Aeropuertos de Alberto Fuguet

por · Noviembre de 2010

Presentación de Aeropuertos

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Aparte de ser uno de los nuestros, Antonio Díaz Oliva sacó hace algunas semanas el libro Piedra Roja, el mito del Woodstock chileno y está preparando su primera novela, que saldrá del horno por editorial Alfaguara el próximo año. Es por esta razón -entre varias más, claro- que lo invitaron a presentar Aeropuertos, la nueva novela de Alberto Fuguet, el sábado recién pasado en la Filsa. Te dejamos, entonces, con lo que ADO leyó en aquella jornada.


La transición de Lucas García

Digamos que estoy en un punto intermedio de mi vida.

No sé cuál exactamente cuál es, pero sé que es un momento de transición más que de decisión.

Lucas García en “Por favor, rebobinar”

No es al azar que ahora, en estos días en que Blockbuster se declaró en quiebra en Estados Unidos, Alberto Fuguet haya decidido revivir a un personaje como Lucas García. Repito: no es al azar. Lucas García —para los que no lo recuerdan o no lo sepan— era el personaje que abría “Por favor, rebobinar”, una novela fabricada a base de cuentos y literatura urgente. O unos cuentos que, pegados con mucho cine y cultura pop, terminaban cuajando y encajando en el formato novela. Como sea: “Una estrella-y-media” se llamaba el relato que abría el libro. Un relato que, resumiéndolo, no era más que un largo monólogo. El monólogo, claro, de un tal Lucas García. Lucas García, un tipo que —como varios de los personajes de Fuguet— ve demasiado cine y está algo perdido por la vida. Lucas García, un joven que apenas alcanza los 20 años y que, entre otras cosas, trabaja en un Errol’s (sí, un Errol’s). Un tipo que fracasa reiteradas veces cuando da la Prueba de Aptitud Académica. Y un tipo que, en una de las escenas memorables del libro, va al cine con una chica y la lleva a ver “Re-Animator”, una película con mucha sangre y humor gore que obviamente dejaba a la chica algo horrorizada y a Lucas algo más que feliz. Al final del cuento, nunca sabíamos si Lucas encontraba algo útil que hacer con su vida. O terminaba por ahí: a la deriva y deambulando.

Por eso una de las sorpresas, por lo menos para mí, fue cuando Fuguet anunció que en su nueva novela, “Aeropuertos”, Lucas García reaparecería. Primero fue una sorpresa porque pensé que, al igual que Andrés Caicedo, Lucas García se había matado o esfumado. Segundo porque cuando por fin pude leer “Aeropuertos” y llegar a la parte en que Lucas hacía sus cameos, me di cuenta que estaba bien. Sí: que Lucas, pese a mis apuestas, estaba relativamente bien.

Así, a parte de ser un tipo que ha visto muchas, tal vez demasiadas veces, la cinta “Donnie Darko”, (lo cual, obviamente, es algo bueno), Lucas García es alguien a quien Álvaro, uno de los personajes principales de “Aeropuertos”, describe en el siguiente diálogo:

– ¿Qué hace Lucas? (pregunta Pablo, el hijo de Álvaro)

– Puta, nada. (responde Álvaro)

– Respetable.

– O sea, sí. Escribe en blogs, comenta cine en una radio y… es dealer.

– ¿Dealer?

– Digital. Tiene clientes. Les vende dvds de películas viejas o europeas y de arte. Puta, la mitad de mi editorial lo conoce y lo aman. También trafica ravotriles.

Así, y por eso, una breve advertencia: “Aeropuertos” no es sólo una novela sobre adolescentes que no saben ser padres e hijos que no saben ser hijos, como escribió Roberto Careaga hoy en La Tercera. De alguna manera, también es sobre un personaje secundario que en los 90 atendía una tienda de arriendo de VHS, y que ahora recorre las oficinas de Providencia con un catalogo de dvds ofreciendo lo último de la cartelera (además de, claro, vender esporádicos ravotriles aquí y allá). Y no sé si eso estuvo entre los planes de Alberto al escribir esta novela, pero como lector reconforta saber que Lucas García sigue ahí: en alguna parte, vivo y viendo películas.

Antonio Díaz Oliva

Santiago

13, Noviembre, 2010.

Aeropuertos de Alberto Fuguet

Sobre el autor:

Antonio Díaz Oliva Escritor, periodista y traductor chileno. Autor de la novela La soga de los muertos y de los libros de cuentos La experiencia formativa (2016) y La experiencia deformativa (2020). Editó la antología Estados Hispanos de América: nueva narrativa latinoamericana made in USA. Actualmente vive en Chicago.

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