Sobre Buenas noches luciérnagas, un libro de Héctor Hernández compuesto por diarios de vida, material de prensa, fotografías, recuerdos, artículos, cartas, apuntes, emails, chat, sueños, y más.
Sobre Buenas noches luciérnagas, un libro de Héctor Hernández compuesto por diarios de vida, material de prensa, fotografías, recuerdos, artículos, cartas, apuntes, emails, chat, sueños, y más. Su hilo argumental se asemeja al de la novela de formación de un poeta, pero también a un monólogo o diálogo literario con amigos y detractores.
1.
¿Quién decide qué se cuenta y qué no?
¿Quién zanja cuál aventura, individual o colectiva, merece imprimirse en un libro y cuál no?
¿Qué algoritmo establece el límite entre Grandes y Pequeñas Historias?
¿Qué lector, crítico, académico, intérprete de signos, puede pedirle a alguien, a un poeta, por ejemplo como Héctor Hernández, alias HH, que no se atreva a contarnos su vida y menos en prosa?
¿Quién dijo que narrar la propia suerte y la de sus amigos era un gesto impulsivo, autorreferente y narciso?
2.
Ningún reflejo es sencillo. Poetas y narradores que nos hemos acercado tímidamente a nuestro yo, estamos conociendo los riesgos, encantos y precios de mirarse de cerca.
Pero contar algo que nadie, salvo tú, podrías contar, porque estuviste ahí, porque tomaste nota, porque te hizo sentido, porque te dieron ganas, es creo la libertad incondicional de la cual sólo goza el arte. Es la rosa mística que permite que nunca ninguna historia sobre y todas participen de la misma ronda.
Este libro de «memorias y de lagunas» existe en su más libre ejercicio de contrastes: entre subjetividad-objetividad, raciocinio y emoción, impulso y análisis, hemisferio derecho e izquierdo. Es un libro rizomático, construido y desconstruido en forma de loop literario cahuinero y contagioso, tan pop y enciclopédico, light y docto, un libro que a su vez contiene muchísimos libros de consulta y préstamos: el diario íntimo de un poeta cordillerano, los documentos desclasificados de mails y chats personalísimos y telepáticos entre amigos y enemigos, el dossiers de prensa de una década poética masivamente ignorada, una novela de deformación y de autoafirmación, un catastro académico de la poesía chilena más vanguardista o maldita, un recuento obsesivo de un debate que jamás será televisado, ese sobre el choque de generaciones de poetas de los 90s y los del 2000, un flujo de conciencia en formato collage, una crónica de una pandilla, la novísima, considerada como lo mejor que salió en poesía en los últimos años y que yo no tuve el gusto de conocer porque no vivía en Chile y andaba por otras veredas.
El pastiche es alucinante. La ambición enternecedora. El resultado de una transparencia que conmueve.
3.
Buenas noches luciérnagas es un libro para luciérnagas. Las luciérnagas son insectos que aparecen de noche con sus traseros encendidos. Estrellas fugaces móviles que sólo se dan el derecho a existir, a brillar, a ser felices, en la oscuridad.
Una vez tuve el gusto de ver, en BKLYN, en mi patio, una noche de verano por allá por el 2000, una manada de luciérnagas.
El 2000, me doy cuenta ahora, fue el año en que HH se iluminaba y empezaba el viaje más misterioso y nocturno que puede empezar un chico de 19 años… el viaje hacia la poesía.
Ay de mí, nos cuenta ese viaje.
En ese entonces dicen que muchos, y sobre todo Zurita, quedó eclipsado al escuchar los versos de HH, considerado El Aullido chileno: No a las respetables putas de la belleza, no a los distinguidos perros de la poesía. Nosotros hemos cantado a nuestra generación sin lograr despertarlo del miedo…
¡Cómo vine a conocer todo esto hace tan poco!, le comento a Mao por chat mientras leo Buenas noches luciérnagas, en mi casa y casi en penumbra, que es como hay que leerlo.
4.
Pienso en HH, en su propia poesía, en este libro que viene a darle un lugar en el mapa a la novísima tal como por esos años sucedía con el nuevo pop chileno.
Pienso que este libro que no sé ni quiero clasificar, no aguanta discusiones sobre sus intenciones y menos aún sobre su género. Su verosimilitud, su naturaleza bastarda, su subjetividad, abre otras preguntas menos técnicas y más existenciales.
¿Por qué HH escribió, recopiló, sus aventuras literarias? ¿Para sus amigos, para los lectores vírgenes, curiosos, morbosos, que ansiaban conocer las glorias y miserias de nuestros poetas del dosmil?
Creo que este es un libro que no le teme a ejercer su derecho a ser arbitrario y a desdecirse.
Es un libro escrito en contra del miedo a escribir.
El miedo y nada más que el miedo, es la vara estética y moral con que HH, lector furioso, separa la fea de la linda literatura. Cito: «La diferencia entre una novela, un ensayo y un poema es miedo, la diferencia entre tú y yo es miedo».
5.
Me gustan los escritores sin miedo. Son tan pocos. No sé si Rosamel del Valle era gay, pero en los últimos años Lemebel, Fuguet, Fernández no han tenido miedo al narrarse a sí mismos.
HH, descubro leyendo estas memorias literarias, es hijo de un chofer de barrio, hijo rebelde de la Democracia a la que llama Hiperdictadura, hijo orgulloso del Estado es decir del INJ y de Balmaceda 1215, hijo espiritual de Raúl Zurita el padre y de Carmen Berenguer la madre.
Maori me precisa por chat:
Héctor Hernández Montecinos es el padre o la madre de la Novísima. Y como tal, es el más profundo, justamente orgulloso, y decidoramente revolucionario miembro de la última poesía que haya salido en Chile.
Admiro esa capacidad de los poetas de ser y estar al mismo tiempo. Como los niños o los que yo conozco. El mundo es ellos y ellos son el mundo. ¿No es bonito acaso? Recuerdo la primera vez que vi a HH. Fue en una fiesta de poetas. O donde había muchos poetas jóvenes con barba y chaleco.
Llegué al lugar con otros escritores y HH al vernos, exclamó: «Ay, llegaron los narradores».
Me gustó como lo dijo y volvió a repetirlo una segunda vez, creo en Estudio Panal. La ironía es un arma de seducción algo olvidada en nuestros cándidos y políticamente correctos tiempos literarios.
Me gustó que me viera porque nadie se ve o todos simulan no verse en ciertos salones. Su capacidad de registro, de conexión con su entorno me sorprendió porque más allá de la pose, tiendo a sentir que la gente del dosmil vive medios dormida y desconectada. HH me hizo pensar en ciertos conocidos de los 90s y 80s. En alguien que estaba vivo entre los muertos.
Volviendo a la pregunta por qué lo hizo. Este libro. Por cierto, por amor. Amor es lo que transmite su lectura. Deseo de amar y de ser amado. Amor desinteresado versus pose ilustrada. Amor, pero no cualquier amor; amor del extremo… por la poesía y la amistad.
Ah, otra cosa.
A diferencia de muchos autores de su generación, este no es un libro que nace de la necesidad de matar al padre. O de buscarlo. HH tiene superado ese trauma atávico y por eso resulta tan libre y festivo su espíritu huacho. Es como si hubiera nacido no hijo, sino persona.
6.
Otra hipótesis menos sentimental.
Lo hizo porque en el fondo es un Romántico y un Historiador. ¿No es eso lo que ha estado estudiando con fervor, diarios, cartas, memorias, autobiografías de escritores chilenos, latinoamericanos, europeos? Si no lo hacía él, contarse a sí mismo y a su generación, ¿quién? Esa fue la primera lección de Goethe: escribir es siempre escribir un manifiesto generacional. HH narra su tiempo como si éste fuera único y se fuera a acabar. También recoge, creo, otra lección de Zurita: intervenir la realidad antes de que estés muerto, en otras palabras, no quedarse bebiendo en el bar, auto-flagelándose por su condición de poeta en Chile, un llanto que es como un dejá vu.
HH escribe sin parar porque conoce sus desventajas y sabe que la historia íntima de la literatura chilena es ajena a biógrafos de la corte, a las cámaras de los reality show, a los mercados literarios y el público general. Es invisible. Chile país de poetas —«mientras no seas de Chile y no seas poetas» dice mordaz— es algo así como slogan de una viña que esconde una pesadilla burlesca.
7.
Otra hipótesis: los poetas envejecen más jóvenes.
HH, a sus 37 años está seguro que ya no es tan joven. Necesita aferrarse a algo en esta caída que significa crecer, envejecer y bueno, morir.
Concuerdo con él: la única manera de reafirmar que estamos vivos y seguiremos viviendo no es tanto idear novelas, poemarios, como registrar nuestras vidas. Coleccionarnos a nosotros mismos. Un poco como esas Cápsulas del tiempo de Andy Warhol, donde guardaba recortes, papeles, basuritas, deshechos de sus viajes, compras, amigos.
HH es del club del guardián de la memoria y fetichista de la experiencia vivida.
Las cápsulas del tiempo de HH son Ensayo de vida, como las llama con mucha más modestia de lo que aparenta. ¿Acaso la vida no es eso? ¿Ensayo y error?
Ninguna vida y quizás ningún libro debería ser definitivo. Por eso a este libro habría que quererlo y luego dejarlo de querer y volver a quererlo.
8.
Más hipótesis.
Este libro se escribió solo. HH solo lo compuso. Y lo hizo por generosidad y responsabilidad política.
Nada menos que para vencer la Hiperdictadura, término inventado por él y que es largo de explicar aquí pero tiene que ver con el control de nuestra vida doméstica, cuerpo, sexualidad, intimidad, inconsciente.
Contar-cantarle a su tiempo y a su generación es una forma de resistencia y desobediencia. Es levantarse y caminar.
Buenas noches luciérnagas es eso, una caminata o un canto general. Una caminata o un canto que empieza en primera persona y termina en plural. El relato paralelo, subjetivo, off de ese otro gran relato que terminó en revuelta estudiantil. Es su forma poética de toma. Es como dice en un pasaje, «un juguete rabioso».
HH sabe, como los griegos, que la historia de un poeta es la historia de toda la poesía y seguramente de una nación. Epopeya le dicen.
Y es por eso que este libro hace algo que ninguno otro había hecho. Convertir en héroes a nuestros poetas. No los muertos canonizados, sino los vivitos y coleando.
La lista incluye a Raúl Zurita, Antonio Silva, Carmen Berenguer, Sergio Parra, Rafael Rubio, Gladys González, Paula Ilabaca, Pablo Paredes, Diego Ramírez y más… Un casting personal, único, de una teleserie que sólo veremos en este libro, porque en las teleseries de verdad, nunca hay poetas y menos en silla de ruedas.
A mí, espectadora que no ve tele, sí me interesa ver a Gladys González sentada en un bar de noche. Sí quiero leer los chats íntimos de HH. Los consejos de Paula Ilabaca. HH recopila esos cruces no planificados de cuando la pandilla aun no crecía y la adultez aún no los separaba.
La nostalgia, de haberla, se ejerce desplegando lo mejor del recuerdo: con un apego naif por las cosas tal como fueron, un cinéma verité que homenajea lo espontáneo de vivir y de escribir.
Esta crónica sobre la novísima resulta tan nouvelle vague que uno se pregunta por qué no se hacen más películas sobre poetas de Recoleta, Gran Avenida, Avenida Matta.
Me fascinan los bosquejos de poemas de HH que no terminan en ninguna parte, frasesitas tiradas como en murales en la calle, o los bellísimos consejos a alumnos que nunca conoceré. Cito:
No hay nada más hermoso que dos personas leyendo poemas al amanecer.
No hagas poemas políticos, politiza tu vida
La creatividad es el único modo de revolución admirable.
Recuerda la frase que abre Purgatorio: la vida es hermosa, incluso ahora.
Le escribo a los que serán discriminados como lo fui yo
Estas son unas memorias o memorial de lo que hizo sin querer.
9.
¡Memorias de lo que se hizo sin querer! ¡Las Cápsulas del Tiempo!
Sólo pensemos en eso, ¡en las cosas que hemos hecho sin querer!
Hagamos nuestra propia lista y escribamos un libro sobre eso, como lo hizo HH.
10.
Alguna herida quiso cerrar este libro. Lo maravilloso es que nosotros la sintamos sin verla.
Lo aún más maravilloso es que HH haya encontrado la cura.
«Para mí la literatura tiene que ver con lo que pasa, con lo que vivo, con lo que oigo en la micro, con lo que habla por teléfono mi mamá con mi tía, con la calle. Mi poesía trata de congregar gente, no de separar».
Estamos aquí por eso. Gracias a eso.