Laura Jane Grace revela sus diarios íntimos en Tranny.
Laura Jane Grace tenía cinco años cuando vio por primera vez a Madonna. Fulminada frente a la tele, supo que había descubierto a su cantante favorita. Y tuvo una segunda revelación: que deseaba ser como ella. En ese entonces, Laura aún no era Laura, sino Thomas James Gabel. Su padre, un militar, quedó choqueado cuando lo encontró probándose ropa de mujer a escondidas. Corría la década de los ochenta, poco y nada se hablaba sobre transexualidad.
Antes de hacer pública su historia en 2012, la líder de Against Me! ya había encarado varios episodios duros. La tensión entre sus padres derivó en un ambiente familiar tóxico y finalmente en un divorcio nada amistoso. También fue víctima de matoneo escolar. Para escapar de sus demonios, abusó del trago y las drogas. De forma natural, encontró refugio en el punk junto a otros parias.
Que alguien menor de 40 años publique unas memorias parece apresurado, pero se justifica con Laura Jane Grace. Toda su vida escribió diarios íntimos que ahora son la base de Tranny: Confessions of Punk Rock’s Most Infamous Anarchist Sellout. El libro no solo es oportuno por el desahogo que implica para su autora, sino porque recién la temática transgénero está logrando un mínimo de visibilidad. Es urgente atenderla para compensar tantos años de atraso en materia de derechos civiles.
La valentía de Laura Jane Grace no cabe en palabras. Exponerse así es como dar un salto evolutivo. Significa desafiar a la propia naturaleza humana, al paralizante miedo al rechazo que todos sentimos en nuestro interior. Estamos programados para que nos importen las opiniones ajenas: se trata de un interés que viene desde la época en que pertenecer a una tribu era la única forma de tener comida y protección. Ser aceptado era sinónimo de sobrevivir.
Desde luego, no es la primera vez que un músico saca a la luz su transexualidad. Ya a fines de los setenta, la compositora Wendy Carlos (La naranja mecánica, Tron, El resplandor) hablaba en medios sobre dejar de ser Walter Carlos. Pero lo más común eran los casos en que la verdad se ocultaba. Icónico es el de Billy Tipton, prominente jazzero de mediados del siglo pasado que murió a los 74 años. Recién después de la autopsia sus tres esposas y sus hijos adoptivos supieron que tenía genitales femeninos.
Laura Jane Grace aborda su situación como solo una punk lo haría: apropiándose de «tranny», un término derogatorio para referirse a los transexuales, y usándolo como una medalla de honor. Acorde a esa actitud, sus relatos son descarnados, una expansión de la narrativa iniciada en Transgender Dysphoria Blues, el excelente disco que lanzó con Against Me! tras dar a conocer su historia.
Como ese álbum, Tranny hace un gran trabajo volviendo universal lo que es privado. No es necesario pasar un proceso parecido al de Laura Jane Grace para empatizar con ella. En el fondo, toca asuntos universales como la soledad, la depresión, el deseo de ser amado, la culpa. En resumen, sentirse pequeño ante el mundo. «¿Cómo manejarán un cambio tan drástico las personas de mi vida y cómo cambiarán nuestras relaciones? ¿Mi esposa? ¿Mi madre? ¿Mis amigos? ¿El productor? ¿El sello? ¿Nuestra audiencia? ¿Cómo un cambio así afectará la vida de mi hija?», pregunta con auténtico miedo.
El costado musical del libro también habla de incomprensión. Después de sentirse en casa dentro de la escena punk, Laura Jane Grace fue rechazada por firmar un contrato con un sello grande. Le decían vendida por querer hacer carrera y sacar discos producidos por Butch Vig. Al mismo tiempo, el mainstream no hacía más que desilusionarla; son sabrosas sus anécdotas sobre charlatanes de la industria y el divismo de Blink-182. Si bien la música no es lo central en Tranny, el libro añade capas y capas de significado al cancionero de Against Me! La experiencia de escucharlos se enriquece después de leerlo, como pasa con las mejores biografías de bandas.
Tranny: Confessions of Punk Rock’s most infamous Anarchist sellout
Laura Jane Grace
Hachette Books, 2016
320 p. — Ref. $13.000