Revisamos la pasada de Bersuit por Santiago.
El pasado viernes, Bersuit tocó en el Club Chocolate de Bellavista con el fin de presentar en vivo su disco “La Revuelta”, una excusa para celebrar que siguen juntos a pesar de la partida de su vocalista Gustavo Cordera.
No sé si he visto antes a Bersuit tocando en un local pequeño como este, pienso al entrar al Club Chocolate. Definitivamente no, me confirmo, recordando las últimas veces en el Caupolicán y en la ex Cárcel en Valparaíso. Sobre el mismo Valpo, alguna vez se rumoreó que Bersuit podría cerrar los Carnavales Culturales del año 2005, habría sido grandioso, pero me parecía demasiado extraño el rumor.
Porque la banda que hoy sobrevive a la partida de su carismático vocalista, Gustavo Cordera, jamás fue una banda masiva en Chile, a diferencia de sus predecesoras –¿los Decadentes, Los Piojos, los Pericos, los Cadillacs?–, porque la Bersuit Vergarabat –como la conocí yo– siempre fue la re-versión más intelectual de todos ellos. Porque en su etapa más conocida, la de su internacionalización, la de Santaolalla y MTV Latinoamérica, logró tomar la ética y estética de los barrios argentinos, tal como el Avellaneda que los vio nacer, a punta de tradición callejera argentina y murga, cumbia, candombe, rock, tango y folklore. Al mismo tiempo que se convertían en la agrupación trasandina capaz de hacerse cargo de la era Ménem –incluyendo ese tema, “Señor Cobranza”, que le pidieron prestado a Las Manos de Filippi y que se tardaron más de la cuenta en devolverles–.
El show de Bersuit transcurre más o menos como uno se lo espera: es una tremenda banda en vivo, buenos músicos, mucho coqueteo con la audiencia desde un comienzo entregada, y canciones que ya son stickers en nuestra frágil memoria, mucha polera arriba, saltitos, piscolas voladoras y los cantitos robados del dvd en vivo de la banda –olé olé, olé olé olá, de la cabeza con Bersuit Vergarabat-, todo un clima perfecto para esa cosa de creerse argentinos que tanto le gusta al rockero y pelotero chileno.
Suenan “Vuelos”, “Perro Amor Explota”, “Esperando el Impacto”, “Un Pacto” esos clásicos universitarios que nos hacen pensar que Bersuit es un grupo de baladas épicas; pero también suena “La Petisita Culona” y suben a chicas al escenario –como hacían antes con “Hociquito de Ratón”– dispuestas a dejarlo todo bailando, una violenta versión de “Tomo” y “El Estallido” y todo rompe en fiesta.
Esta fiesta tiene como excusa evidente que Bersuit puede seguir llamándose Bersuit, después de las trabas legales con su pelado ex vocalista, en donde algunos de sus miembros formaron “De Bueyes”, un proyecto que mucho no resultó, y generando esas peleas que tanto se parecen a las de los matrimonios que se separan. Pero, además, Bersuit toca esta noche para presentar su nuevo disco, La Revuelta, un disco que no está nada de mal, que sigue demostrando que son unos compositores grossos a pesar de interpretar solo un par de temas de la placa. Nueva etapa que les ha llevado a la curiosa decisión de ascender a frontmen a sus coristas Dani Suárez y Germán “Cóndor” Sbarbatti, dándoles un sonido más de barra, como un coro continuo, que en todo caso siempre tuvieron, pero que además en este show en particular los tiene, por alguna razón, tocando sin el guitarrista Tito Valenzuela, usando un reemplazo en su lugar.
Al terminar, la gente queda extrañando ciertos temas que pedían con clamor: “Murguita del Sur” y “Mi Caramelo” entre ellos, entendiendo quizás el vacío de Cordera. Porque Bersuit perdió al alma de la fiesta -más allá de lo odioso que se haya vuelto- y que eso no los haya desarmado siempre será un acto digno de admirar, que no solo hayan sobrevivido a los desastres de los 90 y los 00, sino que también a sus propias catástrofes.
Fotos: Club Chocolate