Skrillex: «¡no mames, güey!»

por · Marzo de 2015

El carisma de Skrillex todo lo soluciona. Ni siquiera las graves fallas técnicas, que cortaron la música en más de una oportunidad, lograron frustrar la experiencia de verlo mezclar.

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Para el primer día de la quinta versión del festival había un encargado de encender la fiesta: Sonny John Moore, conocido primero por su look, después porque ya se había presentado en Lollapalooza, y luego, y más importante, por los sonidos que genera con sus máquinas y, por supuesto, su repertorio dubstep. Lo conocemos mayormente por ser Skrillex y lo recordaremos —entre varias otras cosas— por cumplir todas nuestras expectativas en su segunda presentación —esta vez en un escenario grande—, con Recess (2014) bajo el brazo, y con la energía necesaria para sacudir a miles de extasiados por el potente efecto de sus mezclas.

Los que pasaron el día completo en la oscuridad del d-Box, se ubicaron frente al Coca Cola Stage con varios grupos de curiosos, y así, segundos antes del show, la cantidad de personas se hizo incalculable. El público se compuso en su mayoría por peinados de fantasía, pelos de colores, ropas negras, y chicas de vestidos cortos y tacones altos listas para sacudirse. La excepción se hizo presente en aquel padre que acompañó a su hijo, en un principio con mirada curiosa, para terminar moviendo la cabeza al ritmo de un bombo robotizado.

Eran más de las ocho cuando el calor se apagaba y la expectativa subía con la melodía de los primeros segundos de “Take ü there” —de Jack Ü, su proyecto con Diplo—. De pronto apareció Moore, tras su mesa de DJ y con un brazo en alto pegó un grito: «¡Viva Chile!». Resultado: descontrol instantáneo, que a partir de ese momento guiaría una hora y media de baile desenfrenado bajo los efectos del dubstep. Ni siquiera las graves fallas técnicas, que cortaron la música en más de una oportunidad, lograron frustrar la experiencia. El carisma de Skrillex todo lo soluciona, y cuando bruscamente se detuvo la base del primer tema, Sonny sonrió para lanzar un divertido: «¡No mames, wey!».

En el show, se escuchó y se bailó de todo, bajo un juego de luces que cruzó el oscuro cielo de Santiago. Los gritos aumentaron, los movimientos descoordinados se volvieron epilépticos, como si se recibiera un impacto eléctrico al ritmo de sus conocidas “First of the year (Equinox)”, “Scary monsters and nice sprites” y “Make it bun dem”, interrumpidas por juegos improvisados de Moore, que hicieron cantar y reír a un público entregado y cómplice. La hora lo indicaba y el final llegó con “Cinema”, mientras Skrillex contaba que Chile tiene su corazón. Continuó con un grito desgarrador «¡Fuerza mapuches!». Dio las gracias y se retiró entre la euforia.

Cuando las luces se prendieron, se pudo ver a aquel padre abrazado a su hijo, sumándose a la emoción con sus gritos: había logrado vivir y comprender los efectos del dubstep.

Skrillex: «¡no mames, güey!»

Sobre el autor:

Diego Hidalgo Urtubia

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