Ritmo Machine: sí, maestro

por · Abril de 2012

Sí, maestro

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El Perry’s stage es una caverna tribal, oscura, húmeda, refrescante. Un Zion desmarcado del paisaje “originario” de esta edición, con selknams de Tierra del Fuego gigantes y diabladas de La Tirana fintando la gravedad en zancos, imponiéndose en gigantografías que cuelgan de las estructuras de los dos escenarios más grandes ahí en la explanada del parque. Logrando escenas tan surreales como ver a Alex Turner rodeado de diablos de Pozo Almonte y a Björk Guðmundsdóttir entre enormes yaganes.

Pero esto es sobre el Arena. Esto es bajo tierra, de vuelta en la cueva cuando Ritmo Machine toma la posta de la fiesta que antes empezó Adrianigual y que, en quince minutos de recambio, se tiñe de un negro tan opaco como el sonido de la guitarra de C-Funk (Los Tetas) y el bajo de Pancho G (Mawashi). Los músicos invitados que escoltan los costados para dejar al centro al inquieto MC Chico Claudio, al cerebro de esta banda que es Latin Bitman y al otro integrante de peso, Eric Bobo. Hay que remontarse al Harlem de los 50 para describir el sonido de mecánica funk y mezcla de ritmos, del dúo de Bitman y Bobo. Básicamente por la escuela de Willie Correa, que le heredó el apellido al percusionista cuando acompañaba detrás de los timbales y las congas a Tito Puente. O cuando la pianista Mary Lou Williams lo apodó “Bobo”, en pleno clímax del jazz latino y afrocubano, hasta figurar, por ejemplo, en el impecable “Inventions and dimensions” (63), de Herbie Hancock.

En algún momento Eric Correa le siguió los pasos. En la misma gran manzana donde brilló su viejo, y ya como Eric Bobo, se unió a la mejor época de Beastie Boys: en la gira del Check your head (92), listo para grabar las cumbres Ill Communication (1994, donde se luce en “Bobo on the corner”) y Hello Nasty (1998); además de formar con Cypress Hill, con quienes subió al escenario de Woodstock 94, y con quienes recaló en Santiago de Chile, para la primera edición extranjera de Lollapalooza, donde explican en sus comunicados “comienza el proyecto”. Esa es una mitad de Ritmo Machine: detrás de las congas, el bongó y los timbales va la percusión latina, la mezcla de ritmos brasileños y afroamericanos de Eric Bobo, que entre los redobles cierra los ojos y hace volar las baquetas y golpea el splash con los dedos.

La otra mitad es el cerebro a cargo de las tornamesas, un mixer y un omnipresente Traktor Dj Studio, que completan el entramado musical de beats, dub y la destreza para el scratching del chileno Latin Bitman.

El resultado es una vibra de fiesta, que le debe mucho al cemento de la periferia de las grandes capitales latinoamericanas, las camisas floreadas de una playa como Ipanema y a como pega el sol en esta parte del continente. Llegó tanta gente para escuchar versiones de Summertime, Insomnio (ambas de Latin Bitman), Sígueme, Maestro y Sabe, que el contraste fue violento con los pocos curiosos que se quedaron hasta el show del dúo Surtek Collective.

// Fotos: Eleonora Aldea.

Ritmo Machine: sí, maestro

Sobre el autor:

Alejandro Jofré (@rebobinars) es periodista y editor de paniko.cl.

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