Hace veinte años el antipoeta cumplía ochenta, y en un homenaje que parecía despedida, el programa de Skármeta le dedicó un capítulo entero. Nicanor as seen on tv.
Mil novecientos noventa y cuatro. Se cumplían seis meses del gobierno de Frei Ruiz-Tagle, y Pinochet seguía siendo General en Jefe del Ejército. La mundialmente famosa transición. Para edulcorarla, un canal de televisión como TVN: espíritu de Estado con estructura neoliberal. Puras buenas intenciones.
Los lunes en la noche, después del estelar —Siempre Lunes, con Antonio Vodanovic y Susana Palominos, por ejemplo—, y entre una música incidental de supermercado, aparecía la pelada cegadora de Antonio Skármeta sobre un fondo de croma. Era El show de los libros, el único programa televisivo de literatura chilena que ha vivido y sobrevivido al rating. Hace veinte años, en un homenaje que también tenía un tono de despedida, se le dedicó un capítulo entero al antipoeta en su aniversario número ochenta. Difícilmente pasaría otro invierno, penso Skármeta. Pero murió Pinochet, murió Camiroaga, y vivito y coleando sigue el infinito Nicanor Parra.
Hay un momento del programa en donde desfila una serie de personajes del red set noventero, haciéndose los lindos frente a Nicanor con un cuestionario. Pasan Patricia Rivadeneira, Javiera Parra, Damiela Eltit, Cristián Warnken. Las preguntas son malas —¿qué piensas de la muerte? ¿cuándo, tío, me vas a invitar a tomar once a tu casa?— pero Parra siempre ha estado atento a los desperdicios, a sacarle brillo a lo opaco, y desde un cuaderno universitario lee sus respuestas, que no responden nada pero dejan el ambiente lleno de humor, perplejidad y tristeza.
Luego hay una conversación con el actual Premio Nacional de Literatura —:O—, donde Nicanor habla del concepto taoísta del amor, de la influencia de Nietzsche, de la sacudida que hace la antipoesía de la tradición cristiana, en favor de un rescate a lo cotidiano.