Amy

por · Julio de 2011

Amy, un epitafio

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Amy Winehouse ya está convirtiéndose en leyenda. O algo así. Quizás por ser la primera muerte híper mediática/tuitera tras el Rey del pop. Quizás por el exceso de alcohol, un cóctel de éxtasis, coca y ketamina; por las fotos de siempre de esos vomitivos y asesinos paparazzi ingleses. Los mismos que mataron a la princesa Diana en 1997.

Los de esos mismos tabloides donde se habla de cómo los vecinos veían a Amy comprando drogas a dealers horas antes de su muerte. Los mismos que ahora se lamentan la muerte de Winehouse, seguramente porque ya no tendrán material.

Y a pesar de todo ese basural de argumentos, tenemos que ser realistas: era una alcohólica, una drogadicta, una despeinada flacuchenta que llamaba la atención entre el montón. Incluso muchos dicen que por eso es conocida, y no por su música. El chaqueteo existe en todo el mundo, es un mal humano.

También dicen que ella es la responsable del renacimiento del soul, pero tampoco: el soul nunca ha muerto, siempre existió en Estados Unidos e Inglaterra. Tal vez en algunos años con menos difusión que otros. El mismo Stevie Wonder lleva décadas haciendo música, y con que solo él lo haga- una verdadera leyenda- no da para declararle la muerte a todo un género.

Tenemos que tener cuidado, mucho cuidado con darle el trono de gran músico a cualquiera que muere en estas circunstancias. Es muy fácil decirlo. El consumo, el jalar, el tomar, te hacen decir que murió en su ley. Que se debe morir así para ser considerado alguien en los altares más altos del pop. ¿Pero por qué es así? ¿Qué importa? Escuchemos sus discos mejor.

Frank, 2003

Aquí comenzó todo. No tuvo mucho éxito, pero fue un excelente punto de partida. Se ganó a la crítica. Y tener eso de tu lado es lo mejor que puede pasarte como una cantante que desde chica quería interpretar canciones frente a su público. Ya se podía notar el poder con el que venía, sus influencias de lo mejor del soul, del jazz, de la voz negra estadounidense que vio tantas penurias y sudaba la gota gorda frente a un montón de blancos atónitos, confundidos, pero amando cada maldito momento. Alguien en Pitchfork dijo que: “Frank es el primer capítulo de un mito romántico de un poeta que siente mucho, y termina matándose por entretener a su audiencia”.

Back to black, 2006

Un golpe a toda la industria, de la mano de los productores Mark Ronson y Salaam Remi, aprovechando el sonido del pasado para usarlo bien en el presente. Con este disco conocimos de verdad a Amy Winehouse. Y comenzamos a crear mitos de cómo rescataba todos los grandes éxitos del R&B, del soul, y los hacía suyos, pero con diferentes melodías y otra letra. Hablar de las canciones de este disco no vale la pena, todos las conocemos, y es inevitable no recordarlas: Arrasó con los Grammy. También cabe resaltar sus colaboraciones donde destaca “Valerie” en un disco del ya nombrado Ronson.

A negro

Antes que nada, antes de llorar por su muerte, y pensar en lo alcohólica o drogadicta que era Amy Winehouse, pensemos en su obra. Después de todo, siempre fue nuestra única conexión verdadera con ella. Las fotos hueviando con Pete Doherty no hacen a un artista, no hacen a un cantante, no convierten a una voz cualquiera en algo imposible de imitar. La música ya estaba en ella, ya estaba en sus casa, donde siempre sonaba Frank Sinatra y Dinah Washington.

Un mensaje para los fanáticos, esos que el día de la noticia lloraron y no podían creer que esa flaca de pelo negro azabache se les iba. En vez de botar lágrimas, escuchen ese cóver que hizo de “Will You Still Love Me Tomorrow”. Háganle un homenaje prestando su oído a los 3:33 minutos que dura la canción, párense solemnemente mirando hacia la nada y den las gracias de que todavía existen artistas de calidad. De voz. De actitud. Que llegaron hasta las últimas consecuencias para ser lo que son.

Amy

Sobre el autor:

Cha Giadach

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