Noel Gallagher’s High Flying Birds en Lollapalooza.
Después de ganarse un Oscar, el equipo detrás de Amy alista su próximo documental. Tratará sobre el ascenso de Oasis, a propósito de los 20 años de sus multitudinarias presentaciones en Knebworth Park, ante 250 mil personas. En otras palabras, Noel Gallagher deberá armarse de paciencia: las especulaciones sobre el retorno de su ex banda se harán más fuertes que nunca.
Por mientras, con los High Flying Birds a sus espaldas, juega a enviar señales confusas. Durante su vespertina aparición en Lollapalooza, dedicó una canción a los seguidores de Oasis. El título: “You know we can’t go back”, que se traduce al español como «sabes que no podemos regresar». Por si acaso, una parte de la letra: «Se han ido los días y los sueños que gritábamos a viva voz». Acto seguido, recurre a un clásico noventero, “Champagne supernova”, en una cuestionable versión despojada de la épica original y bastante representativa de lo que fue su concierto: rutina pura. ¿A qué me sonó? A la versión en broma de “Everlong” que los Foo Fighters hicieron con un cantante de boyband, Nick Lachey, en ese video maestro en que negaban su quiebre. En ningún caso una abominación, pero sí demasiado liviana y sin agallas. Como de fogata, casi autoparodia.
Noel Gallagher llegó a la oficina, hizo lo suyo y se fue. Vino a marcar tarjeta, lo que no tiene nada de malo: es un consumado profesional de los escenarios, ha hecho esto cientos de veces y le sobra oficio. Descuidos, cero. Mantuvo la solidez que lo caracteriza. Pero se le notó ausente. En todo caso, imposible culparlo. Primero, porque los artistas que viajan en la caravana de un festival tienden a salirse de su elemento: sufren de jetlag y a veces ni siquiera saben dónde están parados. Segundo, porque en realidad Chile ya no es un lugar especial para tocar en vivo: cualquier gira que se precie de ser verdaderamente mundial incluye a Santiago entre sus paradas. Quizás nos malacostumbramos a que las visitas internacionales se emocionaran.
Al lado mío, una manga de prototípicos rubios de cejas hirsutas y voz ronca se emocionan cuando empieza “Listen up”. En los primeros segundos de la canción, el más alto exclama «¡oooh, “Supersonic”, hueón!». Siento lata por ellos, pero se me pasa la compasión cuando el lado B de “Cigarettes & alcohol” termina y los ruidosos amigos siguen exigiendo “Supersonic” hasta quedar afortunadamente silenciados por “The Mexican”. Aunque hinchadores, pienso que al final representan al grueso de los espectadores, público ocasional que no tiene por qué conocer cada recoveco de la discografía del músico que tiene al frente. Aparte, no andemos con cosas: en Chasing Yesterday, Noel Gallagher sacó un doctorado en el arte de sonar sospechosamente familiar a sí mismo. De hecho, “Riverman” se parece más a “Wonderwall” que la actual versión de “Wonderwall” (basada en el cover de Ryan Adams), otro momento en que parecía contar los minutos para el horario de salida.