Perdidos en la traducción

por · Mayo de 2013

Siempre se habla de que las traducciones de los títulos de las películas dejan mucho que desear, pero las canciones y los discos anglosajones fueron una obstinación por varias décadas.

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No se trataba solo de escaleras al cielo o de rapsodias bohemias. Hubo un par de generaciones en nuestro país que crecieron sabiendo que “Runaway” de Del Shannon era “Fugitiva”, que “Helter Skelter” de los Beatles era “A troche y moche” o que el “Harvester of Sorrow” de Metallica se trataba en realidad de un “Cosechero del dolor”.

Porque las traducciones de los nombres de canciones y discos anglosajones fueron una obstinación por varias décadas, y uno de mis contactos de Facebook revivió el tema al recordar que el “Houses of the Holy” de Led Zepellin se llamaba acá “Recintos de lo sagrado”.

Siempre se habla de que las traducciones de los nombres de las películas dejan mucho que desear, sobre todo cuando son tan libres que se alejan del original. Allí están para confirmarlo Perdidos en Tokio (Lost in translation) o La novicia rebelde (The Sound of Music) para no ir más lejos.

De Elvis a Pat Henry

Curiosamente en el caso de las canciones y discos el asunto es aun más fuerte, puesto que su origen es hasta legal. Como sostiene David Ponce en su libro Prueba de sonido (Ediciones B, 2008) y también González, Ohlsen & Rolle en Historia social de la música popular en chile 1950-1970 (Ediciones UC, 2009), las primeras canciones rock y pop anglo que sonaron en nuestras radios en los cincuenta lo hicieron traducidas.

Por esas fechas, las reglamentaciones de transmisión radial eran tan draconianas que no dejaban mucho espacio para la música que no fuera cantada en castellano.

Por ello, emprendedores como Camilo Fernández hallaron un nicho en realizar versiones en nuestro idioma de los hits estadounidenses, a menudo interpretados por muchachos más chilenos que los porotos que llevaban británicos nombres como Pat Henry o Sussy Vecky.

No fue ello solo un fenómeno nacional, sino que uno de extensión continental y panhispánica, cuyo ejemplo más señero fue acaso el mexicano Enrique Guzmán, quien con “La plaga”, interpretada por su banda, los Teen Tops, perpetraban un cover hispano de “Good Golly Mis Molly”, de Robert Blackwell y John Marascalco y arrasaban para siempre los charts.

Patas de elefante o Foot of Elefants (Seems Legit!)

Cuando el mismo Camilo Fernández lanzó su sello Arena en los setentas, con compilados de canciones yanquis más oscuras o hippies, siguió el camino. En negras letras de imprenta discográfica los volúmenes pasaban sin más al español y también los títulos de las canciones. Algo que si uno se da el tiempo de buscar los LP llamados “Capissimo”, “Todo Mezclado” o “Explosivo”, asegura algo parecido a la felicidad.

Incluso cuando los LPs dejaron de cortarse en Chile a inicios de los ochentas (Rosario Salas, 2001), los cassettes seguían invocando cosas como “Bésame, bésame, bésame” o “Contigo o sin ti”, que ponían en su lugar a aventuras traductoras como “Cama de rosas” de Bon Jovi o “Soy una mujer” (“Fading like a Flower”) de Roxette, claramente inspiradas por ABBA en Español, que es considerado por Frank La Rosa, como uno de los peores discos de la historia.

Por supuesto que el punto de llegada y el inicio del fin fueron las osadías acometidas por estrellas poperas mexicanas con la música de los ochentas. Si no me creen vean los siguientes dos videos. Jaw dropping.

Ejemplos

Veamos algunos ejemplos de traducciones de canciones y discos.

Los discos canónicos de los Beatles eran en este extraño sistema:

Por favor, compláceme.

Con los Beatles.

La noche de un día agitado.

Los Beatles a la venta.

¡Socorro!

Alma de goma.

Revólver.

La banda del sargento Pimienta.

Los Beatles.

Calle Abbey.

Déjalo ser.

Estos son los tracks de … y justicia para todos de Metallica:

LADO A

“Obscurecido”

“…Y justicia para todos”

“El ojo del observador”

“Uno”

“La varilla más corta”

LADO B

“Cosechero del dolor”

“Los raídos extremos de la cordura”

“Vivir es morir”

“Víspera de la muerte”.

¿Se acuerdan de otros ejemplos?

Perdidos en la traducción

Sobre el autor:

Ricardo Martínez (@terceracultura) es PhD en Lingüística de la PUCV y Magíster en Estudios Cognitivos y Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas, con mención en Lingüística, de la U. de Chile. Fue asesor musical de la serie de Canal 13 Los 80 y se desempeña como profesor en la UDP.

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