Caja idiota

por · Abril de 2013

Anoche Television le sacó brillo a las décadas tocando juntos. Monstruos del postpunk en peligro de extinción que vuelven cada tanto como si fueran a apagarse y luego desaparecen como para no terminar agotados.

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Sin Television no hay The Strokes, ni The White Stripes, ni la mitad de las bandas que empezaban con ‘The’ y dominaban MTV la década pasada. Por tal cosa la presentación de los neoyorkinos en la Ex Oz, dando inicio al ciclo S.U.E.N.A, representa un hecho de la arquitectura del rock en nuestro país. En otras palabras: Television son de esas rarezas como Le Corbusier: adelantan la estructura que va a sentar las bases de una época. Creando tendencia. Escuela. Es cosa de que investigues un poco para que te encuentres a menudo con esta sentencia: «Television eran postpunk antes del punk».

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Un aparato raro. Una anomalía temporal.

La primera banda que viajó en el tiempo.

Los Dinoplativolos del rock.

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Nacido Thomas Miller (1959), conocido como Thomas Verlaine (voz y guitarra), el líder de Television roba su apellido de Paul Verlaine el poeta maldito pareja de Rimbaud. Y roba ese apellido, tal vez, porque en sus letras es donde renace el símbolo. Esa ambigüedad tanto latente como manifiesta. Indescifrable. Tú interpretas como quieras. Situación que ocurre, también, en las notas que desparrama (“The fire”) en su Stratocaster con mango de Jazzmaster.

Aparatos, emblemas y lemas que nacen de lo indefinido. Colección de sonidos sin aparente lógica, pero que psicóticamente se ordenan de forma coherente. Caja idiota de sorpresas.

Algo así es lo que pasa por tu mente cuando escuchas los temas nuevos de Television en vivo (en esta ocasión son cinco): no entiendes mucho y no sabes para dónde vas a llegar, pero te diviertes en el camino.

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Son pasajes extensos los que esta noche desenvuelve la banda. Suerte de improvisaciones en una de esas traídas escritas y preparadas de la casa.

Existen zonas donde Verlaine y Jimmy Rip en la otra guitarra —acá es imposible hablar de una primera o una segunda— va creando (“Glory”) y también calcando (“Little Johnny Jewel) el material escrito anteriormente por Richard Lloyd, quien dejó Television por un dato que esta noche de miércoles poco y nada importa: Rip copa el espacio a cabalidad.

Como también para algunos —no todos, sería exagerar— poco y nada importan los regates de Neymar, la postmodernidad de Sampaoli; el marcador en Belo Horizonte.

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Va casi una hora y media de show y las dos canciones extraídas de Marquee Moon (“Prove It”, “Venus”) han sido las más disfrutadas en el recinto. Si bien esta suerte de bodega en las alturas de Chucre Manzur no está repleta, el público la hace compacta: miras a cualquier lado y aparecen rostros mermados observando como Verlaine logra tanto con tan poco.

O quizás en eso consiste el truco de Television. Una suerte de minimaximalismo que desempolva una sola guitarra. Tanto que cuando ejecutan “Venus”, Verlaine figura con la tranquilidad de como si estuviese en el living de su casa. Ajustando y desajustando una y otra vez las perillas en sus amplificadores. Subiendo y bajando el volumen. Cambiando los tonos. Casi como tratando de buscar el sonido, el pulso, en el momento mismo.

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A veces Verlaine parece estar repitiendo una nota hasta la exageración.

Agotándola.

Y tú te llenas de suspenso al mismo tiempo. Esperando la estocada final. Sensación que se incrementa a medida que Fred Smith (bajo) y Billy Ficca (batería) establecen el hormigón armado de las composiciones. La planta libre sobre la cual Verlaine va posicionando los cerramientos, saltando independientes de un nivel al otro.

Y justo cuando estás colmado de vértigo (“Marquee Moon), los dinosaurios se retiran de la tarima, para meterse, una vez más, en la nave espacial que los hace viajar por el espacio-tiempo: suena “Psychotic Reaction” un cover de Count Five.

Television llevan casi 40 años haciendo esto. Pero dejándose ver cada vez menos: tocando tres o cuatro veces por año.

Monstruos como estos están en peligro de extinción. Pasa que ellos no quieren terminar como sus herederos, The Strokes, agotando una fórmula que a ratos puede resultar satisfactoriamente agotadora. Por supuesto que no quieren hacer eso. Volverse una caja idiota que repite y repite una y otra vez el mismo programa. No.

Caja idiota

Sobre el autor:

Ignacio Molina (@Molinaski)

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