Conducta en la pista de baile

por · Marzo de 2016

A-Trak en Lollapalooza.

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UNO. Tum-ts tum-ts tum-ts. Uno mira con curiosidad el desmadre que se forma al interior del Arena, en la pista de baile, frente al escenario, en la semioscuridad. U-uuu-u-uuuuuuu-u-uuu-uuuuuuu-u-uuuu-uuuuuuuu-Barbra-Streisand. Como en el pasaje de la Odisea, en donde Ulises pide ser atado al mástil para no sucumbir al canto de las sirenas que amenazan con arrastrarlo a la muerte, intento sujetarme a la silla plástica (en vano) y observar.

Eso hacemos varios al comienzo de A-Trak, en el escenario de Perry: miramos desde nuestras butacas a la masa en movimiento.

DOS. Desde el trance riguroso al ambient más volátil, lo primero siempre son los pies: se van, se pierden, como en un cortocircuito con el suelo. Luego las vísceras: vibran y conectan con los beats. Lo último es el cuello, los hombros, que también se van y se pierden.

TRES. Lo siguiente es una mezcla poderosa de “Rock N Rolla” de Still Young con “Blow this club” de Max Vangeli & Flatdisk y enseguida una versión de museo de “Aerodynamic” de Daft Punk. El alquimista de las bandejas se hace llamar A-Trak y es hermano de una mitad del grupo Chromeo, David Macklovitch, aunque también es conocido por ser el DJ de Kanye West, como el autor de “Barbra Streisand” o por pertenecer al grupo de los que hacen de la tornamesa un instrumento musical. Argumentos suficientes para ir a verlo:

CUATRO. La actividad en la pista del Arena es similar a la actividad molecular: tiene una voluntad orgánica de la que uno puede participar, ya sea intentando controlar la situación (en vano) o entregándose a la imparable fluidez biótica del ambiente. Vistos desde las alturas de los palcos, hay personalidades fuertes o figuras aglutinantes, a quienes les basta con quedarse fijos en un lugar y tener un recambio constante de individuos que se acercan bailando o empujando o las dos cosas al mismo tiempo. Ya en los pasillos para bajar hasta la pista, donde los más jóvenes se devoran a besos, se forman las parejas o grupos de cuatro o cinco, mientras uno se va, otro que viene, y así sucesivamente como radicales alrededor del átomo. Pero se conserva el elemento aglutinante, que mira con soberbia al frente, o al horizonte, mientras la música hace lo suyo: invita a moverse y a perder la compostura. Por otro lado están los impares, los que buscan solos. Por ejemplo, A y B bailan y se ponen a decir cosas al oído. Uno de los dos ve a un tercero, C, que se acerca y lo saluda. Entonces mientras bailan A y C, B se siente excluido y se aleja para bailar solo o encontrarse consigo mismo en el baño. También están las parejas de baile posmodernas, que van teniendo un constante relevamiento de ambos miembros, esto, por supuesto, se da naturalmente entre los grupos. Finalmente están los que más temo, tal vez porque alguna vez pertenecí a ese grupo: los satélites, siempre observando desde los márgenes de la pista, en posición de sacar a bailar: un sobrante de impares, que buscan o simplemente se autoexcluyen un poco, generalmente acompañados de otros iguales, siempre formados en semicírculo abierto hacia el polo de atracción, sin nunca dar la espalda al centro.

CINCO. Como A-Trak mezcla en vivo, puede adaptar su repertorio y no tiene problemas en ir del house más movido y añejo, que es la carne de su presentación, a rozar el boom del EDM, tan chillón, cancionero y actual. Aunque estéticamente son predecibles, todos esos géneros se prendan a los cuerpos adolescentes, que se vuelven una sola masa en esta caverna donde todos nos enfrentamos al baile como una enfermedad altamente contagiosa.

SEIS. No hay mucho más que agregar: a veces los adolescentes abren círculos humanos y unos pocos se sacuden al centro, apenas iluminados, como en un ritual primitivo, gracias a la luz de las pantallas y las innumerables sombras y reflejos que se mueven alrededor. Por un momento, esas siluetas son la única referencia que tenemos del mundo exterior, como pensaba Platón, y nos volvemos mecánicos y droides, como en la Metrópolis de Fritz Lang. Ahora, cuando suena Duck Sauce y la ropa molesta, las poleras dan paso a los petos de traje de baño y los torsos. La pista no deja de llenarse, pero como en Matrix decido salir a la superficie. Me parece aberrante la mutilación sónica a “Seven nation army”, cuando la intemperie me recibe con la voz afectada de Brandon Flowers.

A-Trak

Conducta en la pista de baile

Sobre el autor:

Alejandro Jofré (@rebobinars) es periodista y editor de paniko.cl.

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