Tachar donde dice Beatriz es el primer libro de poesía de Eugenio Castillo, que dejó fascinado al poeta Raúl Zurita. Aquí parte de la historia detrás de los versos de un escritor con título de abogado.
Al leer una frase al azar de Tachar donde dice Beatriz (Camino del Ciego Ediciones) de inmediato su autor, Eugenio Castillo (33) —abogado de la Universidad de Chile—, empieza a recitar el poema completo, de memoria, sin leerlo. Aprieta las manos, endereza su espalda, frunce un poco el ceño y empieza a declamar algunas de esas palabras que empezó a escribir en 2011 tras el duelo de la muerte de su madre en 2006.
«Dedico este libro a la memoria de Constanza, mi madre biológica. Y la Beatriz de Dante es la mujer que deberá ceder a mi madre su lugar en el cielo», explica Castillo sobre este libro que se publicó en diciembre de 2014 y se convirtió en una de las principales recomendaciones de Raúl Zurita el año pasado. En casi toda entrevista, el Premio Nacional de Literatura lo señaló como «sobrecogedor, fuera de serie».
Son 61 páginas con 60 poemas escritos sin una fórmula concreta, sin una rima siempre y sin una cantidad precisa de versos, algunas veces en forma de relato. Pero con ese sentimiento plasmado que se revuelve cuando alguien se va sin explicación. Un supuesto suicidio, que Castillo prefiere no confirmar —«Es un tema demasiado personal y delicado», dice—, con una historia que se cuenta entre poesías dedicadas al sol, al cantor, al viernes santo, a la locura, al perdón, a la belleza. A la vida, a la muerte.
Es un libro para leerlo de un solo trago, como se bebe un shot de tequila, y pensar en alguna persona, o quizás en nadie. Una obra para subrayar algunas líneas y mantenerlas en el recuerdo. Quizás rayar con lápiz debajo de: «La fuerza es el espectáculo de la maldad, no importa la mano que aguanta ni el cráneo roto, importa lo que ocurre entremedio» (p. 23). Y agregar unas flechas o unos signos de exclamación en: «Por la locura nos hacemos ínfimos para así poder entrar en todas las cosas. Por la locura la belleza se lo debe todo a la luz» (p. 47).
La cautela en versos
Aunque este es un libro en el que Eugenio Castillo desnuda gran parte de sus sentimientos y pensamientos, y quizás hasta de su vida, prefiere no revelar tanto de sí mismo al momento de la entrevista. Prefiere hablar con cautela y no dar muchos sobre cómo vive entre la poesía y el derecho. «Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra» —aquella frase que es parte de la conocida “advertencia Miranda” que le dicen a todo imputado—, parece una nota a pie de página que siempre lleva consigo Castillo.
Nada de grabadora y la posibilidad de responder las preguntas frente a su computador mientras se habla con él, son parte de sus condiciones. Así lo hace en su casa, en un cuarto lleno de libros de Pablo Neruda, Edgar Allan Poe, Walt Whitman, y William Blake, entre otros. Y unas cuantas copias del borrador de Rojo de mis azules, otro poemario que espera publicar este año.
Con cada pregunta, mira fijamente la hoja en blanco de Word por varios minutos sin presionar tecla. Luego, escribe, borra, vuelve a escribir y pregunta: «¿Se entiende?», mientras con la mano izquierda se agarra el cabello. Y escribe, y vuelve a borrar. Escribe en versos y otras veces intenta que parezca una conversación por chat.
—¿Este libro es una pelea personal con Dios?
—No, pero es igualmente tirado de las mechas, oficio de mediador entre Dios y mi madre.
—¿Cómo entiendes tú la muerte?
—La otra mitad de la vida, la que nos da amor, sentido y urgencia.
—Raúl Zurita dijo una vez, justamente en una de las entrevistas que recomendó tu libro: «El amor es la única barrera contra la muerte». ¿Consideras que es así?
—Bueno sí, ojalá. Dijera Quevedo: «Seremos polvo mas polvo enamorado».
—¿Por qué alguien que estudió derecho le interesa la poesía?
—Por lo obligadas que están las palabras en el lenguaje jurídico. Decimos «celebrar» y el abogado se imagina inmediatamente un contrato. Decimos interponer y el abogado ya ha pensado en un recurso. Del mismo modo un poeta dice «abrir» y uno ya piensa en abrir el corazón o las ventanas o el tarro de atún, y así hasta las más mínimas magnitudes de lo que puede ser abierto.
—¿Por qué decides estudiar derecho?
—Me gustaban los profesores. Tenía a varios amigos ya estudiando y me pareció un buen nicho para estudiar humanidades en general.
—¿Cómo te acercas a la poesía?
—Leyendo traducciones barrocas de Shakespeare a los 14 ó 15 años.
—No todo el mundo llega a los 14 años a traducciones barrocas de Shakespeare.
—Mi abuela me prestó esos libros. La poesía para ella era algo muy cercano al rezo. O se reza o se escribe poesía, una de dos, le entendí decir.
—¿Qué relación tiene la poesía con el rezo?
—Bueno, el rezo, es la palabra de los hijos naturales. La poesía es la palabra de los hijos adoptivos.
—¿Qué es para ti la poesía?
—Un último esfuerzo. Un ataque. Una auto-irrogación de cosquillas en el alma.
Tachar donde dice Beatriz
Eugenio Castillo
Camino del Ciego Ediciones, 2015
61 p. — Ref. $7.000