¿Se acabó el sueño liberal?

por · Marzo de 2022

El historiador Philipp Blom está preocupado por los peligros que acechan al mundo actual. En “Lo que está en juego” (Anagrama, 2021) realiza un diagnóstico y propone una terapia. Eckart Löhr, ensayista e investigador sobre ética ambiental, considera excelente el diagnóstico realizado por Blom, pero insuficiente la terapia.

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Por Eckart Löhr. 
Traducción: Patricio Tapia
 

Philipp Blom ha demostrado ser un gran conocedor y admirador de la Ilustración, más recientemente con su libro Gente peligrosa, publicado en 2010, en el que retrata a los protagonistas más importantes del Siglo de las Luces y sus ideas. Cuando dice al final de la introducción que las obras de la Ilustración radical, “muestran lo que hemos ganado desde su época y lo que podemos llegar a perder otra vez”, es ese entonces exactamente el punto en el que comienza su libro Lo que está en juego. Porque Blom ve a las democracias liberales occidentales precisamente en medio de este peligro. Una mirada a Estados Unidos y varios países europeos muestra que no se equivoca en su juicio.

La dialéctica de la Ilustración

Para Blom, la democracia es un golpe de suerte histórico, “un experimento atrevido con un resultado abierto” y el sueño liberal con la libertad y los derechos humanos es “el sueño más hermoso que la humanidad haya soñado jamás”. Sin embargo, según el autor, este sueño se está viendo comprometido. Para documentar esta destrucción, Blom se aboca acuciosamente al lado oscuro de la Ilustración, su “dialéctica”, como ya la describieron en detalle Adorno, Foucault y otros.

Su crítica está provocada sobre todo por el hecho de que el liberalismo de los países occidentales está siendo tapado cada vez más por el pensamiento fundamentalista del mercado y, por lo tanto, gradualmente se está aboliendo a sí mismo. Además, acusa a esos países de una interpretación selectiva de los valores humanistas. Nos gustaría reclamarlos, mientras nuestro sistema económico capitalista, que está estrechamente relacionado con la Ilustración, explota a otras personas y países a menudo sin tener en cuenta las pérdidas. Esta situación habría dividido el mundo en dos campos, el “mercado” y la “fortaleza”. Eso significa, por un lado, aquellos que pueden participar de la prosperidad y siguen beneficiándose de la globalización, y, por el otro lado, una gran mayoría de perdedores, a los que les gustaría volver a un pasado supuestamente mejor, el que por supuesto nunca existió.

Además, Blom ve los mayores desafíos para las democracias liberales como son: la digitalización y la pérdida de puestos de trabajo asociada, el cambio climático con todas sus consecuencias negativas y lo que él llama volver al relato de las personas en vez de los consumidores. Cuando Blom escribe respecto de la digitalización que las máquinas, una vez que se vuelvan conscientes, eliminarán a los humanos como superfluos, esa es una tesis bastante escabrosa. O vio demasiado Terminator o leyó demasiado a John Gray, quien en parte aboga por teorías parecidas.

Además de todo esto, quizá el mayor problema para el autor es el hecho de que el Occidente liberal ya no puede formular un objetivo común en la actualidad. Después de 1945, según Blom, todavía era la creencia en un milagro económico constante lo que mantenía unida a la sociedad. Pero hoy sólo “viviríamos en las estructuras ruinosas de un sueño de posguerra”. Y si, al final de su análisis de nuestra situación actual, Blom también ve paralelismos con la República de Weimar y su caída, la conclusión de sus consideraciones es todo menos positiva, incluso si señala que el futuro aún no se ha escrito en ninguna parte y que la humanidad siempre podría tomar caminos diferentes.

Conversión del modelo económico occidental

Según Blom, “es necesario un cambio radical en el modelo económico occidental”. Él es cautelosamente optimista y justifica este optimismo con una mirada al pasado, donde siempre ha costado un largo respiro hacer valer cosas como la igualdad, la aceptación de las minorías, etc. Así que espera una “nueva ilustración” de la sociedad civil y se pregunta “si el sueño liberal puede recuperar la energía emancipadora que hizo posible que reinventara el mundo”.

El autor nos muestra cómo podría ser este nuevo mundo en uno de los últimos capítulos, que, sin embargo, representa la parte más débil de este libro, por lo demás muy legible. Porque aquí Blom habría tenido la oportunidad de presentar alternativas reales al modelo económico expansivo y consuntivo imperante. Desafortunadamente, está satisfecho con la mera extrapolación de los desarrollos positivos actuales al futuro, con un suministro de energía descentralizado y una cría de animales apropiada para cada especie. Además, sobreestima el papel de la tecnología en la solución de nuestros problemas y no menciona una sola palabra sobre su posible daño colateral: las palabras claves son ingeniería genética. Todos los buenos proyectos que están surgiendo actualmente no resolverán nuestro problema fundamental porque tal vez son lo correcto, pero lamentablemente lo son en el sistema equivocado. El sociólogo y psicólogo social Harald Welzer, quien por cierto coincide con algunos de los análisis de Blom, ya reconoció astutamente que “mientras un modelo cultural como la cultura de que todo se conserve siempre íntegramente, la transformación de uno de sus elementos se traduce en una optimización del mal”. Incluso si el autor sugiere trasformaciones revolucionarias, todo sigue siendo muy vago y difícil de comprender. En consecuencia, se dice que no quiere “diseñar un mundo ideal, ni una utopía”. Considerando el fracaso de las grandes utopías sociales del siglo XX, esto es del todo comprensible y, sin embargo, necesitamos utopías concretas y no sólo el statu quo que extiende hacia el futuro las buenas ideas. La Ilustración misma fue, es y seguirá siendo una gran utopía.

Con este libro, Philipp Blom proporciona un excelente diagnóstico de la situación actual. Todo aquel que quiera comprender lo que está sucediendo en este mundo debería, por tanto, detenerse en sus análisis. Sin embargo, después del diagnóstico, como es bien sabido, llega la terapia y la propuesta de ninguna manera es suficiente para controlar los enormes problemas a los que nos enfrentamos actualmente en todo el mundo.

Artículo aparecido en re-visionen.net, 21 de agosto de 2017.

¿Se acabó el sueño liberal?

Sobre el autor:

PANIKO.cl (@paniko)

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