El domingo 20 de marzo será el momento de Snoop Dogg en la explanada del Parque O’Higgins.
Me acuerdo que fui al primer concierto de Snoop Dogg en Santiago el año 2007.
Me acuerdo que tres semanas antes, la productora DG Medios confirmó que sería en la Pista Atlética y que vendrían Soopafly y B-Real de Cypress Hill.
Me acuerdo que había dos canchas separadas por vallas papales y mucha gente, tal vez demasiada.
Me acuerdo que cuando terminó B-Real, las rejas se vinieron abajo y la nube de marihuana se transformó en una nube de gases lacrimógenos lanzados por las fuerzas especiales.
Me acuerdo de un muchacho en silla de ruedas que pasó muy rápido por encima del metal aplastado.
Me acuerdo que Snoop Dogg vino en plan de gangsta rapper y que entre canción y canción hacía el gesto de cargar un arma.
Me acuerdo que aterrizó con banda completa y un concierto de G-funk y rap con bajo y batería es algo alucinante.
Me acuerdo que el foso de los reporteros gráficos era considerablemente amplio: los fotógrafos temían que robaran sus cámaras.
Me acuerdo que Snoop Dogg tenía un semblante violento.
Me acuerdo que no se parecía en nada al profético de las trencitas y los ojos achinados, cuando se presentó varios años después en plan reggae como Snoop Lion.
Me acuerdo de su camiseta deportiva blanca y su micrófono con accesorio pimp.
Me acuerdo que detenía algunas canciones y la gente gritaba y Snoop Dogg se quedaba congelado hasta llenarse de insultos.
Me acuerdo que hizo lo que todos más o menos esperábamos: “Nuthin’ but a G thang”, “Gin and juice”, “Who am I?”.
Me acuerdo que en la parte clave de “The next episode” gritó: «What the fuck we do, Chile?».
Me acuerdo que se entusiasmó con el «olé olé olé olé / Snoop Dogg Snoop Dogg» y trató de alargar e improvisar.
Me acuerdo que nunca fue un tipo versátil, sino más bien movedizo.
Me acuerdo que ese año había salido “Sensual seduction” y tenía un video de la puta madre.
Me acuerdo que no la tocó.
Me acuerdo que Pharrell Williams había estandarizado el pop y normalizado las FM.
Me acuerdo que hizo “Beautiful” y “Drop it like it’s hot” como quien se entrega al funk y a la música disco, lo que equivale a un músico de rock haciendo un disco lounge a los 50.
Me acuerdo que uno de los buenos momentos fue el cliché de los conciertos de rap: “Jump around”, de House of Pain.
Me acuerdo que detuvo la canción para alcanzar a bajar y saltar, a lo mejor es un recuerdo falso.
Me acuerdo que homenajeó a 2Pac con “California love” y “2 of Amerikaz most wanted”.
Me acuerdo que unos meses después de que mataron a Tupac, el periodista Neil Strauss fue a entrevistar a Snoop Dogg y el rapero le pidió si podía llevarlo a comprar pañales.
Me acuerdo que cuando volvió a Chile en 2011, para el festival Maquinaria, cambió algunos integrantes de su banda por bailarinas.
Me acuerdo que saltó al Club Hípico con “Carmina Burana”, exactamente como en el increíble The Up In Smoke Tour del año 2000.
Me acuerdo que rayé mucho tiempo con ese concierto histórico para el rap de la Costa Oeste.
Me acuerdo que siempre pensé en un video como la mejor forma de empezar un concierto con varios invitados.
Me acuerdo que hizo “P.I.M.P.” de 50 Cent y “Signs”, que originalmente hace con Justin Timberlake.
Me acuerdo que vino en plan de fiesta.
Me acuerdo que su show terminó con fuegos artificiales.
Me acuerdo que verlo en su hábitat, al año siguiente, en Coachella, compartiendo escenario con Dr. Dre, fue una imagen imborrable.
Me acuerdo que tributó a Nate Dogg y rapeó con Wiz Khalifa, Kendrick Lamar, 50 Cent y Eminem, todos relegados a un segundo plano.
Me acuerdo de la presencia escénica de un tipo de casi dos metros con un micrófono metálico que parece una manopla.
Me acuerdo que en su música Snoop Dogg cambió de forma sin variar la fórmula: sexo, marihuana, rimas y negritud orgullosa.
Me acuerdo que ningún disco de Snoop Dogg me importa tanto como Doggystyle.
Me acuerdo que puse “Ain’t no fun” en una fiesta y me miraron tan raro que aún puedo verlo.
Me acuerdo que Snoop Dogg se robó el protagonismo de esa joya de Dr. Dre llamada The Chronic y que ahí empezó todo lo que vendría después.
Me acuerdo que cuando Frank Ocean salió del clóset, Snoop Dogg le dijo a través de la prensa que podía ser un cantante pero no un rapero.
Me acuerdo del video en donde aparece con Katy Perry.
Me acuerdo que una de las razones para confiar en el holograma de Tupac Shakur, en Coachella, era verlo a su lado, completamente compenetrado en su actuación.
Me acuerdo sentir que estaba en un momento importante de la música: viendo a un artista muerto moviéndose en forma de haces de luces y que solo así podría ver a alguien como Biggie Smalls.
Me acuerdo que le perdí el rastro a su discografía.
Me acuerdo que alguna vez tuvo como productores a Kanye West y Damon Albarn.
Me acuerdo de la introducción que grabó para una canción de Gorillaz.
Me acuerdo que en el videojuego Call of Duty: Ghosts aparece como instructor y que ha tocado para las tropas estadounidenses.
Me acuerdo que después de esa lúcida entrevista con Neil Strauss, donde habla de su salida de Death Row Records, olvidó la bolsa de pañales en el auto.
Me acuerdo que firmó un contrato de manera inocente y que el sello, a pesar de las ventas millonarias, en lugar de dinero le pasaba Rolls-Royce, áticos acomodados, una Hummer, cadenas de oro y relojes Rolex.
Me acuerdo que cuando dejaron de pagarle, se retiró y publicó el discreto Da game is to be sold, not to be told.
Me acuerdo que Bush, el disco medio futurista y simplón que sacó el año pasado, tiene un par de buenos momentos, pero nada relevante.
Me acuerdo que a pesar de esas canciones horribles que ha publicado el último tiempo, no sé, con gente como PSY, sus conciertos responden a un puñado de temas inamovibles en los últimos veinte años.
Me acuerdo que Eminem también estará en el próximo Lollapalooza y que, aunque toca el sábado y Snoop Dogg el domingo, los dos pisarán esta misma ciudad.
ACTUALIZACIÓN: Lollapalooza Chile anuncia que, debido a razones personales imprevistas, y ajenas a la producción, Snoop Dogg ha cancelado sus presentaciones agendadas para los Festivales Lollapalooza de Brasil, Argentina y Chile. En su lugar se presentará Brandon Flowers, vocalista de TheKillers, quien ha cultivado una exitosa carrera solista, con dos álbumes lanzados a la fecha, Flamingo en 2010 y The Desired Effect.