Revisamos lo último de la banda de rock mestizo de Santo Barrio
Fue hace ya 14 años que, con su aparición, Santo Barrio nos recordó que las más recordadas bandas nacionales –Los Jaivas, Los Prisioneros– son aquellas que se atrevieron a experimentar con el mestizaje, logrando la conformación de un rock sudaca que revive raíces criollas a través de los códigos del rock, con un primer trabajo (Tumbao Rebelde) que, con mirada urbana y local, revisitó el rocksteady, el punk y una ensalada de ritmos afrolatinos.
Ha pasado bastante agua bajo el puente, desde la etiqueta de “banda revelación”, hasta la partida de dos de sus integrantes más emblemáticos, primero César Farah, luego Cristóbal González (hoy ambos en Gandjarvas), y Santo Barrio retorna con su cuarto disco, La Carta Bajo la Manga, que continúa la senda de sus últimos trabajos: desde la independencia discográfica, con melodías oreja y una alta calidad compositiva, de arreglos y ejecución.
La Carta Bajo la Manga, grabado en los estudios Madera & Agua, propiedad de Quique Neira, a cargo del sonidista Óscar López, abre con una épica “Sueño del Sol”, reggae cuya letra se estructura desde la retórica imaginada del indigenismo moderno, conjugada con la lírica nerudiana (no olvido el paso del monte / puerta del sol / escucha nuestra voz / sueño de todo sueño del sol / por una raza unida / revolotea el cóndor / dibuja nuestro destino), que será la tónica de gran parte del disco.
El disco continúa repasando ritmos cadenciosos, bailables, con muchas percusiones pero con guitarras distorsionadas. Resaltan las cumbias “Por los muertos”, con la colaboración del mismo Quique Neira, con un sonido casi acústico, uno de los temas fuertes de la placa; y “La cumbia espacial”, un repaso a la cumbia tradicional chilena, aquella que interpretan las sonoras, con la temática de la femme fatale latinoamericana, aquella que te derrite mientras baila en esas noche de copas y sudor. El reggae también toma una importancia especial en el álbum, como en “Un paso más cerca”, tema que recuerda a Los Pericos del Mistic Love, o las más cercanas a las sonoridades afrocubanas (“La carta”, “Yo llegaré”) o los compases brasileros de “No te pierdas” que siguen la escuela de Os Paralamas, Skank o nuestro Joe Vasconcellos. Así, el Santo Barrio se ha expandido a una fiesta continental, con todas sus características: dolor, llanto, gritos de lucha, pero también en su calidad e intensiones, estando perfectamente al nivel de bandas como Desorden Público, Dr. Krápula, o cualquier banda continental de similares características.
El disco cierra con la rabiosa “Diga la Plata”, una oda anticapitalista contra el dinero y el consumo: “porque con plata se compran balas / porque con plata se tasan gobiernos”, dejándonos un disco con aspiraciones internacionales, de muy buen nivel, en el que un nuevo Santo Barrio, un octeto liderado por Iván Nuñez y con la inclusión de un otrora invitado Luis “Lito” Peral (Los Inkultos) como frontman a cargo del rap y el raggamuffin, despliega su virtuosismo a la hora de abordar el rock mestizo made in Latinoamérica.