¿Talento chileno?

por · Octubre de 2010

Crítica del programa buscatalentos de CHV

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Quizá uno de los momentos más brigidos, potentes o desagradablemente importantes de la vida es el examen de grado. Todos están nerviosos, algunos no duermen e incluso a otros les da una especie de colapso, en donde los resultados son vómitos, dolor de cabeza y una aguda molestia al colon, cosa que uno no sabe que existe hasta que comienza a doler.


Cuando estás frente a una especie de comisión de personas no gratas, no sabes qué hacer; contestas las preguntas como tratando de agradar a los académicos, más que intentar dar con las respuestas correctas. A veces todo es subjetivo y tal vez alguno de esos profesores te apruebe tu buena onda por sobre tu inteligencia.

Eso es lo que recuerdo cuando veo Talento Chileno, ese programa que busca “figuras” en gran parte del país para así llevarlas al “mundo del espectáculo” como si Chile estuviera en las lides de Inglaterra o gringolandia, que son los principales países en donde comenzó este show televisivo (Britain’s got Talent, America’s got Talent). Todos los que se paran frente a la comisión, o más bien dicho, el jurado del programa, se sienten nerviosos, como si estuvieran dando la prueba de sus vidas; cantan, bailan o cuentan chistes para así lograr la tan deseada aprobación de quienes están supuestamente capacitados para abrirte las puertas al profesionalismo.

El problema es que ellos, los que están ahí para calificarte, se aprendieron la materia peor que tú y no saben realmente de qué tema les estás hablando cuando responden; por un lado tienes a Vodanovic, el profesor que es canchero y bueno pa la talla en clases pero que te lleva enseñando la misma materia durante 29 años. De pronto se retira porque no estudió los avances que se han dado con el tiempo en su especialidad, y sin embargo lo llaman para que califique y ponga nerviosos a sus alumnos en el examen final, con su ignorancia ilustrada y su clasismo, según él, bien fundamentado. Por otro lado está la Fran García Huidobro, que sería como la alumna que iba más atrasada que tú, pero curiosamente de un día para otro se recibió y está evaluándote. Nunca fue muy aplicada y siempre necesitó de grandes grupos para terminar los trabajos de investigación que daban los profesores, sin embargo su simpatía y su tono fuerte como de patrón de fundo hizo que todos agacharan la cabeza y le pusieran sietes hasta llegar a sentarse en el deseado podio.

Pero eso no es todo, porque también te encuentras con Rodriguito Díaz, el profesor con el que nunca nadie tomó ramo porque era muy joven y tenía muy poco peso según dicen en los pasillos de la Universidad. Logró todo con esfuerzo, no hay duda, pero sin sobresalir lo suficiente.

Estos tres elementos forman en el nuevo programa estelar de Chilevisión una nomenclatura bastante simpática, extraña, y por lo mismo, muy interesante de describir.

Pero independiente de sus tres personalidades algo raras y muchas veces egocéntricas, ellos andan buscando al profesional que cuadre con el esquema mismo de profesionalismo que se exije desde 1800. Lo extrañamente inteligente les asusta y se aburren con lo demasiado complejo, porque no lo entienden, pero cuando cruza el umbral alguna gorda con pinta de esforzada y que canta opera, ellos lloran, se paran y la aplauden más que a esos raperitos picantes que tuvieron la osadía de antecederla.

¿Saldrán nuevos profesionales de todo esto? Tal vez sí, o quizá nos quedemos pegados en las Valquirias dueñas de casa que hacen llorar, como siempre, a quienes creen que deben tirar el llanto simplemente porque esa música parece “culta”, mientras los que luzcan diferentes tengan que esperar a envejecer y engordar para que así su examen de grado sea más creíble y socialmente aceptable.

¿Talento chileno?

Sobre el autor:

Francisco Méndez

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