Leer (y entrevistar) al escritor Tao Lin es sumergirse en una conversación delirante en la cual se salta de un pensamiento a otro, de la sonrisa a la carcajada (y luego al llanto).
Una (no) entrevista a Tao Lin
Desde Nueva York.
Leer a Tao Lin (Nueva York, 1983) es estar dispuesto a perderse. Al menos para mí, leerlo es sumergirme en una conversación delirante en la cual se salta de un pensamiento a otro, de la sonrisa a la carcajada (y luego al llanto), pasan las horas, pasan las estaciones, pasa la vida. Su última novela Taipei, recientemente traducida al español y distribuida por la editorial Alpha Decay, sigue la vida de Paul y sus novias, sus deambuleos por la ciudad, el consumo de drogas, y una sensación de viaje y posibilidades infinitas. Por primera vez en la obra de Lin conocemos a un personaje en su presente y su pasado, conocemos a sus padres, experimentamos una y otra vez el desencanto. Entrevistar a Tao Lin fue también perderse. En extremo generoso y amable, no contesta lo que no quiere contestar, si bien puede describir en detalle la forma en que le gusta dibujar hámsters o se da el tiempo de buscar el link de una canción que quiere que escuchemos (e incluso adjunta la letra traducida al inglés). Tao Lin pide perdón luego de cada respuesta que da y advierte siempre que es una persona difícil de entrevistar, aunque luego de las gracias entre signos de caritas felices.
No le gusta mucho analizar su obra, odia generalizar y prefiere no pensar en la gente como “lectores”. Queda entonces el gusto infinito de leerlo: sus poesías, cuentos y novelas en los que la tecnología dibuja mundos que desconciertan y conmueven, y los diálogos fluyen vertiginosos (aunque él dude de su influencia en la velocidad de la lectura).
—En tus libros pareces explorar el aburrimiento y la procrastinación como estados y espacios curiosamente productivos y creativos. Miranda July incluso ha dicho de ti lo siguiente: «Tao Lin escribe desde estados de ánimo que escritores menos radicales dejarían pasar –desde la flojera, el vacío, el aburrimiento. Y resulta que el reporte desde estos espacios no solo es conmovedor y necesario sino que también divertidísimo». Siempre sabemos lo que están haciendo tus personajes, especialmente en esos momentos en los que parece no pasar nada (ejemplo: «Movió íconos en su computador por diez minutos, dibujó cuatro ballenas en Microsoft Paint»). ¿Ves un potencial especial en estos espacios/momentos?
—La verdad, no veo ningún potencial especial en ningún espacio ni momento. O tal vez trato de pensar en todos los momentos como material potencial para mis libros. Tal vez es menos común leer novelas que incluyan a personajes haciendo muchas cosas en sus computadores, lo que hace parecer que yo les doy un lugar especial, pero yo también escribo de cuando personajes están atravesando los momentos más conmovedores y memorables de sus vidas. No creo que lo que yo escribo sea especial. Creo que es solo mi perspectiva y mi preferencia. Por eso, aunque me fijara solo en personajes mientras cocinan o revisan Internet, espero nunca ver eso como algo especial, porque eso querría decir que lo que otras personas hacen o están haciendo es menos especial. Y yo quiero ver todas las perspectivas como igualmente legítimas.
Saco mi inspiración de la vida, mayormente, no de las películas.
—Taipei es una novela magnífica. Y es la primera vez que llegamos a saber tanto de uno de tus personajes: sabemos de su pasado, de sus padres, mientras que en el resto de tus libros parece haber una mayor insistencia en el presente. ¿Hay alguna razón para esto?
—Gracias por darte cuenta de eso. La verdad, lo hice porque sentía que se necesitaba más información para que la novela tuviera el efecto deseado. Cada uno de mis libros necesitó de decisiones diferentes para lograr efectos diferentes, y esto es justo lo que este libro necesitaba. Veo cada uno de mis libros como algo diferente y cada uno necesita dosis diferentes de información sobre sus personajes.
—La música y el cine parecen muy importantes en tu obra. Mencionas bastante a Wong Kar-wai y tus libros recuerdan mucho a películas de él como Chungking Express. Algunos de tus personajes piensan sus vidas como si fueran películas («Todo el mundo estaba doblando cajas. Se siente como una película de David Lynch»). ¿Qué tipo de inspiración sacas de las películas? ¿Hay algunas películas o canciones a las que vuelves cuando estás escribiendo?
—Saco mi inspiración de la vida, mayormente, no de las películas. Veo películas por distintas razones, pero generalmente cuando quiero dejar de pensar en lo que escribo, no cuando quiero o estoy buscando información. Yo estoy siempre escribiendo, y estoy siempre viendo películas y escuchando música, así que no conecto algunas películas o canciones con la escritura. Las películas que me gustan son las que incluyo en mis libros. Algunas de ellas son Yi Yi, La Profesora de Piano, películas de Werner Herzog, Husbands and Wives de Woody Allen, las películas de Wong Kar-wai y otras.
—¿Cómo eres como lector? ¿Cómo te describirías como lector? Y también: ¿cuál es la importancia de la lectura para tus personajes (que están siempre leyendo de una forma u otra: a Schoppenahuer, a Jean Rhys, a Hemingway)?
—Siempre estoy cambiando. Yo solía leer ficción en su mayoría. Ahora leo más no ficción. Actualmente, estoy interesado en los hombres prehistóricos, las drogas psicodélicas, la evolución y la conciencia. Y, sobre mis personajes, siempre los veo de forma distinta. Y cada vez tienen distintas preferencias de lectura, así que me cuesta generalizar. Perdona, esto es siempre un problema para mí: en mis libros trato de no generalizar pero después en las entrevistas me veo forzado a generalizar y el entrevistador piensa que estoy siendo flojo o evitando la pregunta, pero yo siento que estoy siendo preciso y describiendo precisamente lo que siento al respecto de la pregunta. Espero que esté bien.
—Parece también que hay bastante ironía en el uso de ciertos personajes reales en tus historias (Elijah Wood, Jhumpa Lahiri, los personajes de Richard Yates se llaman Dakota Fanning y Haley Joel Osment y usan novelas de Richard Yates como mouse pads). ¿Es un intento por complicar la idea de realidad o qué es lo real?
—Sobre los protagonistas de Richard Yates: los nombres eran en realidad Michelle y Dan por gran parte del tiempo que tardé en terminar el libro. En algún momento se me ocurrió usar la herramienta de Microsoft de buscar/remplazar y cambié los nombres por Dakota Fanning y Haley Joel Osment. Me resultaba interesante seguir trabajando con esos nombres y no encontraba ninguna buena razón para volver a cambiarlos a Dan y Michelle, así que los dejé. No estaba tratando de decir ni sugerir nada más. Solo cambié los nombres y no quise volver a cambiarlos. Y, acerca del título Richard Yates, ese nombre lo menciono cinco o seis veces en la novela y decidí llamarla así. Si tuviera que ponerle un título a esta respuesta, le pondría «Cinco o seis veces» o «Ironía y sinceridad» y sería lo mismo que pasó con mi título Richard Yates.
El autor no tiene ningún control sobre cómo el lector va a leer una frase.
—Taipei y casi todas tus novelas suenan o dan la impresión de ser largas y delirantes conversaciones con una persona fascinante. El tipo de conversaciones en las que uno salta de una idea loca a otra, en las que te ríes en un momento y luego guardas silencios por horas. ¿Cuán importante es el sonido y el ritmo en tu trabajo?
—El sonido y el ritmo, la verdad, tienen poca importancia en mi trabajo. Tal vez incluso cero importancia. En general, nunca sé a qué se refiere la gente cuando habla de la musicalidad de la prosa o del lenguaje en general: es el lector el que le imprime su ritmo, su velocidad, su timbre, a la experiencia de lectura. Yo, como autor, no tengo ningún control sobre cómo el lector va a leer mis obras, con qué ritmo procesan cada fonema o “nota” del texto. Por ejemplo, la siguiente frase puede ser leída con el ritmo de «row, row, row the boat» o con la melodía y ritmo de algo del Wu-Tang Clan:
«Hoy fui a la tienda a comprar nabos y sandías pero estaba cerrado así que volví a casa y lloré».
El autor, para mí, no tiene ningún control sobre cómo el lector va a leer una frase. Es cierto que las comas y la puntuación indican las pausas pero no por cuánto tiempo hay que hacer una pausa. Tal vez solo sentiría que controlo el ritmo y la musicalidad si debajo de cada palabra incluyera información como frecuencia:16.35 hertz, etc. Pero tal vez entonces sería música y no literatura.
—Mencionas muchas tecnologías en tus historias, poemas y novelas: GPS, Gmail Chat, blogs (ejemplo: «En un momento, Paul se dio cuenta, vagamente, que la tecnología se había convertido, para él, en una forma de indicar, principalmente, la inevitabilidad y cercanía de la nada»). ¿Crees que la tecnología nos ayuda a crear nuevas ficciones, nuevas personalidades? ¿Crees que la tecnología desafía a los escritores (a ti especialmente) a usar nuevas formas de narrar?
—Yo no sé lo que la tecnología «está haciendo». Te puedo decir lo que una cosa específica puede hacer en una persona en específico, en una situación específica, pero me siento raro —o que no estoy respondiendo a tu pregunta usando mis propios pensamientos sino lo que esperaría leer en una revista— de decir qué es lo que le hace la tecnología a personas que nunca he conocido. Cuando leo una entrevista en que una persona habla de lo que la tecnología le está haciendo a las personas, o a la escritura (he dado muchas entrevistas en que yo mismo he dicho estas cosas, y me siento raro haciéndolo y lo hago de todas maneras, especialmente en entrevistas en persona), me siento alienado porque la persona entrevistada es vista como sensata e informativa, pero para mí lo que dice no suena nada de sensato. Siento que lo sensato es relativo.
Déjame explicarte lo que encuentro loco de esta situación. Siento que ni siquiera sé el efecto que una app en mi Iphone tiene en mi experiencia en estos momentos en que estoy en un laboratorio de computación escribiendo esta frase. Podría escribir algo como «esta app me está haciendo distraer», pero me sentiría como si estuviera pretendiendo ser una persona que escribiría algo como eso en su computador. Sentiría que estoy mintiendo si escribiera algo como eso porque, ¿qué significa “distraerse”?, ¿qué definición de “distracción” estoy usando? ¿Cómo puedo predecir la forma en que mi Iphone me afectará mañana o el día después? Esas son algunas de las preguntas que me siento incapaz de contestar, pero de las que estaría dolorosamente consciente si dijera que la tecnología está afectando de alguna manera a los escritores.
En cuanto a sentirme desafiado, creo que nunca me he sentido desafiado por algo. Tal vez, en relación a de dónde vienen mis ideas, puedo decir que vienen mayoritariamente de los libros. Una vez me interesé en la forma de escribir una novela en muchas secciones breves, cada una contando una escena mínima, a partir de la novela Why did I ever (de Mary Robison). Es una forma que todavía no he usado en ninguno de mis libros. Cuando miro Twitter o Facebook, y pienso en ellos en términos de escritura/narración, me recuerdan a los libros que he leído y las formas en que he entendido la narración que veo en esos libros.
En la cita que mencionas, la reflexión de Paul de que la tecnología marca la inevitabilidad y cercanía de la nada implica una cierta intuición de que si toda la materia estuviera computarizada, el universo sería una unidad interconectada que (vista como un logro de la unidad anterior a la muerte, o algo así) es una suerte de nada.
Debido a la fama que han alcanzado mis libros, parece más difícil para las personas esto de tratarme como una persona.
—Eres bastante activo en Twitter. Estás siempre vendiendo cosas en Ebay. ¿Cómo ves tu relación con tus lectores?
—Trato de no pensar en las personas como lectores. Trato de ver a cada persona como una persona única. Debido a la fama que han alcanzado mis libros, parece más difícil para las personas esto de tratarme como una persona en vez de como cualquier otra cosa que creen ver en mí, pero yo trato de promover el trato a cada persona como una persona única.
—¿Me puedes contar un poco de tu contribución al proyecto Where you are (una caja conformada por pequeños libros en los que distintos escritores ofrecen mapas de ciudades y experiencias; el de Tao Lin es un mapa delirante del aislamiento, soledad y miedo de personajes famosos como Emily Dickinson pero encarnados en curiosos “hámsters lunares” que buscan una conexión WiFi)? ¿Cómo llegaste a la idea de tu mapa? ¿Por qué hámsters (hay también otros animales en el resto de tus historias)?
—Gracias por mencionar esto. Me gustó mucho participar en este proyecto. Me gustan los hámsters como animales para ser dibujados, porque son muy simples de dibujar: solo un círculo para el cuerpo, cuatro líneas para las patas, una línea para la cola, dos círculos para los ojos, una línea para la boca y dos puntos para las pupilas. Es básicamente una cara hecha cuerpo. Y las caras, para mí, muestran las emociones de un animal más efectivamente, (si el animal tiene una cara), y yo estoy interesado en un arte que me haga sentir emociones, así que tal vez es por eso que me gusta tanto dibujar hámsters: son básicamente rostros. Para mí son divertidos y conmovedores.
Creo que no sé lo que es el amor.
—En tu colección de cuentos Bed se menciona lo siguiente: «Si el amor fuera un animal, Garrett estaba seguro de que será el Monstruo del Lago Ness. Si no existía, la verdad, no importaba. La gente hacía figuras de él, lo ponía en el agua y tomaba fotos. El engaño era lo suficientemente bueno. La idea de él. Aunque algunas personas le tuvieran miedo, desearan que desapareciera, aseguraran sus vidas para no ser devorados por él». En todos tus libros el amor y el desamor son una obsesión constante. ¿Cómo ves el tema hoy por hoy? ¿Es el amor ese monstruo todavía?
—Gracias, qué bueno que mencionas Bed. Creo que no sé lo que es el amor. Lo que citas era una idea que tenía al momento de escribir el libro, algo que me entretenía más que una idea más clara al respecto.
—¿Cuál fue la última película/canción que te sorprendió?
—Me gustó Kiki’s Delivery Service de Hayao Miyazaki. Es una película en la que una joven es una bruja que se muda a una nueva ciudad para así convertirse en una bruja profesional. Ella se siente alienada en la nueva ciudad pero también se siente motivada de tratar de pertenecer al lugar sentirse satisfecha. Me gustó mucho. Y la canción que me ha sorprendido recientemente es esta canción de Faye Wong. Y esta es la letra que alguien tradujo al inglés:
I close the room filled with insufficient oxygen
Light a cigarette and reminisce your breathing
Search my brain for unresolved disagreements
Rebuff your questions to the empty air
Putting off every time, a real reunion
I lock myself up, wishing for news of you
Self-contentedly
Rejected charm, doesn’t leave a mark
Enjoying my distance from you
Perhaps I like to reminisce you
More than I like seeing you
Perhaps I like to imagine you
More than than I like possessing you
I close the room filled with insufficient oxygen
Light a cigarette and reminisce your breathing
Scatter riddles occasionally about the floor
Rebuff your questions to the empty air
Putting off every time, a real reunion
I lock myself up, wishing for news of you
Going through time and again
Sweetly suspicious
Therefore becoming mysterious
Prolonging your curiosity
Perhaps I like to reminisce you
More than I like seeing you
Perhaps I like to imagine you
Don’t need to hold you tight
—¿En qué estás trabajando ahora?
—En mi próximo libro.
Taipei
Tao Lin
Alpha Decay, 2014
304 p. — Ref. $15.000