El pop está de moda en Chile, no hay dudas, y en la esquina más guitarrera y sórdida se ubican los Protistas. Acá hablan del compromiso social, su debut en Quemasucabeza y el pop salvaje.
El pop está de moda en Chile, no hay dudas, y en la esquina más guitarrera y sórdida, quizá, se ubican los Protistas. Álvaro Solar y Andrés Acevedo —voz y batería, respectivamente— formaron la banda hace cinco años, y tras dos discos en Sello Cazador —Nortinas war (2010) y Las Cruces (12)— se alistan para debutar, digitalmente, en la discográfica Quemasucabeza, su nueva casa. Sobre su compromiso social («tocar en la toma de un liceo es algo mínimo»), la tendencia popera nacional («la onda AM nos tiene reventados»), Lollapalooza («nos tuvimos que colar al VIP pa’ comer algo») y más, en la siguiente entrevista.
—¿Han sentido como un paso adelante estar ahora en Quemasucabeza?
Andrés Acevedo (A) —Sí, yo creo que sí, obviamente sí. Claro, no es que necesariamente dái un paso y como que se te abren más puertas. Lo que sí tiene un poco más fuerte Quemasucabeza es que tienen un método mucho más asentado.
—¿Menos artesanal?
Álvaro Solar (S) —Igual es artesanal. Pero lo artesanal está en toda la música chilena. Todo es muy hecho a pulso. Nosotros cuando empezamos con la banda nos imaginamos que obviamente las cosas no eran tan así. Uno va conociendo que en realidad todos funcionan como a través del esfuerzo y un poco también del hobbie, del amor a la música sin como esperar algo más. A veces. A veces. Y es bueno eso.
—¿De qué se trata este disco de remezclas de “Videocámara”?
S —Son como tres versiones de “Videocámara”, el single que sacamos este año. Pero no es un disco ni un EP, cachai, es pa’ que de alguna forma esté descargable ese single, porque no está en Las Cruces. La grabamos de nuevo y quedó buena, y aprovechamos esta instancia de entregar esta canción pa’ que se descargue con remezclas que hicieron amigos nuestros.
—¿Y quiénes son esos amigos?
S —Bueno está Rodrigo Santis, está Águilas Paralelas, que son el Pedro Dalposo, y el Arturo Zegers, que son dos amigos cercanos que tienen un proyecto como de electrónica noise, me da la sensación, pero popero igual. Ellos hicieron uno. Y Picnic Kibun.
—Ahora con el tiempo que ha pasado desde que sacaron Las Cruces, ¿qué buscaban y qué encontraron haciendo ese disco?
S —Cuando se empezó a armar el disco, las canciones, había una búsqueda de un sonido particular, que era el sonido que fuimos armando cuando tocábamos en vivo; a diferencia de Nortinas war, que fue un disco que se fue armando más en la habitación. Había una necesidad más que nada de plasmar, una necesidad de salvar lo que habíamos creado. Es la misma necesidad que va a haber cuando tengamos el número suficiente de canciones para armar un disco nuevo, cachái.
—¿Entonces obtuvieron lo que andaban buscando?
S —Sí, sí. Igual ahora yo siento que las canciones del disco están sonando mejor ahora en vivo. Bueno como siempre. Es raro eso de los discos, que dejan las canciones hasta cierto punto y después ya no se hacen cargo de ellas. Pasa mucho que uno ve una banda y dice: ¡guo!, en vivo realmente esa canción es dos veces más. En ese sentido siempre es bueno que un disco sea el punto que finalice un proceso, y el que inicie otro.
A —Siento que es un disco que puedes escuchar en cualquier momento y representa fielmente a Protistas, cachai. Me gustó el sentido de concreción que logró, las canciones todas suenan en el nivel en que las habíamos pensado. A mí me gusta esa sensación de que podís poner el vinilo de Protistas y sentís que no sea cae, que bajo nuestras coordenadas es, de cierta forma, bien infalible. Me da harta confianza.
S —También tiene una cosa que… es como mi propia interpretación del erotismo. Todo así, la melodía es como un flujo, cachái, no es un disco que te dé sobresaltos. Siento que eso es un flujo erótico y que el disco lo tiene.
—De alguna manera, al menos cuando se escucha a Protistas por sorpresa o por primera vez, uno se sorprende cuando aparecen esas frases explícitas sexuales en algunas canciones. Siempre llaman la atención, y algunas veces incomodan.
S —No sé si en realidad haya un pensamiento provocativo frente a eso. Lo que sí hay es una intención de un estado sexual adolescente. De tratar de representar eso. Desde el punto de vista no solamente de hablar del sexo sino de serlo, y por eso algunas letras pueden ser chocantes.
A —Yo creo que es una forma literaria, sobre todo. Algunos la tienen. Álvaro escribe hace tiempo sus propias letras, y ya tiene ciertas cosas que le gustan, ciertos temas, ciertas fijaciones. Pero lo que yo estaba pensando mientras Álvaro hablaba era que en sus letras hay como una expresión pueril en muchas cosas, como desprovista de adornos, y eso a lo mejor resulta chocante. Eso también está cruzado de algo fantástico, de algo medio alucinado, y eso me parece súper poético como aproximación literaria para crear estos universos.
Antes de las canciones hay algo importante que es entender por qué hay que hacer otro disco.
—¿Y ya tienen canciones nuevas como para pensar en un disco nuevo?
S —Es que antes de las canciones hay algo importante que es entender por qué hay que hacer otro disco.
A —Sí. A lo mejor es algo que antes no aparecía como una pregunta o una necesidad o formulación, sino solamente acumular canciones. Pero ahora creo que pareciera ser más importante pensarlo un poquito más.
S —Lo que sí hay es como una necesidad, y esas necesidades igual se pasan. Como que hay que hacer las cosas en el momento que hay que hacerlas. Pero no hay un apuro porque Las Cruces no ha envejecido, en parte porque igual no ha sido tan escuchado como tal vez debería. Según nosotros.
—¿Merece más notoriedad?
S —O sea es que al final te dái cuenta. Hay gente que conoce a Protistas hace poco y recién están entendiendo algo. El compromiso de hacer nueva música no es un compromiso de tener que mantener una vigencia o responderle a las personas que les gusta Protistas. O a las personas que no les gusta y demostrarles algo. Pero sí tiene que ver con una cuestión de vida o muerte: tener una banda. Igual es una pega rara.
En Chile, si tu opción no es ser masivo, estái en un problema grande.
—Aunque hayan muchas bandas y solistas súper sanos, sacando nueva música y saliendo a tocar afuera, pareciera que aún es muy difícil para los músicos seguir creciendo acá dentro. Los espacios se empiezan a acabar: da la sensación que los intérpretes superaron al espacio disponible.
S —Como que el público con el que nosotros tenemos una cercanía no es muy grande. No es lo mismo que Francisca Valenzuela o Manuel García, cachái, que son como música masiva. El problema es que en Chile, si tu opción no es ser masivo, estái en un problema grande. Es súper difícil. A la larga es muy difícil, dentro de lo que nosotros hacemos como música, entrar a un sistema que sería bacán, que todo el mundo escuchara a Protistas y todo, pero el problema es que de repente lo que hace que la gente te escuche masivamente son factores que de repente no nos interesan tanto.
—También pareciera que hay menos público que bandas.
S —Es curioso. Nosotros igual tenemos un público que es como fiel, cachái. Cabros que son muy aperrados y es divertido cachar que nos van a ver, no van por la fiesta ni por otra cosa. Se genera una cuestión como que la gente que va es muy sincera en su acto. Y la otra cosa que yo siento es que hay mucha gente que le gusta Protistas que no nos va a ver tampoco.
A —Puede que tenga que ver con esa flojera. Igual yo lo entiendo, porque a mí también me cuesta ir a tocatas. Quizá hay algo que no está funcionando en cuanto a la plataforma que no da tanta confianza.
—¿Será que todavía no se terminó de forjar una cultura de tocata, de ver música nueva en vivo?
S —¿Tú sentís eso?
A —O saltar de la idea de la “tocata” al show, que no deja de ser un pasillo. Tú le decís tocata a la gente y se imaginan llegar tarde, que el sonido no va a estar bueno. Eso está un poco más obsoleto y en general lo que uno llama tocata tiene un nivel bastante decente de sonido, cachái.
S —Anteayer tocamos en el Darío Salas y fue muy loco, porque en mis tiempos cuando se hacían tocatas a nivel escolar, era muy aperrado así. Pero ahora, aunque aperraron un montón, fueron capaces de convocar a bandas que, primero, eran mucho más viejos que ellos, y segundo, que cobran y que han salido afuera. Y es bacán porque lograron convocarlas por una cuestión que es una manifestación de apoyo, que es lo que uno puede hacer como músico. Pero por ejemplo yo toqué con un amplificador Orange, que está súper bueno, a tubo, buenos equipos. Antes era diferente.
—A propósito de eso. Tocaron en el Darío Salas pero antes participaron de otras tocatas a favor del movimiento estudiantil: ¿qué nivel de activismo político o social tiene Protistas?
S —No somos una banda que por temática planteamos una política. Sí creo que planteamos una política desde otro lado, al preferir cierto anonimato pa seguir haciendo la música que nos gusta, por ejemplo. Pero lo que pasa con los estudiantes es una cuestión como que todo el rato los están echando pa abajo, los meten en un rollo político cuando la pelea es ultra natural. Yo creo que en ese sentido sí, somos una banda asociada a los estudiantes.
—Salió una entrevista a los Astro en España que tocaba un poco ese tema. Ellos se definieron como de una generación más joven que no considera mucho el tema de la dictadura, y dijeron que «no somos los indicados para manifestarnos acerca de la política ni de nada, porque somos un grupo de nerds que solo sabe hablar de música». ¿Se sienten parte de esa generación? ¿Cómo ven el rol social o político que puede tener un músico?
S —Yo igual considero honesta esa opinión de ellos. Lo que están diciendo básicamente es decir «no somos parte de ese movimiento, y no somos nomás». En vez de vender la pomada, están diciendo que no son de ahí. En ese sentido, está bien. Ahora, yo no me siento parte de eso. No porque sepa mucho de política, porque igual yo a veces no cacho mucho lo que está pasando y me dan ganas de ser más consciente. Nosotros igual no somos una banda que tenga una temática social explícita, aunque alguna canción pueda hablar de eso, pero uno tiene una política de hacer las cosas.
—¿Pero el músico debería tener un rol político o social activo, por esencia?
A —Yo creo que hoy cada uno, como ciudadano, como persona, debería tener una postura política frente a lo que ocurre alrededor. Sea cual sea. Sea estar generando soluciones o siendo anarquista o una persona que se aísla de todo. Creo que es inevitable tener una postura política en el mundo de hoy. También hay que ser cuidadoso en la manera en que uno se adscribe a lo político. Es fácil ser político por facebook, o solamente desde la conversación. De nuestra parte, igual hay una política amorosa en Protistas. Nosotros entregamos amor, jaja. Pero eso no deja de ser potente. Mi fin va a ser siempre que la persona que esté ahí, más que pasarlo bien, pueda conectarse con algo más que lo supere un poco. Pa mí esa sensación de trascendencia es una opción política, entregarme yo a la música y que la persona pueda entregarse a eso. Pa mí eso es muy político, aunque nosotros no tenemos una bandera política.
—Pero como músicos tienen la posibilidad de dar mensajes a mucha gente, que ella los reciba y desde una posición más bien vertical. ¿Hay en eso una responsabilidad intrínseca?
A —¡Por lo mismo: es muy fácil aprovecharse del micrófono y decir algo!
S —¡No es tan fácil, weón! Jaja. Siento que si hablo mucho con el micrófono corto una atmósfera. Obviamente, encuentro significativo apoyar cosas que sentimos que vale la pena apoyar, pero eso no significa que hay un discurso. Nosotros hacemos una música que no está hablando de política, pero de ahí que vayái a tocar a una toma, es natural. Tampoco es tan importante. Es algo mínimo, no es una gran cosa. Y la gente que no lo hace puede ser que ese día no podía, o porque para montar el show que él quiere necesita elementos que no tiene.
—Sobre Lollapalooza. ¿Qué sacan limpio de ese momento? ¿Marcó un antes y un después en su carrera, visto desde ahora?
A —Yo creo que un show del tipo de Lollapalooza te marca un antes y un después. Pero no es como que tu vida cambie o todo cambie radicalmente después. Sigue habiendo una dinámica muy del esfuerzo, de seguir abriendo puertas.
—¿Y qué tan cierto fue que hubo discriminación hacia los artistas nacionales, en beneficio de los extranjeros?
S —Fue incómodo. Nosotros somos cinco músicos y nos dieron solo dos pulseras pa’ poder entrar al VIP, que es donde había comida y bebidas. Ahí inmediatamente se genera una incomodidad, es como por qué pasa esto.
—¿No les dieron ninguna explicación?
S —No. Obviamente fue solo a los chilenos a quienes les pasó esto.
A —Es molesto porque quedái como colgado frente a un festival que debería tener los recursos para poder asegurar a todos los mismos derechos. Es molesto que existan esas divisiones, no le hacen bien a nadie.
S —Al final igual nos colamos. En un momento tratamos de entrar todos y lo logramos, ¡porque había que comer algo!
—¿Sino no comían nada?
A —Pa’ los otros cabros, no. Gratis, no. No había ninguna hospitalidad funcionando, lamentablemente.
—Ustedes perdieron el año pasado a dos integrantes de la banda, y en muy poco tiempo. ¿Sienten que salieron fortalecidos de esa situación o en algún momento tambalearon al nivel de cuestionarse la continuidad de Protistas?
S —No, no pasó eso. Sí hubo momentos duros y tristes, pero nunca se nos pasó por la cabeza terminar. Si por eso hay tanto solista o dúo, porque es mucho más fácil. Se fue el Benja (Varas, bajo), llegó el Pelao (Alejandro Palacios); después se fue el Pancho (Marín, guitarra) y llegó el Julián (Salas). Esos dos procesos nos obligaron a tocar las canciones ene veces, más de lo que queríamos, así que en términos concretos salimos fortalecidos.
A —Lo bonito de esas cosas es que te hace reconocer la fragilidad de tener una banda, que era algo que no habíamos vivido antes. Empezar a ver eso inevitablemente te fortalece. Hay una fragilidad intrínseca en tener una banda, que es el hecho de que un grupo de personas se pueda juntar en un espacio temporal a desarrollar esta actividad. No es fácil. Pero que sigamos acá, que tengamos ahora más músicos, es una señal de que salimos bien parados.
S —De alguna forma al ser Protistas una banda que se junta con una responsabilidad que no es otra que la de tocar, hay mucho amor metido en el medio. Uno puede ganar plata pero, créeme, podís ganar mucha más plata en otras cosas. Obviamente hay veces en que en la balanza, de manera natural, ganan unas cosas sobre otras, y las razones por las que se fueron el Pancho y el Benja tienen que ver con eso. El Benja se ganó una beca para ir a Londres: ¿qué vai a hacer pa’ retenerlo?
—En algún momento definieron su música como pop salvaje. ¿A qué se debió esa denominación? ¿La mantienen?
S —El primer flyer que yo alguna vez hice pa’ la primera tocata de Protistas, era como la portada de un disco de Incredible String Band, y salían como globos con comentarios, y una niña decía «pop salvaje». Está desde el principio como idea, desde siempre, aunque no recuerdo por qué. Yo todavía me siento identificado con eso, porque sí tenemos una tendencia pop en términos “compositivos”, pero no tenemos la metodología del pop. Tenemos otra, diferente, pero sigue siendo música que constantemente busca la seducción popera.
—Aunque dentro del pop ustedes hacen algo mucho más roquero comparado con la mayoría de las bandas chilenas que figuran en las primeras planas.
S —Pero nos pasa que vemos bandas rock y es como, ¡weón nosotros no hacemos eso! Está todo bien pero tampoco nos sentimos parte de eso. No es porque esté mal el rock, pero ellos tocan duro, nosotros somos unos mamones al lado, jaja.
—Pero hubo como una salida del clóset popera, donde muchos revelan influencias del AM latino, por ejemplo, que antes apenas se mencionaban.
S —El AM nos tiene reventados, weón. Todos están haciendo cosas AM, todo bien, es bonito, pero es una tendencia, nada más que eso.
A —Uno podría decir pop salvaje o rock suave o lo que fuera, pero el hecho de ponerse más en la vereda del pop es por cómo escuchamos nosotros nuestras canciones. No viene tanto de la vocación de decir «yo voy a hacer pop», sino de ver que lo que nosotros hacemos tiene mucho más sentido dentro de la idea del pop.
Fotos: Claudia Valenzuela.