El guitarrista de Familea Miranda se sacrifica por nosotros desde el Parc del Fòrum de Barcelona. Acá la crónica del Heineken Primavera Sound edición 2013, un festival que agotó sus abonos en medio de la crisis.
Katafú, el guitarrista de Familea Miranda, reporta un nuevo año desde el Parc del Fòrum de Barcelona. Acá la crónica del Heineken Primavera Sound edición 2013, un festival que agotó sus abonos a punta de nostalgia y promete asistencia histórica en medio de la crisis económica y, también, la discográfica.
Día 1: jueves 23 de mayo.
Con el cuerpo, la mente y el oído (casi) en forma me preparo y os preparo para enfrentar este nuevo fin de semana de festival Heineken Primavera Sound 2013.
La noche de jueves no ofrecía en general muchas sorpresas. En mi programa no figuraban más de un par de nombres para revisar, así que recién llegado a eso de las 21:30 y luego de saludar a algunos amigos me preparé a presenciar por primera vez a una de mis bandas favoritas de la historia, Dinosaur Jr. y no estaría sólo, éramos miles de personas ansiosas y con el mismo ánimo que yo.
Con el ojo derecho apuntando a una pantalla y mi ojo izquierdo mirando el escenario no era fácil elegir visión ni concentrarse. Ahí enfrentando el público delante de su pared de Marshalls, J Mascis, con su calma habitual, Lou Barlow, con ese frenesí contagioso y un batería que no era el calvo Murph (y no he logrado averiguar quién es ni porqué ocupaba esa silla, lo que sí sé es que lo hizo tanto o mejor que el batería original), desgranaron un par de canciones de su último disco I bet on sky y repasaron grandes clásicos de sus primeros discos de los 90’s como “Freak Scene”, se despacharon la versión de “Just Like Heaven” de The Cure que fue aplaudida con rabia por el respetable que agradecía el sonido, brutal y una entrega sincera y apasionada. Correctísimos.
Luego de la pausa necesaria para recargar pilas las opciones eran o Deerhunter en el escenario Ray Ban o el ex Hüsker Dü y Sugar Bob Mould en el escenario Vice. Opté por este último por una cosa de nostalgia y por ver qué tenía para ofrecer con un trío y un puñado de canciones de su último disco Silver Age. Mi primera impresión fue «qué pequeños se ven en el escenario pero qué bien suena esa guitarra». Y es que el Mould guitarrista nunca se ha ido, su música puede ser muy melosa o muy desgarradora pero ese sonido herencia del punk ochentero sigue ahí. El sonido que él mismo inventó, melódico, rápido y urgente. Y qué mejor que desmostrárselo a una audiencia festivalera saltando por el escenario interpretando 5 ó 6 canciones de Hüsker dü como “I Apologize”, “I don’t know for sure” y otros himnos.
Al volver al punto de reunión pude espiar el final de la última canción de Deerhunter y los rostros de la gente de haber sido afectados produndamente por su música así que tal vez debería ponerles más ojo en un futuro cercano.
Pasada ya la medianoche la curiosidad me llevó a conocer y escuchar las canciones de Grizzly Bear, una banda americana que a un servidor le pareció no mucho más que un grupo correcto y romanticón. Tal vez la originalidad y encanto aparente vaya por su enfoque orquestral, no lo sé. Ignorante de su propuesta me sorprendieron por el arrastre que tiene su música tan melosa, todo lo contrario a la banda que sonaba mientras decidí marchar a casa:
Death Grips y su hip hop abstracto, oscuro y degenerado que me acompañaron de ruido de fondo cuando llevaba ya un par de kilómetros pedaleando camino al descanso.
Esta noche más y mejor.
Día 2: viernes 24 de mayo.
El Viernes la temperatura bajó considerablemente en el recinto del fórum. Viento frío y gente desprevenida con necesidad de abrigo, así que algo me dice que ese día el stand de merchandising vendió más camisetas que nunca.
Lo temprano de la programación: un detalle incomprensible para mí que pongan a tocar a los sevillanos Pony Bravo a las 17:50 (y a otras bandas españolas con peor o mejor suerte) cuando muy poca gente ha llegado al festival hizo que me los perdiera, lamentablemente, pero no dudo sobre lo correcto y divertido de su show.
Al entrar por la tarde el primer escenario con el que toparse es el de Myspace, donde ya habían tocado días antes —entre otros— Norma de Argentina y La Big Rabia de Chile. Ahí pude ver el inicio de Tokyo Sex Destruction, una de las bandas locales más legendarias del catálogo del sello BCore, mezcla de Mooney Suzuki y Make Up, es decir, punkfunk inflamada con cuotas de James Brown y MC5.
En el escenario Primavera alcancé a divisar a una de las tantas bandas modernas que completan el line-up de este festival, los británicos de Peace, veinteañeros estilosos haciendo sicodelia, lo que parece ser una tendencia de esta década. Cada cliché del estilo estaba aquí y a decir verdad no me pareció nada muy original.
El cambio de ubicación del escenario ATP si bien se entiende por una cosa de capacidad ha hecho más difícil la procesión del público, son casi 10 ó 15 minutos caminando desde el centro de festi, bajando escaleras para llegar a una de las esquinas más lejanas del recinto y la verdad ir y volver es casi una tarea que se piensa 2 veces.
Pero la cita era triple esta noche así que de todas maneras valía la pena el esfuerzo, cómo no. Om, la banda de la gente que antes era Sleep, un rock lento y mántrico comandado por Al Cisneros que sedujo al público curioso de sonidos más experimentales y extremos. La banda transitó por un rock minimal, son alguna mezcla de música árabe, cantos hindúes, metal y free jazz gracias al aporte de un pianista/guitarrista/percusionista y los golpes certeros de un batería sólido como Emil Amos.
Para matar la espera me dejé arrastrar por amigos hasta el escenario principal donde ante un lleno total Django Django hizo felices a sus fans más fiesteros.
Nada muy emocionante tras el quinteto sicodélico británico.
En el mismo escenario una hora más tarde ocurría la cita anual con Shellac, la banda de Chicago comandada por Steve Albini, quienes hace más de 5 ediciones se han convirtido en la banda de la casa y no han dejado de tocar cada año demostrando por qué son una banda de culto, un animal de las tablas que sabe bien cómo echarse a sus fans al bolsillo. Aunque tardaron unos minutos en empezar por algún problema técnico, el arranque fue espectacular con “Canada”, viniendo de la nada. Personalmente esperaba alguna sorpresa y afortunadamente no fui defraudado. Al menos 4 canciones nuevas sonaron entre otros clásicos como “Copper”, “The Sad Song”, “My Black Ass” y “Crow” para terminar después de 50 intensos minutos con la performance habitual en la que dejan al batería solo con su caja mientras desmantelan el resto de los tambores y se cierra el telón. Un punto a mencionar es la declaración de Albini a su público referida a la belleza de los asistentes (hombres y mujeres): «You are the most fuckable people in the world» (Sois la gente más follable del mundo). Por algo será.
Tras la intensidad de Albini y los suyos fui afortunado de poder ver un par de temas de The Breeders quienes interpretaban su disco Last Splash al completo y sentí la alegría de poder verle las caras a las hermanas Deal, sencillas, transparentes, talentosas y buenas personas. Aunque sea por esas 2 canciones valió la pena la carrera desde una punta a la otra del Fórum.
Tinariwen, banda tuareg de Malí, entretuvo e hizo bailar al público con sus sonidos ancestrales y desérticos mientras la procesión esta vez me llevaba a ver a la banda americana Neurosis.
Lo de estos monstruos no tiene mucho nombre. Si bien está basado en el punk y el hardcore en algún momento abrazó el doom y el metal atmosférico e hicieron escuela con él. La misma alineación clásica salvo un batería nuevo y el quinteto se paraba desafiante presentando algunos temas de discos antiguos y también joyas de su último disco Honor Found In Decay. La falta de proyecciones/visuales no se echó en falta, la gente se entregó a mover la cabeza tras cada riff profundo y convulsionándose en los momentos épicos y más espirituales de los americanos. Una lección en sonido de rock, pesado, apocalíptico que lleva más de 25 años en la lucha musical independiente.
Después de este desfile no me quedaba mucho ánimo para soportar o apreciar bien a Swans, a quienes ya vi el año pasado y sabía que sinceramente una hora de concierto se haría muy dura. No quise sin embargo perderme su introducción con la canción “To Be Kind” abriendo un manantial de densidad y entrega oscura y mala leche como sólo Michael Gira y sus apóstoles sabe preparar.
Día 3: sábado 25 de mayo.
El sábado comenzó temprano para lograr ver a los Betunizer, power trío amigo de Valencia que hacen un noisepunkfunk retorcido y preciso como un misil. A pesar de la hora el escenario Pitchfork presentaba una concurrencia considerable. El trabajo de esta gente se alimenta del rock aternativo de los 90’s y algo del postpunk de mediados de los 80. Su buena onda pese a lo crudo de su música es contagioso y la gente se los hizo notar bailando y dejándose llevar por su contagioso swing.
The Sea and Cake comenzó flojito y siguió flojito un buen rato más hasta que me dejé llevar por la masa y accidentalmente aterrizé para ver a Melody’s Echo Chamber, una chica parisina muy mona que saltaba junto a su banda en el escenario Pitchfork con una propuesta indiepop y un sonido que me recordó a ratos a Siouxie and the Banshees.
En el intermedio entre conciertos me asomé para ver a Dead Can Dance, una banda que respeto desde hace años y su sonido me pareció impresionantemente delicado.
La cantidad de gente presenciándolos daba fe de lo trascendente de su propuesta entre distinto tipo de público.
Junto a Rodrigo Santis (Congelador, Quemasucabeza) nos acercamos a ver el concierto de Perrosky quienes se presentaron en el escenario Adidas ante unas 200 personas. La verdad es que creo que los hermanos Gómez han evolucionado mucho desde la última vez que los ví en Chile. Alvarito convertido en maestro de ceremonia, casi más que el mismo Perrosky, haciendo participar a la gente y un puñado de buenas canciones bailables convirtieron el pequeño recinto en una fiesta ranchera y blusera. Un concierto muy correcto, engrasado por los años de carretera. La verdad muy complacido por la performance de los colegas chilenos.
La noche tenía nombre el nombre de Nick Cave y mucha gente lo sabía y lo deseaba. Las hordas emprendimos el éxodo al escenario más apartado del P. Sound para, atentos, escuchar lo que tenía para decir el australiano (aparte de presentar nuevo disco). Junto a una versión bastante agresiva de los Bad Seeds salió a predicar su poesía cruda desde el escenario con contorneos felinos para luego bajar al foso y saltar sobre la valla de seguridad mezclándose con la primera fila de fanáticos en éxtasis. Se mantuvo ahí un par de canciones, entre las que no faltaron “Red Right Hand”,”Tupelo” y una versión casi irreconocible de su éxito “The Mercy Seat”.
Un set salvaje, sin concesiones, sin abusar de baladas y directo al corazón. Uno de los puntos buenos, sino el más alto del festival.
Al volver al área central no pudimos evitar presenciar un par de canciones de Los Planetas, quienes interpretaban en completo su disco Una semana en el motor de un autobús de 1998. La gente coreó cada canción al detalle, entregados cantando al cielo. Nunca había dimensionado lo importante que son en la historia del pop ibérico.
Otra versión de Primavera Sound termina y esto crece cada vez más. Es curioso saber a dónde van a llegar desde aquí. Siendo humanamente imposible ver todo lo que uno quisiera en cada versión de festival y habiéndome perdido varias bandas “importantes”, solo espero que mi curiosidad musical
en algo coincida con la vuestra.