Se acabó el alboroto y ahora viene el tiroteo

por · Marzo de 2016

Sobre Radiopharm de Familea Miranda.

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Sobre Radiopharm de Familea Miranda.

1.
Alguna vez leí en una entrevista que el único plan literario de Perec era que cada libro que publicara no se pareciese en nada al anterior. Y quienes lo han leído —y no es necesario haber repasado su vasta bibliografía— lo saben: desde esa minuciosa descripción de una casa que es La vida: instrucciones de uso, pasando por Me acuerdo —tributo del autor a Joe Brainard—, Tentativa de agotar un lugar parisino o el pequeño pero ambicioso Especies de espacios, hay en todos esos textos, disímiles aunque siempre con el sello característicos del francés, una necesidad por no repetirse, por agotar los registros que la literatura misma le provee. Esto, sospecho, como parte de su fiel militancia en la OuLiPo, vanguardia presidida por Queneau. Me doy esta vuelta para dar cuenta de un fenómeno, evidente para cualquiera que esté más o menos al tanto del devenir de la cultura desde el siglo XX en adelante: que a pesar de las quejas pesimistas de un Lipovetsky —estoy pensando específicamente en La era del vacío—, ese espíritu que, sabemos de sobra, partió con los dadaístas y fue la semilla que luego estallaría con el punk y su posterior evolución en el post-punk, parece no declinar a pesar de que vivamos el tedio de la era post-todo. Y eso se nota en el nuevo largo de Familea Miranda (en adelante FM), Radiopharm (BCore, 2016), un disco que si bien sigue las inflexiones que iniciaran en el magnífico Dramones, demuestra que los chilenos asentados en España gozan de excelentísima salud.

2.
La banda, que a estas alturas podría ser considerada de culto, ha forjado una larga carrera en donde se han paseado por el primer post-rock de bandas como Slint o esa escuela que inconscientemente iniciara Talk Talk en el denso Spirit of Eden, mezclada con la siempre ruidosa búsqueda de Steve Albini con Shellac o algunos hijos pródigos de Dischord Records como Fugazi o Jawbox. En este sentido, FM es probablemente una de las bandas más inclasificables que han salido del underground chileno, sólo comparables con otras de corte más explícitamente experimental como Tobías Alcayota. Un dato no menor a la causa puede ser la procedencia de Katafú, que formara parte de otra clave de la música alternativa local como lo fue Supersordo. Eso y su salida del país, en una primera instancia siguiendo la senda de Fiskales Ad-Hok y La Floripondio, podrían darnos algunos claves de esta isla ruidosa compuesta además por Milo Gomberoff y Álex Farré. Mientras en Chile, SCD mediante, se explotaba hasta el hartazgo un concepto tan polimorfo como inútil como el «rock chileno» —nota aparte: ¿qué mierda es el tan mentado «rock chileno»? Recuerdo la famosa «Cumbre del Rock Chileno», que en sus comienzos contaba con bandas como Weichafe, Machuca, Los peores de Chile y que luego terminó con Manuel García, Francisca Valenzuela y Nano Stern (!) como cabezas de cartel—, FM siguió fiel a sus influencias haciendo discos reposados como FM o el poliédrico Ensayo/Error, donde se dan el lujo de hacer sus propias versiones de “Palomita”, de Inti Illimani, o “Academy fight song”, de Mission of Burma.

3.
Pero pasemos a lo que nos compete: el disco comienza con “Cocowawa”, un instrumental que se asemeja a sus ya clásicos ritmos, con un Gomberoff cuyas líneas de bajo no se limitan a seguir las guitarras sino más bien a construir sus propias líneas rítmicas, mientras Farré arremete que acompañan los tránsitos loudQuietloud en clave FM. El siguiente track, “MM”, es una re versión que conocimos primero por una versión acústica que filmaran hace unos años con la gente de Yatoka, que también sería incluida posteriormente en su disco Dramones bajo el nombre de “Mujer Metralleta”. “Caballo de alquiler” es otro instrumental que nos remite a la época de Ensayo/Error —por ejemplo, “The Legañon”—, con protagonismo absoluto de Katafú y sus siempre impredecibles riffs. En “Lorem” vuelven con esas letras que a ratos resultan extrañas y sugerentes al mismo tiempo, como «a nadie le gusta el dolor para sí mismo o lo busca en abrazarlo solo porque es dolor» o «tanta misericordia afecta la prosperidad, los televisores dicen esto mismo que duele sobre la ciudad y se hace mierda una copa, piedra y ladrillo vuelven a ser barrio» en “Secuestradores”. “Guerra Nuclear” es la siempre inesperada canción en donde los formatos estallan. Acá, en colaboración de otros músicos del under europeo y con samplers y vientos, nos llevan por una canción que nos recuerda al desenfreno de James Chance o a los experimentales ritmos del Minuteflag, esa colaboración que en su momento hicieran Black Flag con Minutemen.

4.
El año 2012, y en un gesto de fraternidad con otras bandas que circulan por pequeños bares y carreteras europeas, FM graban un disco en conjunto con dos bandas checas (Lyssa y OTK) y una de Cataluña (Picore). De aquí proviene “Brut Nature”, octavo corte del disco que, al igual con “MM”, reversionan ajustándose a los parámetros del disco y cuya letra podría tener algunas reminiscencias a la situación de España: «Horror, que traten de levantar a un país, hay sangre por toda la Rambla Badal y hombres que nunca partirán». “Bon Preu” es puro estallido, guitarra y bajo en diálogo sónico, para luego decir: «Consigue un buen precio / destroza mi hogar / construye un colegio / dejadme gritar / analiza, economiza / anarquista, economista». El oyente sabrá qué hacer con las letras: chiste negro, desencanto o cinismo, están ahí para acompañar canciones que escapan a las estructuras tradicionales. El disco cierra con “Memorias en las manos”, continuación perfecta con el ánimo anterior: una batería que va marcando compases que van cambiando como el estado de ánimo de un maníaco-depresivo. El cierre de un disco que, a diferencia de sus placas anteriores, sigue fiel a algo que los propios miembros de la banda han reiterado en varias entrevistas: su esencia está y estará siempre en sus presentaciones en vivo.

5.
Probablemente los discos de FM nunca estén en las grandes listas de la música chilena junto a otros como el Corazones de Los Prisioneros o el Fome de Los Tres. Y eso, visto desde la perspectiva que la banda ha elegido para construir su carrera musical, probablemente sea un logro absoluto. Habrá que esperar a una próxima gira por el país para ver cómo estos nuevos y potentes cortes saltan del estudio a las tablas. Por mientras, podemos conformarnos con que Radiopharm inunde de ruido dondequiera que suene, fieles, de forma inopinada, a un espíritu de vanguardia que busca siempre ampliar los límites que los formatos ofrecen.

Se acabó el alboroto y ahora viene el tiroteo

Sobre el autor:

Jonnathan Opazo Hernández (@ensayo_error) es autor de Junkopia y mantiene el blog lacitadeunacita.

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