En el documental El Parra menos Parra está la contradicción de Óscar como el Parra que, por su larga vida en el circo, más se ha presentado en vivo, pero a la vez, como el que menos reconocimiento ha tenido.
—Para serte bien franco, estoy hasta la coronilla con tanta celebración, tanta hipérbole, tanto aplauso indiscriminado hacia el antipoeta. A estas alturas, va a terminar superando a Miguel Ángel, Leonardo, Mozart, Shakespeare. ¿No lo hallas como mucho?
Lo anterior es parte de un mail que me escribió un amigo el 3 de septiembre pasado. Dos días después, Nicanor Parra cumplía 100 años. La obra de Parra, más viva y joven que nunca, fue honrada con múltiples homenajes públicos. También, con la reciente publicación de la biografía La vida de un poeta (Sabine Drysdale y Marcela Escobar, Ediciones B) y el poemario breve Temporal (Ediciones UDP). Las exposiciones Voy & vuelvo en la Biblioteca Nicanor Parra de la UDP o Parra 100 en el GAM. Hasta la inofensiva lectura del poema «El hombre imaginario» en el Palacio de La Moneda.
Solo dos de los nueve hermanos Parra Sandoval siguen vivos: Nicanor y Óscar, el mayor y el menor. El hombre que rompió con la poesía chilena y el Parra que se escudó en un cómodo anonimato. Ahí, luego de dejar el apodo de «Huaso Parra», escondió su apellido tras los apodos de «Tony Canarito» y «Tata Picarón».
Habla Óscar Parra, en el diario La Segunda: «(Pensé) si triunfo en el mundo artístico que sea por mi mérito y no por mi apellido. Aparte, mis hermanos no me pescaban mucho. Porque yo era el conchito de la familia. El menos Parra de los Parra. Ellos eran los buenos».
Hasta que se vio con 80 años, enfermo, con ganas de dejar algo antes de morir. Lo que partió como un registro que sería entregado como «regalo» a sus hijos y nietos, se convirtió en el impecable El Parra menos Parra (2014) del director Jorge Catoni, documental que es parte de la competencia nacional del In-Edit Nescafé.
El Parra menos Parra recorre la vida de Óscar, desde el «Huaso Parra», pasando por el «Tony Canarito» hasta el «Tata Picarón». Rancheras, cuecas, tonadas o monólogos que mezclan autocrítica, humor, picardía, tristeza y chilenidad. Todos conceptos muy parrianos.
El mediometraje de Catoni es graciosísimo y crudo a la vez. No es pretensioso, no fue filmado con gran presupuesto y eso se agradece, porque, finalmente, ahí está esa autogestión que ha marcado la vida de «Tony Canarito», el rascarse con sus propias uñas.
En El Parra menos Parra está la contradicción de Óscar como el Parra que, por su larga vida en el circo, más se ha presentado en vivo, pero a la vez, el que menos reconocimiento ha tenido. Así, la película de Catoni puede entenderse como una celebración tardía y necesaria. Ante todo, como un ajuste de cuentas del hombre que, según Nicanor, siempre fue «el Parra menos Parra de la familia».