¿Existen todavía las disquerías en Santiago? Tras los escombros de FeriaMix encontramos algunas tiendas que renuevan la esperanza de melómanos y coleccionistas.
La cortina de metal sigue anclada al piso. Es 28 de enero en el Paseo Ahumada y, para sorpresa de muchos, el local de FeriaMix no abre. No lo hará más: ni los libros, ni las películas evitaron que la cadena fundada en 1956 acabase por solicitar su quiebra.
El fin de cadenas como FeriaMix o Musimundo, más el cierre de algunas tiendas como Background o Flashback, sumado al acceso de música en formato digital para escucha o descarga, permite preguntarse por la necesidad de las tiendas de música.
Todavía existen personas que adquieren discos en formato físico. Parece que la experiencia implica un ritual. Además, el agregado del arte (booklet) puede animar al melómano a buscar en una tienda lo que el MP3 no da.
Pero eso no basta. Las tiendas también captaron que debían subir la apuesta: ampliar la oferta de productos, aprovechar el boom del vinilo, pensar la experiencia de comprar como una situación más placentera para el melómano. De esta forma, no se volverían espacios anacrónicos. Es que una ciudad sin disquerías, es impensable.
Vivir del disco
En Santiago existen tiendas que no se acotan solo a la venta de discos y ofrecen otros productos. Según Gabriela Villalba, arquitecto y dueña de La Tienda Nacional, no es posible sostener el negocio solo con los discos. «Con eso no pago el arriendo. Necesito hacer un mix de productos porque así se compensa». Por ello, libros, películas, juguetes y ropa, entran en la oferta.
En Merced, entre galerías y librerías de viejo donde el tiempo se encapsula está La Tienda Nacional. Nació de la inquietud de sus fundadores por encontrar música chilena que entonces solo se compraba en tocatas. Por ello el catálogo es bastante diverso. De Américo a Dënver. De Natisú a La Guacha. Todo cabe. Todo chileno. La amplitud es tal, que un tercio de su oferta de discos es de músicos independientes, algunos de ellos incluso sin sello.
Parece que la diversidad en la oferta es clave. Así también lo piensa Víctor Vega, el dueño de la tienda Sonar, en el Paseo Las Palmas. Esta partió a comienzos de la década del 2000. Por entonces ofrecía más películas que discos. La vida le hizo invertir la proporción. Hoy además de discos ofrece CD’s, DVD, Blu-Ray, tornamesas y accesorios.
Las gavetas están repletas de vinilos. La oferta es variada, aunque el gusto de Víctor es el filtro. «Me gusta el hip hop, las bandas nuevas más independientes, la electrónica, soundtrack y se complementa con lo que vende solo, como Madonna». Por eso, es posible encontrar desde Liars hasta The Beatles.
Tres pisos, paredes en color claro y afiches de viejas glorias. Afuera, un letrero con el nombre de la tienda en una tipografía muy ochentera. Funtracks, ubicada en Nueva de Lyon, es una tienda que funciona desde 1995 y ha sobrevivido a los cambios de la industria. Su fuerte es adelantarse a lo que viene.
En los años noventa, cuenta Ronald Felley, ex Dj y dueño del local, «partimos importando lo que no muchos traían que eran compact singles. Donde venían las versiones remix de los temas». Desde entonces, la novedad es la norma en Funtracks. «Cuando teníamos vinilo, nadie tenía vinilo», asegura Ronald.
Sin embargo, hay otras tiendas que se concentran en el vinilo, aprovechando el interés que ha despertado el formato en los últimos años.
Las Torres de Tajamar. Ahí, rodeada por edificios, en una plazoleta donde se encuentran encantadores negocios pequeños funciona la tienda Tres Oídos, especializada en vinilos de segunda mano, pues en palabras de su dueño Alvaro Gómez, músico conocido por su trabajo en bandas como Guiso y Perrosky, «nos dimos cuenta que no hay tiendas de discos usados, que no sea un Persa».
Tres Oídos funciona desde marzo de este año, y ocupa el mismo espacio donde funcionó hasta hace un tiempo la tienda Flashback. «Esa tienda se estaba cerrando», comenta Gómez, «y se dio la oportunidad de continuar el rubro, instalarnos y de armar la tienda».
El retorno del vinilo también ha permitido algunas aventuras. En diciembre de 2013, Claudia Saldaña, una joven publicista, abrió la tienda El Discotecario para conciliar su pasión por los discos y las ganas de trabajar independiente. Allí, el vinilo es el rey. Especialmente los clásicos del rock.
La Factoría Tegualda, el lugar donde está la tienda, es una galería del pujante barrio Italia. Allí destacan los pequeños locales y el diseño como propuesta. Curiosamente para Claudia la ubicación no es garantía. Al igual que en Tres Oídos, lo más difícil de manejar la tienda «es atraer a la gente. Si no mueves mucho tus redes sociales, la gente no viene».
En otra galería, el Drugstore, se deja ver la tienda Needle. Llevan tres años allí. Su apuesta es lo que llaman la «buena selección» de música. Según Francisco Martínez, un joven egresado de composición de la PUC, y uno de los dueños de la tienda, la selección se basa en la idea de ser un complemento respecto a la oferta de otras tiendas.
En su tienda ofrecen discos difíciles de encontrar. Destacan algunas colecciones del sello londinense Soul Jazz Records con sus compilados de reggae, dub, entre otros. También algunos discos de la serie Analog Africa, que reúne algunos exponentes de afro beat de la década de los setentas.
Al igual que otras tiendas, Needle también ofrece accesorios y artículos vinculados a la experiencia musical, como tornamesas, audífonos y otros. Es que solo con los discos es realmente difícil.
¿Qué pasará con el vinilo?
En plena década de los noventas, un curioso encuentra un objeto que entonces parece reliquia. «¿Qué es lo que es esto?», le pregunta a Ronald Feeley, dueño de Funtracks. «Son discos de vinilo», responde. «Pero si estos ya no se fabrican», replica incrédulo el cliente. «No se fabrican en Chile, pero afuera se siguen produciendo a una menor cantidad», le asegura Ronald.
El regreso del vinilo ha permitido a las tiendas apostar por un nicho de compradores que aprecian el formato. Pero entre los dueños de locales, las opiniones sobre el boom del vinilo son dispares.
Según Claudia Saldaña, de El Discotecario, «cuando empecé la tienda, o incluso antes cuando coleccionaba discos, conocía harta gente que estaba coleccionando discos desde hace mucho tiempo», a lo que se debe agregar un público que se ha ido sumando. Es decir, es algo que debiera mantenerse.
Gabriela Villalba de La Tienda Nacional hace una lectura crítica: «Son modas. Antes estaba el vinilo, luego el cassette y el CD». Por ello, ve al crecimiento del vinilo como parte de un ciclo que por el momento está al alza. «No sé si se mantenga. Probablemente va a llegar a un punto de equilibrio y se va a mantener ahí».
Una tesis diferente es la de Francisco Martínez, de Needle. Para él, a diferencia de lo que sucedía hasta hace unas décadas, ahora por primera vez se está viendo otro formato por su real valor y por ello piensa que en un tiempo se debiera llegar a un punto de equilibrio entre todos los formatos. Es decir, que existirá un complemento entre CD, vinilo y hasta el cassette.
Para él, el punto es otro y lo ejemplifica con la crisis del CD: «las empresas empezaron a abaratar costos al mínimo, y los precios no bajaban. Te compras un CD de 10 lucas, que venía con una impresión toda charcha de la carátula, no tenía información, entonces como que te aburres».
Opinión que es complementada por Ronald Feeley, de Funtracks: «la industria se ha preocupado de mejorar los artes de los discos, con ediciones más de lujo, con bonus track, con caratulines más atractivos».
El vinilo como formato es atractivo y ofrece una experiencia que el MP3 y el CD no pueden replicar. Aunque ello no asegura supervivencia. Además la demanda de vinilos ha hecho subir su precio en algunas tiendas. Sin embargo, Ronald Feeley tiene algo muy claro: «Van a quedar los que estén mejor establecidos y tengan las pilas puestas. Pero los que quieren hacer el negocio y quieran tratar de cobrar lo que no valen los discos van a ganar ahora, pero no van a seguir».
Más que un trámite
Tres Oídos. Mientras la música suena en la torna, una pareja de abuelos entra a la tienda. Van hacia la rockola. En sus miradas hay fascinación e incredulidad.
Oye, vimos la rockola, ¿funciona? -pregunta ella al vendedor.
Solo está encendida, pero por ahora no funciona -responde el vendedor.
La pareja mira el aparato. No lo pueden creer. Es una cápsula de su juventud en los tiempos de RedCompra. «Qué macanudo», dice él, mirando la rockola con detención.
Algunas tiendas plantean una propuesta de diseño en su espacio físico. Se resisten a solo ser espacios de intercambio comercial. En Tres Oídos, destaca la rockola que llamó la atención de la pareja. Además de las revistas de música disponibles para la lectura y los afiches en las paredes, generan la sensación de un lugar detenido en el tiempo. «La idea es que sea un ambiente grato», comenta Álvaro Gómez. «Que uno pueda conversar con la persona de la tienda, involucrarte en una onda, más que un mero trámite que uno va a comprar a un mall».
Desde La Tienda Nacional, Gabriela Villalba dice que la estética del lugar es importante pues se trata de «esos factores invisibles que hacen que la gente se quiera quedar y que no se dan cuenta por qué». Por ello, en la tienda destacan los muebles hechos en madera (diseñados por la dueña y otros colaboradores), cuyo suave aroma recibe a quien entra al lugar. Además de los afiches en la parte altas de las paredes, la ropa ordenada por color y las fotografías. Ello potencia el arte de los objetos como parte de la ornamentación.
La madera es un material cálido. Además es bueno, bonito y barato. Por ello, Claudia Saldaña decidió incluirlo en su tienda El Discotecario. «Buscamos muebles para vinilos, para no tener la típica cajita. Encontramos estos muebles, y los copiamos haciéndola barata porque no teníamos plata». Además, adquirió unas lámparas de colores, las que a la vez son funcionales y ornamentales. Se trata, como dice Claudia que «no fuera solo llegar y poner una tienda».
En Needle también se apuesta por la madera, aunque desde una manera diferente: los discos están contenidos en un mueble diseñado a partir de dos vigas de madera. La idea era construir una identidad visual para el lugar. «Quisimos optar algo más ligado a la arquitectura y al diseño industrial», comenta Francisco Martínez. Al dividir las vigas, salían cerca de once cajones. El trabajo fue realizado en conjunto con unos amigos de los dueños.
Con esa idea se diseñaron otros muebles para la tienda. Así, el lugar tiene coherencia y ofrece una propuesta. También, los colores con que se pintaron las paredes (blanco y amarillo) se pensaron en esa lógica, pues la idea «era tirarse con un color que nadie tuviera y fuera más arriesgado». En la tienda piensan que la apuesta ha sido bien recibida por el público.
Además, desde hace medio año Needle incluye sintetizadores en su oferta de productos. Según Francisco Martínez, «la idea es proponer un espacio para la creación, donde se fomente el tocar, no solo el escuchar. Sobre todo para las personas que tienen cierta cultura como de escucha, yo creo que les puede salir más fácil el ponerse a tocar». Los instrumentos son fabricados en el extranjero por marcas independientes como Critter & Guitari.
En general, esta apuesta por la estética está concentrada en los locatarios más jóvenes. Los que abarcan un rango etario entre 25 y 35 años. No parece casual. Es una generación formada con la imagen: con la TV y los videojuegos. Como si se propusieran con la generación de espacios acogedores replicar la experiencia placentera del disco.
A la segura con lo chileno
La escena local pasa por un momento de actividad intensa, sellos independientes y muchos artistas grabando discos. Pero, ¿cuánto interés real se lleva la producción local en las ventas de las tiendas?
En opinión de algunos locatarios, en relación a la música chilena el comprador prefiere irse a la segura.
Desde El Discotecario, Claudia Saldaña cuenta que es común que la gente pregunte por discos de bandas como Los Prisioneros o Gepe. Aunque recibe discos de los sellos Cápsula y Quemasucabeza, su oferta de discos chilenos es acotada pues, justamente, no se venden tanto.
Opinión similar es la de Víctor Vega, de Sonar: «Gepe se vende, Manuel García se vende, Javiera Mena se vende. Pero las otras cosas más desconocidas no tienen un público que compra». Pero de todas maneras, el tener una tienda le permite difundir material no masivo: «Hay hartos artistas que sacan sus discos y me los traen. No tienen tanta salida, pero igual los recibo».
En Funtracks, Ronald Feeley confirma que en los consagrados está el fuerte: «mucho extranjero llega preguntando, por decirte, Gepe, la Francisca Valenzuela, Los Jaivas, La Ley. También tenemos algo más nuevo, como Chico Trujillo y los que han re-editado discos en vinilo como Los Tetas o Tiro de Gracia».
Lo alternativo es lo que prefieren potenciar en Needle. En general ofrecen material de sellos independientes como BYM, aunque hubo un tiempo en que también trajeron material de los artistas de más salida.
En Tres Oídos lo chileno también se mezcla con lo foráneo. Allí es posible encontrar discos de sellos nacionales como BYM, Algo Records, Yellow Moon, entre otros.
Sin embargo, hay espacios en que además se apuesta por la difusión. En La Tienda Nacional no solo reciben discos de artistas emergentes, sino que incluso en el local se hacen tocatas los días martes, las Tocatas Nacionales. Estas nacieron de manera espontánea en 2011, según cuenta Gabriela Villalba: «la Carolina Nissen, amiga de nosotros, un día vino para acá y dijo que podría hacer acá una tocata». Lo hicieron. Se dieron cuenta de que la idea funcionaba con el espacio de la tienda y, desde 2012, decidieron hacer esa iniciativa de manera semanal. Allí han tocado artistas como Fernando Milagros, Prëhistoricos, Ana Tijoux, Intimate Stranger, entre otros.
Además, en ese lugar amenizan la jornada colocando música de artistas chilenos del gusto de los vendedores, lo que ha producido un inesperado espacio de difusión, en que muchos clientes se animan con adquirir algún disco solo porque lo escucharon allí.
Las tiendas con sus diferentes opciones, han buscado sobrellevar y complementar la oferta musical de Internet, apelando a potenciar la experiencia de escuchar discos y de renovar el concepto de adquirir música en formato físico. Quizás algo de eso faltó en las cadenas. El saber que la música no solo ha ido variando por su vinculación con la tecnología, sino con las experiencias que genera. Es que una ciudad sin disquerías, es impensable.
El Discotecario
Tegualda 1517, local 2, Ñuñoa
Funtracks
Nueva de Lyon 029, Providencia
La Tienda Nacional
Merced 369, Santiago
Needle
Av. Providencia 2124, local 25-A, Providencia
Sonar
Paseo Las Palmas, local 017, Providencia
Tres Oídos
Av. Providencia 1015, local 5, Providencia
Otros recomendados:
Dinosaurio Tienda
Agustinas 651, Santiago
Indie Records
Ahumada 85, local 0118, Santiago
Johnny Records
Persa Bio-Bio, galpón 4, local 101, Santiago