Bates Motel: habitaciones vacías

por · Marzo de 2015

Algo pasa en el abandonado motel de Norman Bates. En su tercera temporada sobran las licencias creativas y los desaciertos.

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Algo pasa en el abandonado motel propiedad de Norman Bates, algo nada auspicioso lamentablemente. Porque en dos temporadas y la recién estrenada tercera entrega de este híbrido entre precuela y reboot, sobran más los desaciertos que las satisfacciones.

De entrada, Norman y su madre Norma (Freddie Highmore y Vera Farminga, ambos solventes e intensos y tal vez lo más rescatable de la producción), llegan a vivir a White Pine Bay, Oregon, mientras que en la saga que comenzó Alfred Hitchcock en 1960 la acción sucedía en otra localidad ficticia, Fairvale, California. El cambio geográfico influye en el look de la producción y también en la sicología de los personajes: si en el pueblo de origen el clima era seco y el calor abrasante, ahora es húmedo y lluvioso, y con esto, el motel y sus paisajes colindantes resultan más deprimentes que antes.

Pero no es la única licencia presente: la historia que por cronología debiera estar ambientada en las década del ’50, para mostrar la adolescencia y génesis de la mente psicopática de Norman, da un salto hasta nuestros días manteniendo anacronías como el televisor en blanco y negro que tienen en el living, el Mercedes Benz 280 S de 1972 que maneja la matriarca y la ropa atemporal de ambos, esta vez, mezcladas con iphones y notebooks. Hasta entonces lo que tenemos es un licuado entre la novela pulp de Robert Bloch, la poderosa película de Sir Alfred, y la muy personal visión de Carlton Cuse, productor ejecutivo y guionista de esta versión emitida en Latinoamérica por Universal Channel.

Por el terreno de los Bates, deambulan Dylan (Max Thieriot), el hermanastro del protagonista, que a pesar de estar involucrado en negocios ilícitos es la única voz crítica de la peligrosa simbiosis que se configura entre madre e hijo; Emma (Olivia Cooke), la cándida y frágil mejor amiga de Norman; y el incorruptible Sheriff del lugar, Alex Romero (Néstor Carbonell), un conjunto de personajes que se disuelven ante el poco espesor de los acontecimientos y el extraño afán de ubicar subtramas sin ningún asidero, porque lo de la mafia dedicada al tráfico de marihuana, la novia «mala influencia» de Norman o el ver a Norma tratando de encajar en la alta sociedad, no tienen sentido alguno en una historia que desde su origen habla de tópicos inquietantes como lo son el matricidio, voyerismo, travestismo, fetiches y cadáveres disecados. Material crudísimo para la época de su estreno en cine y que cambió las reglas en cuanto a gramática audiovisual, Bates Motel supo evadir la censura del moralista Código Hays que corría de forma implacable durante los años del puritanismo cultural. Menos seductor aún es el hecho de tratar de homologar White Pine Bay con Twin Peaks, no genera nada a favor, solo ganas de ser infiel con otra ficción actualmente al aire.

Un hijo perturbado y protegido con ferocidad por su enceguecida madre, que lo arrastra consigo escapando de un pasado doloroso, sus ganas de partir de cero y de buscar en conjunto algo similar a la felicidad, mientras él comienza la irreversible transición a la locura más grotesca. Sumado a los personajes antes citados, que podrían ser unos errantes invisibles que llegan al motel en busca de un hogar, debería ser suficiente para mostrar los años jóvenes del fundacional asesino en serie, contado en el tono que siempre debió tener: el de un thriller psicológico, y no el de un drama deslucido.

Al parecer, entre el final de la segunda temporada y el comienzo de la siguiente, más los teasers promocionales de esta, funcionan como cheque en garantía de que Norman definitivamente entra en tierra derecha para contar la serie que todos estamos esperando, porque Psicosis siempre fue una sola historia: la tragedia de un varón disociado, olvidado por su comunidad, castrado por una madre desquiciada a la que decidió homenajear de la peor manera posible: mutando en ella misma.

Bates Motel: habitaciones vacías

Sobre el autor:

Fernando Delgado es comunicador audiovisual y guionista de series y teleseries en TVN, MEGA y CHV.

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