Más que una serie, un gancho para todos los que están en cuarto medio y no cachan que hacer con su vida.
Lo primero que uno aprende al trabajar en una revista es que a nadie le interesan los nombres que salen en el colofón o quienes firman los artículos. A nadie salvo a un tipo de persona: los periodistas.
Si nadie lee el nombre de un periodista cuando está en papel, mucho menos se van a dar el tiempo de considerar a uno que ha reporteado un tema para la televisión y no lo está relatando en pantalla. Por eso, cuando uno ve The Newsroom se da cuenta que los periodistas son lo que menos importa, pero al mismo tiempo el corazón de todo. Una especie de guiño que Aaron Sorkin (el cerebro detrás de la poderosa, y también megaamericana The West Wing) le hace a esta sedentaria profesión.
La primicia es simple: America, fuck yeah, somos la prensa, perdedores, muerte a Fox News. Punto. Todo esto a través de los ojos de Will McAvoy (Jeff Daniels), anchorman de un canal de cable de noticias que se manda una cagada en un seminario universitario: de ser un tipo parcial que responde bonito a todas las cosas, se manda un discurso sobre lo cagado que está Estados Unidos. Cuando vuelve al canal, que está dirigido por un viejito simpático que usa una humita, le instalan a una nueva editora, MacKenzie McHale (Emily Mortimer), para que su programa tenga un cambio radical.
Y de ahí lo esperable: tensión sexual, personajes pavos pero queribles y discursos del estilo de HBO sobre ser estadounidense. Todo eso podrá sonar aburrido, monótono y ya visto antes –y posiblemente eso sea cierto–, pero en algún momento todo da un giro maestro: la irrealidad se deja sodomizar por la realidad. Se pone a convivir con el “oye, yo vi eso” o “justo yo estaba haciendo tal cosa cuando vi eso en la tele”. Lo importante, finalmente, no es el anchorman que se vuelve a levantar, no son los periodistas, no es el espacio hermético donde todos dan vueltas. Es la gestión de la noticia.
The Newsroom, más que una serie, es un gancho para todos los cabros que están en cuarto medio y no cachan que hacer con su vida. ¿Qué mejor incentivo para la profesión que el demandante mundo de las salas de prensa, donde cada vez que te putean se ve glamoroso? Claro, no se compara a como debe ser acá, con un sudoroso Amaro Gómez-Pablos gritoneando para que salga la nota veraniega de las minas que juegan vóley en la playa. No, The Newsroom es sobre la prensa real, la noticia viva y la gente detrás de ella, la mayoría de las veces anónimos y conocidos solo en su medio. Esos personajes que flotan en un salón inundado de información, sin nada mejor que hacer que decir lo mismo que todos dicen pero de manera diferente. ¿Cuán diferente? Con la misma idea de la América súper poderosa, defensora del oprimido, irreal y lejanamente subversiva, pero informada.