándalos. Un fantasma recorre Chile. Es el fantasma de Charlton Heston. Es el fantasma del Club de Tiro. Es el fantasma de la contrarrevolución. El motor de la historia es la paranoia de la clase alta.
Los vándalos –todo hay que decirlo— son gente como yo y mi hermano. Como mis amigos. Como muchos de ustedes. Gente, por cierto, que está muy lejos de tener el poder adquisitivo para comprar un arma.
Y los ricos de Chile son como monos con metralleta.