Seis barreras para quebrar con tu chico
Correr a la mitad de la madrugada para tirarse un peo fuera de su dormitorio, enfrentarse a una noche donde no alcanzaste a depilarte, atragantarte con un flato y todo por no tener la suficiente confianza con el tipo con el que estás saliendo.
Hay barreras que ciertas parejas no se atreven a superar tan rápido. La pregunta aquí es la siguiente: ¿qué tanto se pueden afrontar esos momentos de lesa humanidad?
1. Olor a gas
El primer peo es un buen primer paso. Uno nunca sabe si va a ser un tremendo ninja en la cama, esa trampa silenciosa y bien mortal para su nariz, o un pedorreo bien sonoro que hasta lo despierte en la mitad de la noche pensando que hay una nueva marcha fuera de su casa. Importante: si fue sin sonido y él no lo noto, NO VALE, NUNCA EXISTIÓ.
2. Enseñarle lo que te gusta en la cama
No existe momento del top-10-más-frustrante-en-la-cama que cuando intentas mejorar algo que tu pareja está haciendo y él se enoja. Puede ser inseguridad o lo que sea, pero luego se da media vuelta, se acuesta haciéndote creer que se fue a dormir y las siguientes noches de sexo son “mira, intento demostrarte lo bien que lo hago».
Cuando realmente hay confianza entre los dos, puedes decir abiertamente «¿sabes? Eso que estás haciendo me gusta, pero sería mucho mejor si fuera un poco más así…». Él podrá haber tirado con mil minas, pero no todas somos iguales, y si puede darte un par de tips a ti también para hacer la experiencia más placentera, todavía mejor. Dato: NUNCA partas una oración diciendo «No…».
3. Los flatos
Los flatos deberían darse en la primera cita. Es una cosa que debería incluirse en el completo que te fuiste a comer con él, ahí tú te tomas la bebida bien rápido y ¡tarán! Flatulencia inmediata. No digo que luego andes demostrando tu talento diciendo el abecedario completo, existe un tema de escrúpulos, pero no debería ser un tema tabú. Flatos son flatos, pero no hagas lo que no te gusta que te hagan. Ejemplo: a ti por ningún motivo te fascinaría la idea de tener que soportar el olor de su almuerzo-hola-me-comí-un-bistec-a-lo-pobre-y-estuvo-súper-rico en tu cara.
4. Hacer caca en su baño por primera vez
Esto es a puertas cerradas, con llave y ojalá pudiera ser en una habitación del pánico. Digamos que se quieren, más bien se aman, pero tampoco llevan tanto tiempo. El gran tema aquí es que su espacio personal será invadido por tus intestinos. Puede ser una situación peligrosa, no lo sabes, dado que pueden suceder las siguientes situaciones:
1. Que él esté muy atento al sonido de la caída y el chapoteo.
2. Que él esté muy atento y tengas que tirar la cadena más de una vez por el famoso «flotador».
3. Que te de una buena churretera y tu ida al baño se convierta en unas vacaciones en el baño.
4. Dejar su buen «rayado de cancha» que hasta te den ganas de meter la mano para borrarlo.
5. Que por gracia divina sea el día más fétido de tu vida.
6. Ok, te doy la oportunidad de que no pase nada.
5. Tirar peluda
No, homo sapiens, no estamos hablando de tus extremos. Obviamente que a cualquier hombre le mata las pasiones una mina peluda las primeras veces que se la está tirando, pero si ya estamos en el círculo donde traspasaron las barreras y tus piernas no están en su mejor estado, ¿realmente importa? Por favor, no. No soy fan de tener un arbusto abajo, eso se puede recortar, tampoco de dárselas de europea y andar con el axila con una mata colgando, pero si está todo un poco crecidito y no en su esplendor de vellocidad, da lo mismo.
6. Que te dejen de importar todos tus rollos físicos
Este es el más importante de todos. De hecho, olviden todo lo que dije antes. Todas tenemos traumas físicos y la que se cree perfecta que salga de este blog y tire su computador por la ventana. A algunas no les gustan sus muslos, a otras el poto, las pechugas, guata, etc, etc, etcétera. Pero cuando te das cuenta que puedes estar completamente desnuda frente a él sin la luz apagada e incluso que agarre y toque todas esas partes que para ti eran prohibidas… yep, ya estamos en confianza.
Mucha teoría por hoy y vamos que la práctica hace al maestro.