De uno a diez lo pasamos bomba nuclear
“Sebastián… Isabel…”, sonaba “Occidental” y era Pedropiedra arriba del escenario incluso antes de lo presupuestado. Bautizando el Claro-LG Stage, había una tremenda banda. Será porque es el Lollapalooza, en una de esas fue porque el escenario es grande o nada más se les plantaron las ganas. Presentación completa, incluso estaban Fakuta y Felicia Morales apoyando en las voces, con pandereta incluída. Con una banda más rellena es absolutamente diferente, es un show de otra calaña. Algo admirable es que exista el intercambio entre artistas: toco para tu banda, tocas conmigo, componemos esto, componemos lo otro pero, aún así, cada uno tiene sus proyectos individuales.
Es como funcionan muchos de los nuevos más interesantes proyectos chilenos: como las coristas de hoy no son parte de la banda oficial de Pedro, como Pedro no siempre fue el tecladista/guitarrista de Gepe, ni como este último tampoco se encarga de la percusión en los shows de Pedro. Es un círculo, no vicioso, más bien nutritivo, constructivo.
Quizás hoy no había tanta gente al mediodía como lo hubo el año pasado cuando cantó Francisca Valenzuela en la edición inaugural, pero poco a poco el público se fue acercando y quedándose ahí.
Hay un tema importante que abarcar, eso sí. Parece que escuchar a Pedropiedra es fiesta. Él lo hace ver así, sus músicos también: encabezados por los dos guitarrista Federico Dannemann y Gonzalo Yáñez y el tecladista Michel Maluje y el bajista Jorge del Campo. Todos sonríen y la gente baila, la gente canta. Creo que con unos 30ºC fueron un golpe de realidad para mis oídos. Cuando nos pidió que levantáramos la mano quienes habíamos perdido a alguien, cantó “Mi mamá”, “¿Dónde estás? Estás en la pregunta, mamá. Y no tienes respuesta, mamá”. Y así fueron revolviéndose las letras de “Las niñas” y “Al Vacío”, pequeños neo himnos, junto a otras que de felicidad no tienen nada más que el ánimo con el que las canta.
Pero eso solo es una nota al margen y duda existencial, porque el concierto fue un éxito. La cara de cumpleaños no se la quitaba nadie y el público, aún cuando algunos tenían la almohada todavía marcada en la cara, estaba vivo, encantado de tenerlo. Es tan notorio y satisfactorio, también, ver la efervescencia que los chilenos tenemos por las bandas nacionales, cómo las queremos, pero también (en el medio de comunicación que sea), siempre habrá una queja de que no es suficiente.
// Fotos: Daniel Olivares.