Volver a Marx

por · Octubre de 2015

El periodista y ensayista británico Francis Wheen investigó al autor de El Capital para entender el espíritu de su obra desde el reflejo humano.

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El periodista y ensayista británico Francis Wheen investigó al autor de El Capital para entender el espíritu de su obra desde el reflejo humano.

Karl Marx (Debate) es un retazo del joven alemán en todo su esplendor subversivo, desde su nacimiento a orillas del río Mosela en mayo de 1818, hasta su insularidad británica y su funeral al que asistieron solo once personas. Están acá sus aventuras editoriales y el despliegue de su escritura compulsiva de panfletos y libros, sus constantes roces con la autoridad y la policía de varios países, su exilio por casi toda Europa y sus graves problemas para llegar a fin de mes en algunos momentos de sus días como agitador político.

Padre de las ideas que transformaron el estudio de la economía, la historia, la geografía, la sociología y la literatura, «desde Jesucristo, ningún otro oscuro indigente había inspirado una devoción a escala tan grande, o había sido tan tremendamente tergiversado», anota Wheen, que es autor además de La historia de El Capital (Debate). Quizá por eso la muerte y resurrección del marxismo no es tan novedosa: en los últimos ciento cincuenta años la doctrina se ha ido transformando, apareciendo y desapareciendo a lo largo de la historia del capitalismo, en mayor o menor medida desde su declive a fines del siglo pasado con la vertiginosa e inesperada descomposición del bloque soviético.

En vida, Marx pasó de ser un temprano autor de artículos incómodos y políticamente incendiarios, a fluir en el sentido de la ciencia no solo capaz de interpretar a la sociedad burguesa, sino que de destruirla.

En la historia del siglo XX su legado inspiró a ídolos y monstruos —escribe Wheen— de la historia contemporánea: Mao, Stalin, Che Guevara y Fidel Castro se han considerado a sí mismos herederos suyos. Otra cosa es que él les hubiese reconocido como tales.

El libro, una voluminosa biografía de tapa dura colorada, incluye datos que ayudan a entender su vida privada («cuatro de los hijos de Marx murieron antes que su padre, y los dos que le sobrevivieron se suicidaron») y su amistad con Friedrich Engels, con el que formó una de las parejas intelectuales más explosivas de la humanidad: «No tenían secretos el uno para el otro. Tampoco tabúes: si a Marx le salía un inmenso forúnculo en el pene, no dudaba en hacerle la más completa descripción. Su voluminosa correspondencia es un sabroso estofado de historia y chismorreo, política económica y obscenidades de colegial, grandes ideales e intimidades de andar por casa», cuenta Wheen, que examinó con atención las cartas del autor del Manifiesto Comunista, un extraño galimatías anglo-franco-latino-alemán que prueba la estrecha relación intelectual entre ambos.

La lectura de Karl Marx se ablanda con algunas anécdotas que lo perfilan: a tres de sus hijas les encantaba el juego de salón victoriano de las «confesiones» —que hoy se conoce como «cuestionario de Proust»—. Estas son algunas de las respuestas del padre:

Tu idea de la felicidad: luchar.
Tu idea de la infelicidad: la sumisión.
Ocupación preferida: ser un ratón de biblioteca.
Poeta preferido: Shakespeare, Esquilo, Goethe.
Escritor preferido en prosa: Diderot.
Héroe preferido: Espartaco, Kepler.
Heroína preferida: Gretchen.
Color preferido: rojo.
Máxima favorita: Nihil humani a me alienum puto [Nada humano me es ajeno]

Otro botón: En uno de los epílogos titulado «Regicidio», Wheen recrea movimiento por movimiento una partida de ajedrez entre Marx y un maestro del deporte mientras espera las pruebas de imprenta de El Capital.

Son luces de reconocimiento del pensador que vio —varios siglos atrás— cómo los márgenes de beneficio de las élites económicas delimitaron los márgenes de maniobra políticos de la mayoría. El resultado fueron dos guerras mundiales y la mayor crisis económica en la historia de la humanidad. «Todo ello hubiera dejado perplejo a Marx, que fue mucho más optimista y nunca pensó que seríamos tan idiotas como para permitir que el capitalismo alcanzara esos niveles de degradación o que el socialismo se convirtiera en un proyecto autoritario».

Como escribe al comienzo del libro el doctor en filosofía y sociólogo español, César Rendueles: «volver al Marx histórico es reencontrarnos con un personaje profundamente comprometido con la democracia radical en un momento en el que era una reivindicación peligrosa (ningún país europeo, por ejemplo, instauró el sufragio universal hasta bien entrado el siglo XX). Seguramente eso es lo que hace que nos resulte tan actual. Hoy la exigencia de democracia vuelve a ser subversiva.»

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Karl Marx
Francis Wheen
Debate, 2015
432 p. — Ref. $17.000

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Sobre el autor:

Felipe Ojeda (@paniko).

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