En el entretenido Física y berenjenas, el físico Andrés Gomberoff logra explicar de manera simple los grandes fenómenos y misterios del universo a través de columnas que van de las teorías científicas al humor y la cultura pop.
En 2008, el físico chileno Andrés Gomberoff fue invitado a escribir una reseña en la revista Qué Pasa y terminó convertido en un divulgador científico, que es alguien interesado en dar a entender, perogrullo dixit, lo inentendible. En esas columnas, como fórmulas de pizarrón, Gomberoff aplica dosis de humor y ciencia a los problemas de la vida cotidiana: el calor y la necesidad de una cerveza, los horóscopos y la homeopatía, o el goce de los colores de una puesta de sol en Iquique vistos desde el papel couché.
Explicando de manera simple los grandes fenómenos y misterios del universo, Gomberoff se hizo de un estilo que parece hacerle caso a Einstein, porque sintetiza lo que sabe hasta su punto más simple. «El placer del descubrimiento científico no debe estar restringido a los científicos —escribe el autor—, del mismo modo que la ensalada de berenjenas no debe limitarse al chef». De ahí el nombre de este compilado de columnas que consigue que cualquier hijo de vecino entienda lo que otros, generalmente amigos del método científico, han logrado probar y concluir pero también alejar del gran público. Porque no son pocos los científicos que complican lo que puede contarse en una anécdota de fin de semana, y los que divagan cuando hay que ir al grano. Gomberoff, que también se rige por el método científico, usa una película de Woody Allen para explicar por qué el café se enfría y por qué las cosas fallan y ya no tienen vuelta atrás: «Es la segunda ley de la termodinámica. Tarde o temprano todo se va a la mierda».
Física y berenjenas rema los mares de la razón, muchas veces opinando por encima del razonamiento e incluso atreviéndose con la reivindicación histórica: «Probablemente muchos de los científicos de mi generación nunca habrían llegado a la ciencia si no hubiese sido por la brillante serie Cosmos y la personalidad magnética de su conductor. (Carl) Sagan hizo mucho más por la ciencia contemporánea que muchos de sus críticos colegas, atrayendo a niños y jóvenes que luego brillaron en sus carreras científicas». También poniendo en su lugar a lo inconducente, la sinrazón pura: «Se caracterizan por hablar con soltura de personajes dispares (…) pasando por un sinnúmero de intelectuales desconocidos que citan continuamente. Utilizan la autoridad de todos ellos para hablar de cosas que no se comprenden. Y el hablar de modo incomprensible aumenta el efecto de autoridad, más aún cuando lo hacen con seguridad y desplante. Mejor si lo hacen con acento extranjero. En el sur de América los llamamos chantas». Pero sobre todo, como en el aikido, aprovechando la curiosidad del lector para enfrentarlo a los misterios de la ciencia: «Un sombrero abierto cuyos trucos están a la vista para todos los que deseen observar —escribe el autor—. Magia basada en evidencias, en los más prolijos razonamientos, y no por eso menos sorprendente. Magia real». La fuerza de la razón.
Física y berenjenas
Andrés Gomberoff
Aguilar, 2015
236 p. — Ref. $12.000