Ya está en cines Star Trek Into Darkness, la secuela de J.J. Abrams que viene a confirmar que en 2013 el mundo de los blockbuster cinematográficos ha andado a los tumbos.
Durante este año, el mundo de los blockbuster cinematográficos ha andado a los tumbos. Tras un 2012 donde resaltaron The Avengers y The Dark Knight Rises, el 2013 ha sido más que nada ensayo y error. Marvel ha salido favorecido con resultados exitosos como Iron Man 3 y la sorprendentemente entretenida Wolverine. Por otro lado tenemos las grandes decepciones: Man of Steel, el reboot de Superman que mientras más se piensa más pierde bonos la película, y Pacific Rim, que con el puro concepto debió quedarme claro que era insultantemente mala. Pero no, la vi igual, y comprobé la teoría.
¿Entonces qué quedaba? Star Trek: Into Darkness, la esperada secuela del reboot de J.J. Abrams de Viaje a las Estrellas, que a Chile llegó a tres meses de su estreno en el resto del mundo, probablemente para darle privilegio en salas a Superman (buena…). Por eso, a estas alturas basta con tener conexión a Internet para haberse llenado de spoilers sobre la película. Pero no importa, Abrams estableció un hype suficiente con la primera parte de esta nueva saga el 2009, y un tráiler a toda raja de esta secuela como para, de todas formas, estar ansioso de verla en pantalla grande.
Into Darkness retoma la historia del joven capitán de la Enterprise, James Kirk (Chris Pine) y su primer oficial Spock (Zachary Quinto), un año después de los eventos de la primera película. La Flota Estelar es objeto de un atentado terrorista por parte de uno de sus propios comandantes, el enigmático John Harrison (Benedict Cumberbatch), que después de divertirse un rato con bombas y helicópteros con metralletas, escapa de la Tierra y es misión de Kirk y compañía darle caza.
Por el tráiler y el mismo título de la película, Into Darkness insinúa que estamos frente a una historia oscura, a lo The Dark Knight, donde veremos múltiples dilemas morales, héroes caer y el mundo —como lo conocemos— cambiar. El problema es que la película se queda en ese verbo: insinuar. Construye mucho para finalmente crear poco. Parte a un ritmo acelerado que hace pensar que estamos frente a algo grande como la película de 2009, pero cada segundo que pasa pierde solidez y se transforma en algo cada vez más insípido.
No es insufrible, pero es extremadamente olvidable. Tiene algunas fortalezas en la actuación, con Chris Pine siendo un protagónico cada vez más sólido y entretenido, y algunos roles secundarios que pasan casi desapercibidos pero son notables, como las intervenciones de Karl Urban como el Dr. Leonard McCoy. Pero sobre todos destaca Cumberbatch, que se roba todas las escenas en las que aparece con la intensidad y permanente sensación de amenaza que implica su villano. El problema es que las escenas para darle rienda a su actuación son pocas y esta se pierde en la falta de profundidad de su personaje, cuyo trasfondo no está bien construido y es confuso.
El problema del villano también se extiende a todos los otros conflictos que insinúa —volvemos al término— la película. Supuestamente tenemos que sentir algo cuando nos presentan lo difícil de la relación entre Kirk y Spock, o entre Spock y Uhura, o los complejos de liderazgo de Kirk, o el odio de Harrison hacia la Flota Estelar, pero todos esos conflictos son abordados de manera superficial. Como que en el fondo no pasa nada. La película se pierde entre las múltiples aristas dramáticas que abre. Ese punto no sorprende cuando te acuerdas que Damon Lindelof es uno de los guionistas, y ya en Lost había demostrado su incapacidad para cerrar historias.
Into Darkness tiene escenas entretenidas y no es derechamente una mala película. Pero es insípida y una gran desilusión, lo que a veces deja un sabor más amargo. No es una película que uno recuerde en un mes más.
Si el gran pecado de películas como Man of Steel era su clímax de dos horas, el caso de Into Darkness es lo contrario: un anti-clímax de dos horas. Finalmente queda la sensación de que no pasa nada. Es como la versión cinematográfica de una canción de Lana Del Rey: supuestamente bien hecha, pero plana y sin dramatismo. Es otro blockbuster que decepciona este 2013. Me quedo con que era un muy buen tráiler.