La idea era retratar paisajes inexplorados. Eso buscaban Miguel Gálvez y Andrés San Martín cuando decidieron llamar a su proyecto musical Nva Picton, que acaba de publicar EP.01, uno de los mejores discos en lo que va del año.
La idea era retratar paisajes inexplorados. Eso buscaban Miguel Gálvez y Andrés San Martín cuando decidieron llamar a su proyecto musical Nva Picton. Ese par de islas —más la Lennox— tuvieron a Chile y Argentina al borde de la guerra en 1978, y hoy se encuentran casi deshabitadas: están llenas de campos minados como secuela del conflicto.
EP.01 (2015, Sudamerican Records) es el nombre del impecable debut de Nva Picton. Cuatro canciones que se pasean por la electrónica de vanguardia, el trip hop, house, downtempo y algunos retazos de rock. Uno de los mejores discos en lo que va del año. Acá, Gálvez y San Martín hablan sobre el hazlo tú mismo («aprendí a mezclar en YouTube con un loco de la India»), el EP («es un demo de lo que se puede llegar a hacer»), la oscuridad del proyecto («Nva Picton no tiene un carácter feliz») y más.
—Los temas del EP.01 vienen de unos demos que enviaron al concurso Nuevos Sonidos 2013, donde fueron finalistas. Desde ese germen han pasado casi dos años, ¿qué hay detrás de ese largo periodo de búsqueda?
Miguel Gálvez (G) —Fue por el contexto: yo compuse los demos, partí solo el proyecto de Nva Picton. Después se sumó Andrés justamente en el proceso de elaborarlo y dejarlo finiquitado. Eso se demoró bastante porque nosotros somos arquitectos y estábamos haciendo la tesis, que es bastante chato.
Andrés San Martín (SM) —Claro, además era de magíster.
—¿Pero tiene que haber algo más allá de la tesis o no?
G —Fueron dos años de distancia porque nadie nos apuraba. Tampoco había una presión de sacar el material rápido. Iba a salir cuando estuviese listo. Eso requería muchas horas de estar dándole vueltas al asunto. Hay locos que se demoran diez años en terminar un cuadro, una obra. No sé qué pasa en la música pero hay ganas de apurar todos los procesos musicales. La inmediatez es la que manda, como la comida rápida, entonces uno espera que una banda tenga un EP y a los tres meses ya tenga el disco. Nosotros tomamos el camino de hacer un EP lento porque también se dio así. No estábamos cien por ciento dedicados a la música.
SM —También tomamos la opción de hacer todo por nuestra cuenta. Muy autodidacta. No fuimos una banda que nos ligamos a un sello y dijimos «ya, nosotros solo hacemos música y tocamos en vivo. Ustedes hacen el resto». Todo lo hemos hecho nosotros: desde la gráfica, la página web, hasta la iluminación. Entonces hemos tenido que aprender. Y eso toma harto tiempo.
G —Nosotros no teníamos un (Cristián) Heyne que nos produjera canciones bacanes. Con nuestro criterio dijimos «somos los productores, no tenemos por qué andar tocando la puerta de otras personas para encauzar nuestra idea». Si tomó tiempo fue porque nosotros nos propusimos hacerlo al cien por ciento. Aprendí a mezclar en YouTube con un loco de la India que enseñaba cómo comprimir, cómo ecualizar.
SM —Hasta ver tutoriales de cómo programar una página web para que las fotos se vean para el lado. Desde cosas musicales a otras más banales.
G —Inconscientemente nos hicimos cargo de todos los procesos en un contexto donde se exige eso. Como músico tienes que preocuparte de la mezcla, de la producción, de la imagen, de la puesta en escena. Ser partícipe de toda las aristas que implica hoy en día tener un proyecto musical. Eso mismo lo ha dicho muchas veces (Cristóbal) Briceño de Ases Falsos. Es una especie de síntoma del cual todos tenemos que ser conscientes hoy en día en la música chilena.
—¿El proceso tenía que ver también con anular lo visceral de unas canciones muy recientes?
G —Sí, anular lo visceral y darle una bajada más escuchable. Al principio Nva Picton era súper visceral. Súper crudo.
SM —Era muy específico, tal vez.
—O sea, en el fondo, buscar un espacio musical más claro y definido.
G —Un espacio definido para unos oídos que pudieran apreciar lo que estábamos haciendo. Ahí nos sirvió bastante empezar a escuchar mucha música electrónica de España, como John Talabot. Nos sirvió bastante escuchar el sello de Brooklyn Other People, que también tiene muchos artistas ligados a este estilo. Era súper visceral en un principio y tuvimos que escuchar referentes para poder decir «ya, aquí está, por aquí se mueve». Como Jamie xx, tiene muchas cosas de él. También era como empezar a construir un lenguaje desligado de la línea estilística que se viene desarrollando en Chile. Aunque tampoco se buscó eso. Nunca dijimos «seamos distintos a Gepe».
—En la biografía que enviaron a Nuevos Sonidos hablan de «generar una atmósfera que remita a ciertos paisajes», una especie de viaje. Suena a declaración de principios. ¿De qué va esa frase musicalmente?
G —Eso pasa porque estábamos haciendo un Magíster en Territorio y Paisaje. Estábamos todo el día hablando de eso.
SM —Igual tiene mucho que ver con las texturas de los sintetizadores que van en el background de la canción.
G —Siempre hay sintetizadores abajo, como generando un ambiente. Un lugar.
SM —Te van revelando cierta atmósfera. Yo le llamo cierto «espesor de aire». Ese espesor de aire siempre te dice dónde estás: el espesor de aire de una playa es distinto al de un bosque. Eso te lo dan las escalas y claramente las texturas de los sonidos que van de fondo, ligados con los bajos de los sintetizadores. Esos reverb que van por atrás. Uno se tiene que imaginar la música no como algo plano, sino como algo que a partir del trabajo sonoro va apareciendo en distintos lugares. Uno puede decir «este sintetizador está acá, arriba». En ese posicionamiento de elementos está lo que te decía del espesor de aire.
—¿Sienten que lograron plasmar esa idea en el EP.01?
G —Hay que ser sincero igual: a pesar de todas nuestras ideas de hacer paisajes, lugares y ambientes, falta un mundo para sonar mejor. Somos conscientes de que este es el primer paso. El EP.01 es un demo de lo que se puede llegar a hacer. Nos falta un mundo para sonar mejor, para poder retratar este ambiente muy a lo Brian Eno. Estos lugares y ambientes se arman cuando tú haces música más lenta. Eso es lo que caracteriza a Nva Picton. No nos subimos al carro de la electrónica rápida. Por eso mismo, después de que se terminó el proceso, la ligamos al downtempo. Nuestra línea estilística es súper oscura. Está todo compuesto en notas menores. Nva Picton no tiene un carácter feliz. Fue hecho en un momento de transición emocional cuático.
—¿Cómo logran retratar ese carácter en vivo?
G —Nva Picton se exacerba en vivo. Hay saxo, las canciones y el formato cambian. Ya no es tan introspectivo como el EP. Es bailable, nos pasamos al house. El show es un continuo, entre tema y tema. Es una fiesta. No para nunca. Estamos muy pegados con el formato de DJ live set. Nva Picton es una banda, no un DJ. Tocamos mirándonos. De lado al público porque ahí hay harta interacción. Hay conversaciones, como en el jazz.
SM —Nosotros improvisamos mucho. De repente nos dan ganas de irnos a otra cuestión que habíamos ensayado y lo hacemos. Para eso tenemos que estar mirándonos, hay que lograr cierta sincronía de los movimientos. Nunca vamos a sonar igual que el concierto anterior, o el que viene.
—La francesa Margaux Bello canta en “Animales” y “Franjas” —donde también firma como letrista—, ¿cómo funcionó esa colaboración?
SM —La Margaux es una de nuestras mejores amigas. La conocimos un día y la escuchamos cantar. Por lo menos a mí, siempre me había llamado la atención la voz femenina. Ella ya había escuchado nuestra música y le gustaba mucho. Ella es francesa y estaba viviendo en Chile desde como hace un año y medio. La invitamos al proyecto y ella colaboró con la voz y, además, la escritura de la letra de “Franjas”.
G —Tiene una voz muy cálida ella. Yo escribí “Animales”, también en francés. Estudié arquitectura en Francia como un año y eso marcó harto el estilo de Nva Picton. Allá me involucré mucho con el movimiento de toda la música que hace Air, Tahiti 80. Yo estuve allá hasta el auge de Justice y todo el french house. Me llené mucho de eso y se expresó después en la banda. Finalmente, fue no tener miedo de escribir en francés. Lo rico de todo es que es consecuente y la canta una francesa.
—Bello volvió a París hace un tiempo, ¿buscaron que Nva Picton fuese una banda así de abierta y colaborativa?
G —Nva Picton no es una banda cerrada. Andrés ahora se va a Berlín en una semana más. Se va por un año y medio. Y pretende comenzar a mover a Nva Picton allá, sacarse unas fechas. Tenemos también a Margaux en París, que también quiere hacer algo. Eso habla de una forma de crear una banda en la cual todos sus integrantes sean libres. Pasa que hay muchas bandas que se arman y están como todos casados con ella, y si se va el bajista, puta, queda la cagada y todos se pelean. Andrés se va a Alemania, pero si yo tengo la oportunidad de tocar acá en Santiago voy a tener que buscar a otro guitarrista.
Hace algunos días Nva Picton presentó su nuevo single llamado “Momento”, que cuenta con la participación de Pablo Muñoz (De Janeiros) en la mezcla y co-producción: