Piedra roja: Si recuerdas los 60, es porque no estuviste ahí

por · Diciembre de 2010

Entusiasmo, mucha improvisación y hippies. Por todas partes. Los primeros en Chile. Enloquecidos por el LSD y las anfetas, con días sin dormir y sexo libre. Niñas que no volvieron a sus casas y de fondo: Los Blops, Los Jaivas y Aguaturbia. O no. De eso trata básicamente Piedra roja, el Woodstock a la chilena […]

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Entusiasmo, mucha improvisación y hippies. Por todas partes. Los primeros en Chile. Enloquecidos por el LSD y las anfetas, con días sin dormir y sexo libre. Niñas que no volvieron a sus casas y de fondo: Los Blops, Los Jaivas y Aguaturbia. O no. De eso trata básicamente Piedra roja, el Woodstock a la chilena que un grupo de estudiantes del barrio alto santiaguino organizó en octubre de 1970 y que el periodista Antonio Díaz Oliva investigó para acabar con el mito y ajustar algunos datos con la leyenda.


No hay cervezas ni colillas de cigarro. Dos muebles de biblioteca rodean un portátil donde Díaz Oliva termina una novela que saldrá durante 2011 por Alfaguara. Entre algunos apuntes y la mirada de una foto de Paul Simon con Arthur Garfunkel sobre el Bookends, comienza esta conversación grabada. Disclosure: soy amigo de Díaz Oliva. Dicho lo anterior, me imagino que al igual que otros interesados en Piedra Roja: El mito del Woodstock chileno (Ril Editores, 10), observo con atención lo narrado por sus páginas. Mi diagnóstico es que Piedra roja– el libro- funciona como el retrato de una sociedad flanqueada por dos frentes, los que pese a ser antagónicos en sus intereses, coyunturalmente han coincidido en la crítica a una nueva tribu, que absorbe a los jóvenes de la década, principalmente desde la experiencia de Woodstock y las mediáticas cintas Easy rider (69) y Woodstock: 3 Days of Peace & Music (70).

Trato de unir cables.

¿Cuál fue tu primer acercamiento a un festival masivo?
—Fui a Slane Castle en Irlanda, que se hace una vez al año y queda en un castillo la raja donde han tocado U2, Bryan Adams y Madonna. Fui el 2003 cuando tocaron los Red Hot Chili Peppers, Foo Fighters, Queens of the Stone Age, PJ Harvey, Morcheeba, Feeder– una banda que nunca ha pegado mucho- y Snow Patrol. Todo en un día. Y está el castillo, está el escenario y es una loma para arriba. Lo otro que me sorprendió, porque en ese tiempo no pasaba acá, era gente chupando en vasos gigantes. Los irlandeses son buenos para chupar. La cultura es chupar y que no quedé la cagada. Ese fue mi primer festival, llevaba tres semanas en Irlanda, adaptándome a la cultura y fue la raja ver a los Foo Fighters y a Queens of the Stone Age antes de que se fuera Nick Oliveri. Años después, en 2005, fui al Cosquín Rock en Argentina. Creo que fue el segundo o tercer Cosquín porque fue la vez que no se hizo en el pueblo sino que en un lugar que se llama San Roque. El primer día era gratis y podía entrar todo el mundo. Tocaba Charly García y tenía que salir a las 8 de la noche, pero salió a las 12. Tocó igual la raja, tres horas y la última media hora puro Pink Floyd. Ahí experimenté lo que era un verdadero festival porque era con carpa, conociendo gente, carreteando y era muy barato, Argentina estaba más o menos mal. Es la raja lo que se da, pero también es muy cansador. Dormís mal, te acuestas temprano, el calor no te deja dormir y para peor nos entraron a robar a la carpa. Es muy diferente un festival como lo que es hoy a uno de los 70s. Son otras dinámicas.

¿Por qué?
—Porque Piedra roja o Woodstock nacieron por un impulso de la gente, antes que grandes organizaciones. Son consecuencia de una efervescencia de lo que pasaba en ese tiempo. Ahora, los festivales son partes de la normalidad. En Inglaterra se hacen cada año, son parte de paquetes turísticos y ayudan al turismo de la ciudad.

Festival de Los Domínicos

¿Cómo te acercaste a Piedra roja, porque ciertamente no lo viviste?
—Con Palomita blanca [de Enrique Ladourcade], como casi todos lo leí y me metí el concepto de Piedra roja. Creo que a muchos nos pasó. Lo tenía por ahí rondando, como esa leve noción de un festival Woodstock en Chile. El segundo paso importante fue cuando leí Se oyen los pasos de Gonzalo Planet [periodista y bajista de la banda Matorral], en ese libro hay una pequeña parte sobre Piedra roja y fue la primera vez que leí algo que informaba qué había sido Piedra roja. Encontré que era interesante y que podría haber ahondado más. El suceso daba para una investigación más grande, pero se entiende que su libro iba por la parte de explicar el rol dentro de esa época. Ahí me quedé con la idea…

¿Y por qué la tomaste?
—Después, tenía que hacer la tesis y busqué un tema que me interesara investigar. Como estoy más relacionado con la literatura pensé mucho hacer algún tema literario, como esas biografías de Parra o artículos de Juan Luis Martínez o Bolaño, pero quise salir de la litaratura para hacer algo más pop y cercano a la música, y pensé en Piedra roja. Me acordé que además de Gonzalo nadie más había investigado Piedra roja.

¿Cómo partiste?
—Lo primero fue por prensa. En la Biblioteca Nacional. Por dos meses, todas las tardes después de la universidad: microfilm [fotocopia exacta] de todos los diarios desde 1968 hasta 1972. Tengo así un turro (dibuja un acordeón en el aire) con fotocopias de la época. Toda esa fue la primera parte. Aunque hice una pre investigación metiéndome a Internet, donde no encontré nada. En Wikipedia hay una entrevista a Los Jaivas, Aguaturbia y un reportaje de Canal 13 [del programa Testigo] cuando se cumplieron los 30 años. Encontré que no estaba bien investigado, así que después de toda la prensa llegué a una parte muy sabrosa del libro, que es cómo la prensa cubrió todo Piedra roja. Es impresionante como El Clarín [diario chileno de la época] y El Mercurio atacan a los hippies, el conservadurismo de la época, excepto una parte del libro donde habla un paco que encontré bastante abierto de mente, que dice que “es imposible callar una revolución a balazos”. Ese tipo de pensamiento, para el Chile de ese entonces, me parece interesante. Hay que entenderlo desde el contexto de Chile al fin del mundo. Gente que entrevisté para el libro, me contaba que tu ibai a Los Andes en tu camioneta y te traiai kilos de marihuana y en los controles policiales te preguntaban qué era y respondías que era caca de caballo. Los pacos no sabían porque no había cultura de qué era la marihuana y qué eran las drogas. Después de Piedra roja se empieza a legislar sobre las drogas. No había cultura y todo como ahora, que se supone que ya teniendo más información sobre el tema podemos ser un poco más serios. Los diarios empezaron a ridiculizar y darle como caja a los que eran hippies.

Claro, y te topaste con un festival inspirado en Woodstock y replicado por la élite chilena en una fiesta para conseguir dinero para una gira de estudio.
—El asunto es bastante simple: En Chile en ese entonces, la única forma de conseguir discos era a través de gente que viajaba al extranjero, o si vivías en Valparaíso u otros puertos, porque ahí venían marineros de afuera y traían discos. Era la única forma de traer ese tipo de información o de conseguir jeans, nadie tenía jeans en ese entonces.

¿Qué sonaba en esa época?
Jimi Hendrix, The Beatles, los Stones, Dylan muy poco por las letras.

¿Y cosas chilenas?
—Eso está mejor documentado en los libros de David Ponce [Prueba de sonido] y Gonzalo Planet [Se oyen los pasos]. Pero Los Vidrios Quebrados, Los Macs, Congregación, Los Beats. Todo el germen del rock chileno y del movimiento beat.

A partir de ahí: ¿Cómo tu investigación aborda la música que sonó en Piedra roja?
—Cuando te dicen Woodstock lo asocias a Hendrix, Joan Baez, The Who. Lo asocias con un concierto que entrega música constantemente, lo que no sucedió en Piedra roja. Piedra roja fue un grupo de jóvenes que se juntó en el barrio alto y la música duró un día. La importancia de la música en el mito de Piedra roja no es tan relevante. Yo no considero que este sea un libro musical en su amplitud, es un libro más social.

Exacto. Y a través de los medios de la época y ciertos relatos describes a los primeros hippies en Chile.
—Claro, en los 70s, en La Estrella documentan que están los hippies en las playas y que poco más hay una campaña para barrer con ellos. Fuguet cuando lo leyó comparó esto mismo con cuando tocó Faith No More en Viña del Mar [5 de febrero de 1991] y Passalacqua decía “please, no more“. Lo comparó con ese momento: Llega algo nuevo a Chile y los medios de comunicación al tiro atacando, no entendiendo y tratando de ridiculizar en el fondo. Es lo mismo que pasó acá. Las caricaturas que se arman de los hippies, creo que tiene que ver principalmente con que acá en Chile los hippies no tenían medios de comunicación. En Estados Unidos tenían a la Rolling Stone, la contracultura tenía una plataforma para explicar qué les estaba pasando. Es diferente si eres un movimiento o una tribu con algo donde explicar qué te está pasando.

Hype hippie

¿Y la música no sirvió como medio? Era la época de Aguaturbia con la carátula inspirada en el Two virgins de Lennon y Yoko Ono, con la banda desnuda, el pelo largo, puro naturalismo.
—Igual ellos dicen que no son tan hippies, que fueron apolíticos. La jugada de esa carátula fue para vender discos, fue marketing. No que les naciera ser hippies. Es diferente: en Estados Unidos- y lo digo en el libro- los hippies nacen en respuesta a Vietnam; en Chile, ¿a qué le estaba respondiendo el movimiento hippie? En el fondo podría ser al conservadurismo, pero tampoco pudieron canalizarlo tan bien y finalmente el movimiento hippie se tuvo que esconder y ser poco más que un outsider de la sociedad para sobrevivir. En Estados Unidos el movimiento pudo vivir dentro de la sociedad porque tenían medios de comunicación. Las bandas siguieron existiendo y la sociedad absorbió a los hippies y ahora hasta Almacenes París vende ropa hippie.

¿Quiénes eran los hippies chilenos?
—Había dos grupos. Los del Coppelia (Providencia, Las Condes) y los del Parque Forestal (San Miguel y alrededores). Por ejemplo, Aguaturbia era famoso en el grupo del Forestal. Los Jaivas, como venían de Viña- otra órbita de hippies-, eran más famosos entre los del Coppelia. Cada banda tenía fanaticadas entre esos dos grupos. Esa era la división en Chile.

¿Y cuál es el elemento diferenciador del hippie chileno? McDonald’s se instala en Chile y le pone palta a sus sandwichs.
—El hippie chileno siempre se mantuvo en la élite. El norteamericano se masificó más rápido. Piedra roja sucede días antes que Allende asuma. Y Allende asume y Chile y la prensa tienen ojos para ver qué pasa con la izquierda y la derecha. Los hippies quedan relegados y al no tener un medio pierden cualquier plataforma donde hacerse ver. Hunter Thompson puede hacer artículos de política en una esfera mainstream. Algo imposible acá. La revista Ritmo omitía todo lo que fuera hippie, no mencionan Piedra roja.

Hay un punto del libro donde hablas del mito de Piedra roja, del choque de relatos. ¿Qué es finalmente falso?
—Lo típico gente que me decía que vio a Aguaturbia tocar y que vio como Denisse, bajaba del escenario, se levantaba la polera y quedaba empelotas en el público, cosa que no sucedió porque habrían llegado los pacos y además porque Aguaturbia no tocó. Ellos me lo confirmaron. Y esos relatos me llegaron con una convicción impresionante. Tiene que ver con que uno recuerda lo que quiere recordar y va con la frase del final, de Robin Williams: “Si recuerdas los 60, es porque no estuviste ahí”. Primero, porque fue hace mucho tiempo. Luego, porque probablemente estabai drogado. Y también porque con el tiempo se ha mitificado tanto, que en el hecho versus la memoria, el hecho se ha pormenorizado. Como en esa tocata de los Rolling Stones de Altmont, donde todos dicen que cuando los motociclistas mataron a una chica negra, los Stones estaban tocando “Sympathy for the devil“, cuando es mentira. Estaban tocando otra canción [“Under my thumb“], pero al mito le queda mejor una canción así, más oscura. Los mitos se van ajustando. Por eso el epígrafe de Joaquín Edwards Bello: “poseemos una enorme capaciad para demoler los hechos verídicos y cubrir el lugar con una pátina de leyenda, de magia, de ultratumba” [Mitópolis].

El ojo de Lowry, la mirada de Díaz Oliva

Además de un montón de anexos de prensa de la época y citas periodísticas, Piedra roja incluye fotografías del festival en el lente de uno de sus asistentes, Paul Lowry.

¿Qué rol cumplen las fotos en tu relato? ¿Quién es Paul Lowry?
—Él estuvo en Piedra roja. Sus papás eran misioneros metodistas. Él vino de Estados Unidos, vivió en Temuco y estuvo en Santiago, estudió en el Nido de águilas y como los colegios high se conocían en el Coppelia, estuvo allí. Como vino de EE.UU. tenía una camara y la llevó al festival. Fue como sacarle fotos a cualquier festival de la actualidad. Además, me parece curioso como la literatura ayuda a construir mitos. Un año después de Piedra roja, Lafourcade escribe Palomita blanca, Marcela Paz Papelucho y mi hermano hippie. A través de la literatura se puede ver que la sociedad quedó marcada por Piedra roja. Más que escribir un libro de música, quería escribir un espejo múltiple que termine dándote luces sobre cómo eran los jóvenes de ese entonces y qué consumían.

¿Y miraste algún libro para inspirarte?
Los Rolling Stones en Perú del escritor Sergio Galarza y el periodista Julio Peñaloza. Trata sobre el viaje de Keith Richards y Mick Jagger a Perú en 1968 y la segunda visita de Jagger ahí en 1980 para la película Fitzcarraldo. Nunca tocaron los Rolling Stones y Perú hace algunos años no había tenido conciertos masivos. Entonces, que los integrantes hayan ido a Perú generó muchos mitos. Uno: en la tapa sale un peruano parecido a Jagger y todos creían que era el hijo ilegítimo de Jagger. A través de un hecho musical te van mostrando cómo era la sociedad peruana de esa época. Los mejores libros te hablan más allá de un simple hecho, como Red social no es una película sobre una red social, sino que es sobre toda una generación.

*Fotos FILSA: Magaly Visedo S.

Concurso
Sorteamos ejemplares de Piedra roja: El mito del Woodstock chileno por cortesía de Ril editores. Para ganar, postea comentando esta entrevista o respondiendo acá mismo: ¿Qué banda chilena de la actualidad está pintada para tocar en un Piedra roja? Recuerda incluir tus datos donde corresponde.

Piedra roja: Si recuerdas los 60, es porque no estuviste ahí

Sobre el autor:

Alejandro Jofré (@rebobinars) es periodista y editor de paniko.cl.

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