En pocos meses, veremos reeditada la obra completa de Bolaño, compuesta por veintiún libros hasta el momento.
Algún día publicarán hasta mis calcetines. Pablo Neruda
Penguin Random House lo ha vuelto a hacer: se ha apropiado de los derechos de un importante escritor latinoamericano. En pocos meses, veremos reeditada la obra completa de Roberto Bolaño, compuesta por veintiún libros hasta el momento. Si eso no era suficiente, se anunció que en noviembre se publicará una novela inédita titulada El espíritu de la ciencia ficción, y más adelante saldrá un libro de cuentos (¿o fragmentos de relatos sin terminar?).
Ya basta.
Me encanta Roberto Bolaño. Es, seguramente, uno de los autores que más releo, estudio, y que cambió mi modo de entender la literatura. Pero ya basta. No queremos más supuestos libros inéditos del escritor chileno. No abran más gavetas o destapen baúles olvidados en un polvoriento desván. A este paso, saldrán a la venta hasta libros de colorear con los dibujos de Bolaño.
Puede ser que el problema radique no tanto en la publicación de una «nueva» obra —que sin duda será mejor que gran parte de las novelas que aparecen hoy en el mercado editorial— como en la pregunta de hasta qué punto es acertado seguir editando libros inéditos. ¿Cómo saber cuál es el límite? ¿Todo es publicable? ¿Qué criterios deberían tomar los editores con el aparente material que dejó Bolaño sin terminar?
El Tercer Reich y Los sinsabores del verdadero policía, dos de las piezas «póstumas» de Roberto Bolaño, no tienen la calidad de sus otras novelas. No necesitábamos leerlas. No hacían falta. Si el propio Bolaño nunca las publicó, ni dejó instrucciones para su edición, ¿por qué terminan llegando a las librerías? Por supuesto, si revisamos la historia de la literatura, hay bastantes casos de libros póstumos importantes (véase La eneida o El proceso). Sin embargo, el tema con Bolaño no circula en la publicación de una obra inédita, sino que están buscando inéditos hasta en los crucigramas que el escritor rellenó. Según sabemos, 2666 fue la novela en la que estuvo trabajando hasta su muerte. Esa fue su obra final. Del resto, no estamos seguros.
Ahora en tan solo unos meses, saldrá El espíritu de la ciencia ficción, cuyo argumento se parece mucho a Los detectives salvajes. Lo leeremos y deseamos que sea una obra nueva y arriesgada, no el reciclaje de distintos fragmentos tomados de sus cuadernos o computador, que por algo el propio autor los mantuvo allí.
A este paso, no extrañaría que el próximo año se publicase el historial de Internet Explorer de Bolaño, su lista de compras en Amazon, las partidas guardadas de Age of Empires, su bandeja de spam, o sus estados de cuenta bancarios durante su etapa en México (que podrían conformar una potente elegía).
En vez de libros elaborados de la nada, prefiero releer Los detectives salvajes, 2666, Nocturno de Chile, La literatura nazi en América, Estrella distante y Putas asesinas, una y otra vez. Bolaño no necesita de más inéditos para trascender. Más obras de ese origen dudoso pueden terminar causando un agotamiento o abrir el campo a una crítica conspirativa.
El propio Borges, en vida, quiso desaparecer algunas de sus primeras publicaciones; no verlas nunca más editadas. En cambio, con Bolaño nos quieren ahogar con textos suyos desconocidos.
Ya basta.