A veces se mueve como una marioneta, a veces parece un adolescente atormentado en el cuerpo de un tipo de cincuenta. El resto del tiempo deja su Schecter Ultra Cure balancearse para concentrarse frente al único micrófono que hay en todo el Nacional.
A veces se mueve como una marioneta, a veces parece un adolescente atormentado y completamente trastornado en el cuerpo de un tipo de cincuenta. El resto del tiempo deja la Schecter Ultra Cure balancearse sobre su vientre para concentrarse frente al único micrófono que hay para cantar en todo el Estadio Nacional.
Robert Smith como una musa del Tim Burton de Edward Scissorhands (1990), Robert Smith que promediando “Pictures of you” parece llorar pero en realidad está sudando y recuerda esa entrevista noventera en Brasil donde dice de muy mal humor «queremos volver a Sudamérica el año que viene, ¡pero en invierno!». Sudar con la cara maquillada y las manos sacudiendo la guitarra en la noche tibia de Santiago. Robert Smith como un pedazo de historia viviente: aparece como la leyenda que viaja desde el pasado, intacta, de voz inmune al tiempo, a los peinados no future y los tours por el hemisferio norte perdidos en youtube. Su apariencia es una copia de sí mismo, oculto tras una sombra como el carisma que deja entrever en la última parte de este concierto, con sus breves bailes y muecas sacados del bufón más siniestro y el interno más desquiciado de alguna cárcel de Ciudad Gótica.
Robert Smith, que por primera vez en 2013 se planta al frente de un escenario en Chile, a las 21:10 clavadas, saluda como alguien a quien recordar: se cuelga la guitarra, pega una mirada a las galerías, al cielo difuminado por los focos y la contaminación, y despacha sin palabras de más “Open”, “High” y “The end of the world”. Los guiños al Wish (1992), pero también al disco homónimo de la banda publicado doce años después.
De eso se trata todo esto: de un ajuste de cuentas de varios años, de varios intentos fallidos por traerlos, de rumores de productoras que fueron desmentidos por el propio líder de ojos delineados y ensombrecidos, porque básicamente Robert Smith es su propio mánager.
Por eso el silencio y la ansiedad de este momento.
Los años se han acumulado desde los tiempos en que The Cure y la ropa negra reemplazaban al ravotril.
Caminando por Avenida Grecia, después de ver a Radiohead en 2009, no eran pocos los que hablaban de la posibilidad de The Cure ahí mismo, del «momento de The Cure», del «ahora The Cure». Al final, ¿cuántos años pueden ser los suficientes como para ver a una banda que hizo de Pornography (1982) un himno a la desesperanza?
Todavía no son las 9 y en la espera del domingo hay casi cincuenta mil personas promediando los reportes de Emol y La Tercera, pero también hay emociones atrapadas por años, recuerdos que suenan como zumbidos. Hay, por lo bajo, dos o tres generaciones. Hay mucha gente que vino sola y que está en silencio.
Ahora las pantallas muestran el escenario vacío y allí —delante de las torres de amplificación, debajo de las decenas de focos— los setlists de dos hojas y los tapes fosforescentes que marcan los tiros de cámara, porque este concierto y toda la gira latinoamericana serán un Blu-ray a cargo de Tim Pope, el mismo tras los filmes The Crow: City of Angels y The Last King of Scotland, y responsable de varios videoclips de la banda como “Close to me”, “Just like heaven” o “Friday I’m in love”.
«Estamos filmando escenas muy íntimas: ¿qué pasa cuando una banda sale del escenario?, ¿dónde van?, ¿qué dicen?», escribió el propio director inglés en el diario de rodaje de este documental que contará con imágenes de los conciertos por la región, persecuciones de fanáticos y los ensayos.
Ahora va más de una hora de show y Robert Smith todavía no dice nada. Su calcomanía dice algo: «Citizens not subjects».
De lejos, su figura se roba la atención por sobre la impecable banda: los pasos de baile los marca el correctísimo baterista Jason Cooper, la pirotecnia —riffs extraterrestres, wah wah— pero también los sonidos más orquestados corren por el canoso y efectivo guitarrista Reeves Gabrels, ubicado justo al extremo opuesto del estático tecladista Roger O’Donnell que parece sacado de un paradero de Transantiago, junto al sólido y a estas alturas eterno bajista y teddy boy Simon Gallup.
De cerca, el mástil de uno de sus equipos tiene lunas, estrellas y soles; el maquillaje parece a punto de venirse abajo por efecto del calor de los focos y las miradas. Detrás suyo están todas sus guitarras, las que se cuelga él mismo sin necesidad de un roadie. «¿Qué quieren? ¿Algo de Disintegration o de Pornography? Es la primera y última vez que pregunto».
Robert Smith tiene el pelo del mismo material de sus letras, de esa oscuridad destruida donde confluye una sola palabra que parece sin la traducción apropiada: dark.
Puede ser un efecto acústico, pero recién en el último bis se deja sentir todo el griterío de la fanaticada local, entre medio de “Close to me”, “Hot hot hot!!!”, una colorida “Let’s go to bed” y “Why can’t I be you?”. En este tramo aparece la épica de toda la noche, el negro vuelve a ser un color, la cancha vip por primera vez salta.
Robert Smith como un manipulador de la misantropía. Robert Smith como uno de los diez o cinco más grandes de la música popular británica, acaso la más trascendente posible. A pesar de la versión más lenta de “Boy’s don’t cry” o el setlist que pareció demorar en calentar (por segundos se confundió con el tedio); recién a eso de las 12:36 del lunes, cuando la música envasada nos envió de vuelta a casa, esta noche se vio como un generoso tesoro para fanáticos: cuarenta y dos canciones, casi tres horas y media de concierto, The Cure en suelo chileno.
Setlist
Open
High
End of the world
Lovesong
Push
In between days
Just like heaven
From the edge of the deep green sea
Pictures of you
Lullaby
Fascination street
Sleep when I’m dead
Play for today
A forest
Bananafishbones
The walk
Mint car
Friday I’n in love
Doing the unstuck
Trust
Want
The hungry ghost
Wrong number
One hundred years
End
The same deep water as you
Shake dog shake
Charlotte sometimes
Primary
Cold
A strange day
The hanging garden
Dressing up
The lovecats
The caterpillar
Close to me
Hot hot hot!!!
Let’s go to bed
Why can’t I be you?
Boys don’t cry
10:15 Saturday night
Killing an arab