Amor según el evangelio de Camila Gutiérrez

por · Noviembre de 2015

La autora de Joven y Alocada vuelve a meterse en los rankings de libros más leídos con una segunda novela en donde ordena y padece las etapas del amor.

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Al final de No te ama, la nueva novela de Camila Gutiérrez, la protagonista extraña los días que vendrán, cuando eche de menos esto: despertar en la cama con ella y acostarse de día con él.

Después de irrumpir en el campo literario con sus memorias prematuras y evangeláis, Joven y Alocada, Camila Gutiérrez vuelve a meterse en los rankings de libros más leídos con una segunda novela en donde ordena y padece las etapas del amor después de una relación de tres años con una mujer y la aparición de un hombre.

—Estaba leyendo Así es como la pierdes [los relatos de Junot Díaz sobre amor, traición y el suplicio por intentar recuperar lo que perdimos], había leído la entrevista de Alexis Sánchez en la que sale el epígrafe de mi libro [«¿Y para qué estamos? ¿Para vivir o para qué?»] y andaba con la idea de hacer un libro que fuera un poco en hueveo y se llamara Pilar Sordo para gays.

El libro fue presentado en la Feria del Libro de Santiago con una enorme fila que obligó a fijar nuevas fechas para robarle a su autora una selfie desenfocada, un saludo nervioso, una juguito card.

—Pensaba que podía ser de consejos pésimos. Y justo una buena amiga estaba sufriendo por amor y andaba inconsolable. Entonces me empezó a interesar eso: la imposibilidad de traspasar la experiencia amorosa/la soledad de la experiencia amorosa: un libro de consejos de amor estaba destinado, sí o sí, a ser sobre el fracaso de aconsejar. Supongo que, por un lado, porque todas las experiencias del amor (ya sean felices o tristísimas) son imposibles de compartir. Supongo que porque cuando una está sufriendo no puede estar en otro lugar que no sea ese. Aunque todos el mundo te diga hueás felices, bacanes, consoladores, etcétera; una se siente terriblemente sola.

A pesar del IVA y los epubs, No te ama va por su segunda edición en menos de dos semanas, mientras que Joven y alocada acaba de anunciar su sexta tirada.

—Entonces el libro iba a ser eso. Una huevada que en apariencia iba a ser de autoayuda (No te ama: siete consejos útiles para olvidar a un amor, se iba a llamar) pero que, en realidad, iba a tratarse de distintas historias de amor en mi vida. En ese momento, eso sí, estaba excluyendo las de Vietnam y Bolivia (que ahora son las que conforman No te ama), porque se me hacía aterrador hablar de esa intimidad. Pero entonces apareció una canción: “O quereres”, de Caetano Veloso.

En No te ama Camila Gutiérrez vuelve a tocar el tema de la culpa, pero ya no desde los padres ni la iglesia, sino desde cada uno. Lo siguiente es la síntesis: parece un libro mucho más dosificado que el debut, aunque sin dejar de ser íntimo.

—Esa canción, sumado al aburrimiento que me estaba dando escribir de cosas que ya no me comprometían —a que el libro solo se había vuelto un ejercicio de escritura— lo giró todo. La canción de Caetano me rayó un poco. Y habla de ese lugar que uno ocupa en el amor —o que yo ocupo al menos— que siempre es puro deseo de desplazarse: cuando estai con alguien, querís estar en otra cosa. Cuando estai tranquila, querís desestabilizar. Cuando lograste desestabilizar, querís calma. Caetano lo dice mucho más lindo eso sí: «Donde quieres el acto soy espíritu / y si quieres ternura soy ciclón / donde quieres lo libre, decasílabo y si buscas un ángel, soy mujer / Donde quieres placer soy el dolor / y donde quieres tortura, curación / donde quieres hogar, revolución / y si quieres policía, soy ladrón / Yo quería quererte, amar tu amor / construirnos dulcísima prisión / y encontrar la más justa adecuación / todo métrica y rima y no dolor». Y nada po. La pregunta que tuve los últimos años en torno a mi vida era sobre eso. Ya no sobre la vida canuta, la de los padres, la impuesta; sino sobre la que yo misma había escogido e igual no lograba hacer funcionar.

—Me gustaría saber cómo trabajas la síntesis y si eres de borrar hasta que duela, de las que escriben cuando limpian un borrador, o si te sale a la primera.

—Como que siento que cada libro tiene su propia lógica. En Joven y Alocada iba construyendo en bloques y linealmente. Tenía un bloque de texto armado —bien armado— y recién ahí podía seguir. Con No te ama fue súper distinto, más errático. Escribí un montón de páginas que nunca usé y en eso estuve como dos años (claro que no escribía todos los días: a veces tenía caña o me quedaba pegada en Facebook todo el día, o andaba culposa porque me había quedado en Facebook todo el día. En fin. Cualquier motivo que, en realidad, era puro susto de ponerme a escribir de verdad). Igual agradezco ese período errático porque creo que es fundamental dar jugo para luego cachar hacia dónde querís ir. Y porque de ese jugo, también salen cosas.

»Cuando me puse a trabajar de cabeza en el libro y nada más que en el libro —que fue luego de mostrarle un borrador pequeñito a mi hermana para que me lo hiciera pico, diciéndome: ‘no estai contando nada. Tenís que escribir como si Vietnam y Bolivia nunca lo fueran a leer’—, empecé a construir el libro como si fuera una casita en la que a ratos se colaban distintos materiales (ji. La metáfora cuma): partí todo de nuevo pero a ratos incorporé cosas que había escrito en los primeros borradores. Y cortando caleta. Me imagino que porque he tenido oficio periodístico, lo de cortar no me da ni una tristeza.»

—En Papelucho hay una especie de ilusión de la inocencia cuando en realidad no es tan así y creo que en tus libros pasa algo parecido: hay una trampa en esa escritura que es todo el tiempo ultra consciente. ¿Tiene que ver con escribir y leer en Internet?

—En Joven y Alocada el modelo papeluchístico era bien evidente (y consciente) pero no sé si solo tiene que ver con escribir en Internet. Creo que tenía que ver con la influencia misma de Papelucho. En No te ama tal vez haya salido así pero no era mi propósito. Creo que ahí me pasó otra cosa. Justo cuando estaba escribiendo No te ama —o cuando no me estaba resultando escribirlo— el Mike Wilson [escritor, autor de Leñador y Zombie, entre otras novelas] me pidió que le pasara Joven y Alocada para leerlo. Uno de los comentarios que me hizo fue que encontraba que yo tenía algo medio como de estructura de cómic para escribir, como si fuera en viñetas. Y creo que algo de ese tipo de síntesis hay en No te ama.

»Y había algo más: la modalidad papeluchesca ya no me acomodaba tanto porque implicaba cierta distancia irónica —a través de esa falsa inocencia— que yo no quería tener en este libro. Quería atreverme a entrar en terrenos en los que antes me costaba entrar: poder ser cursi sin tener que distanciarme de la cursilería. Poder mostrar a un narrador que se dolía sin que se distanciara de ese dolor. Poder decir frases como «mi corazón» sin que me diera plancha.»

—¿Dónde comienza tu gusto por la literatura?

—Por la iglesia, en parte. Yo leí la Biblia de chica solo como un canuto es capaz de leerla: todos los días, a cada rato. Y había un montón historias que me fascinaban aunque la Biblia y yo tuviéramos una relación complicada, dual: placer lector, por un lado; temor de la Palabra, por otro. También estaba mi hermana como motor de ese gusto. Yo era chica cuando ella ya iba en la u y estudiaba literatura. Me prestaba libros que sacaba de la biblioteca solo para mí. Y esos libros (y mi hermana) eran como el escape de un mundo terriblemente estrecho, que era el canuto. Ahí fui leyendo a Borges, Cortázar, Salinger; pero también estaba la música. Sé que no suena tan a literatura (en el sentido bien tradicional del término) pero los caminos de las influencias en la escritura, iguales que los del Señor, son misteriosos. Escuchar a Charly García —canciones como “No soy un extraño”, “Viernes 3 AM”, “Total Interferencia”— o a Caetano Veloso, fueron cosas terriblemente importantes. Experiencias estéticas cruciales.

—¿Consumes muchos libros?

—Ay, no sé que es mucho. Leo, sí. Ahora estoy en un máster de escritura creativa y el programa incluye hartos clásicos o consagrados, o como sea adecuado llamarles —Borges, Flaubert, Clarice Lispector—, así que ando un poco en eso y un poco en búsquedas mías. En alguna época me interesaban las crónicas periodísticas (andaba súper Leila Guerriero, Gay Talese, Caparrós, etcétera) y ahora, aunque en realidad no había cachado hasta ahora que me lo preguntas, ando interesada en argentinas y chilenas contemporáneas. Justo justo ahora estoy leyendo Qué Vergüenza, de la Paulina Flores.

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Otro asunto que llama la atención de la novela es que mantiene la cuota de juegos verbales y humor que hicieron reconocible su escritura a través de sus columnas y entrevistas publicadas en distintos medios.

—Algo que nunca falla en tus textos es el humor negro. ¿De qué escuela eres: Plan Z o Felipe Avello?

—La iglesia, de nuevo. Aunque claro que vi Plan Z, lo encuentro la raja, y soy muy fan de Avello. Pero para mí la iglesia, mi colegio evangélico, la biblia, los libros canutos, etcétera, fueron mi educación en ochenta mil sentidos. Yo tenía prohibido ver películas de terror, pero tenía el Apocalipsis y el relato del infierno. En mi colegio no nos pasaban a los griegos («por homosexuales», era la explicación) pero mis relatos fundacionales estaban en Génesis. La iglesia lo era todo. Era Historia, era cuentos de terror, eran reglas y, también, era humor. En el sentido en que, para sobrevivir, teníai que reírte en esa adversidad. Y los hueones eran, realmente, muy graciosos.

»Ejemplo. Me acuerdo que una vez una compañera (que solía comerse los almuerzos de los compañeros sin preguntarles) se comió unas lentejas de un tapper misterioso. Y el tapper resultó ser de una profesora. Fue la raja porque nos retaron a todos como cien mil horas diciéndonos que nos íbamos a ir al lago de fuego, que nuestro corazón no estaba en Cristo si no en las tinieblas y que éramos como leones rugientes buscando devorar a esa profesora. El león rugiente, en la Biblia, es el diablo. Y esa profesora era súper gordita. Y mi compañera justo se había comido las lentejas. Todo ese lenguaje tan cuidado que tenían los canutos, y a la vez tan poco consciente, tan desbordado, hacía que las cosas fueran muy chistosas.»

También habría que agregar algunos gestos políticos y señas donde sus lectores pueden reconocerse. Como cuando el debate del aborto volvió a la línea de flotación y una vez más con nada en limpio: el año pasado una niña de 17 años empezó a desangrarse por un aborto mal hecho y terminó en un hospital donde fue denunciada por el médico que la atendió.

—Recuerdo que publicaste una columna invitando a los que están en contra a cambiar sus argumentos. Y ahora en No te ama aparece una escena explícita de un aborto con misotrol. ¿Qué te gustaría que pasara con el tema? ¿Cómo lo ves a la distancia?

—Con esto, un solo deseo: aborto gratuito y legal, no solo en las tres causales del gobierno; sino en cualquier instancia. No querer tener un hijo es una razón poderosísima para no tenerlo. Y puesto así suena de una claridad tan evidente que no entiendo cómo hay tanta gente que legisla y no lo ve. Por lo demás, la gente que es más vulnerable en este tema es la gente que es más vulnerable en todos los temas en este país: minas sin plata, minas sin educación.

»Yo, por ejemplo, no tenía la plata para ir a una clínica privada o irme a abortar al extranjero y tuve que abortar con misotrol. Pero a diferencia de un montón de mujeres que abortan con misotrol y no tienen plata y tuvieron una educación como el hoyo —si la tuvieron— yo tenía acceso a un montón de información (que sacaba de Internet, lo cual igual termina siendo precario). Gracias a eso me enteré, por ejemplo, que si tenís ovario poliquístico es muy riesgoso abortar con misotrol. ¿Y cómo te enterai de eso si no te lo leís todo? Una vez más, como en muchas de las cosas horrorosas que suceden en Chile, se cruza el tema de la educación. Y después esas minas, que no tienen el acceso que yo tuve, son las que terminan en la cárcel por abortar porque llegan al hospital después de haber ingerido una dosis excesiva y alguien las sapea.»

»Lo violento de esto es que no se reduce solo al tema del aborto. Cruza todo el ámbito del tema de la reproducción en las mujeres. Una amiga me contaba que en un consultorio de su barrio había que hacer colas tan eternas para que te regalaran anticonceptivos que muchas veces ni quedaban. Pero ahí tiene una que escuchar después a los ahueonaos diciendo ‘no te gustó culiar. Por qué no cerraste las patas’. Y, si decidís tener a ese hijo, estai sometida a la violencia médica (en Chile: cesárea cuando a ellos se les para la raja) y a tantas otras. En verdad, es bien desolador todo.»

—¿Por qué incluirlo en el libro?

—Por un asunto político. Aunque en un momento me pasó, eso sí, que pensé que el texto estaba expulsando esa parte, que quedaba rara en la narración. Y, en ese momento, pensé publicar el relato del aborto en otro lado. Luego, al seguir escribiendo, volvió a caber. Así que bacán. Porque me interesa saber qué le pasa a mis lectores con eso y fue, por lejos, la parte más pensada del libro. La Romina Reyes [periodista y autora del volumen de cuentos Reinos] el otro día me dijo que encontraba que esa parte estaba construida amoralmente. Y eso era justo lo que yo quería. Porque hay algo que siempre rodea los relatos sobre abortos que me da lata: el énfasis en el dolor, en la soledad, etcétera etcétera. No me da lata porque lo considere falso. Abortar en Chile es doloroso, es precario, es solitario, da susto; todo eso es verdad. Pero siento que el énfasis en esos puntos en la narración encierra algo bien perverso: la necesidad de mostrar que sufriste para que así no te consideren tan maraca, para que te perdonen un poco. ¿Y a quién chucha uno tiene que pedirle perdón? ¿Por qué sentirse culpable? Por eso metí “Call me maybe” en el relato del aborto. Y los videos de youtube. Y la escena media gore-ridícula del tenedor (que una lectora me dijo que le había recordado a comer panita). Porque hay que mandar a la chucha esa necesidad de exhibir la culpa, que en ningún caso viene desde una misma, si no de lo que los hombres se esperan de nosotras.

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«Me gustaría vivir de esto»

—Por las críticas que aparecieron, da la impresión de que tus libros no son recibidos como literatura, ¿qué piensas?

—Pienso que me da lo mismo. A mí No te ama me gusta caleta. No sé si es de buen gusto autoelogiarse pero filo. Creo que, si no son recibidos como literatura, no tiene que ver con que sean malos o no. Tal vez sean pésimos, qué se yo, pero eso no es importante. Porque podrían ser pésimos e igual de íntimos y si tuvieran ciertas condiciones (por ejemplo, ser publicados en una editorial independiente) serían considerados literatura. Lo importante, al final, para no considerarlos literarios es que publico bajo un sello grande y, sobre todo, que me lee un público relativamente masivo, juvenil y —fundamentalmente— de mujeres. Y hay harta gente que encuentra que todo eso es muy aberrante. Que te lea harta gente, horror. Que te lean jóvenes, una estupidez. Y que te lean minas, ya sabemos. Me acuerdo de una columna de la Javiera Tapia en la que hablaba de cómo un crítico de música comentaba un concierto pop (creo que de Rihanna) en el que había mucha chiquilla. Y obvio que la mirada del crítico era desde el desprecio.

—Desde tu debut que publicas en una editorial por donde han salido Ken Follet, Stephen King, Isabel Allende e incluso George R. R. Martin. ¿Te interesa que tus libros sean leídos más allá de un best seller?

—Yo quiero que mucha gente me lea y no me da pudor decirlo. Y quiero que mucha gente me lea por varias razones. Me interesa el diálogo con los lectores, soy egocéntrica y me encantaría poder llegar a vivir de esto. Pero, por otro lado, no me interesa hacer cosas que son fáciles solo porque sé que serían best seller. Por ejemplo, un montón de gente quería que Joven y Alocada (tanto el libro como la peli) tuvieran una segunda parte. Y a mí me daba lata. Requiero comprometerme, interesarme, dolerme, sentir un gozo con lo que estoy haciendo (en resumen: vincularme intensamente) y esa segunda parte para mí ya no tenía ni un sentido. Seguir tocando la tecla canuta desde ese lugar, no me interesaba.

»Por otro lado, creo que hay mucha gente que hace libros que son éxitos de venta que también se compromete mucho con lo que escribe. Y hay éxitos de venta maravillosos (no sé po, Madame Bovary es un ejemplo) así que esa separación best seller/resto de los libros no me hace tanto sentido.»

—¿Y te interesa por lo pronto publicar en una editorial independiente?

—Puede ser pero me da lo mismo que, por el arte de magia que obra una editorial independiente sobre un texto, inmediatamente me situara en un espacio literario. Me da igual ese prestigio. Tal vez si conecto mucho con alguna propuesta estética y siento que hay algo que no pueda hacer en Random, intentaría en una independiente. Igual no quiero sonar a que las editoriales independientes me importan un pico. No es eso. Encuentro que son espacios la raja, espacios necesarios en términos políticos, pero he leído libros que no me han dicho absolutamente nada tanto en independientes como en editoriales grandes.

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La necesidad de ser fan

—¿Cómo te va con la fama? ¿Qué es lo mejor que te ha pasado después de la película y un primer libro que llegó a ser pirateado?

—Yo cacho que mi fama es bien piola igual po. No es como fama de persona que sale en la tele. Pero creo que lo mejor ha sido lograr hacer cosas que antes no habría hecho. Gracias a la película pude hacer el libro. Gracias al éxito de ese libro, que la editorial me apañara para escribir otro. Y gracias a todo eso, quedar en el máster en el que estoy ahora. Pero también hay otro tipo de cosas: poder dialogar en términos bien directos de una forma que sin libro ni película, ni nada; no habría podido. Que haya gente que me escriba para decirme que en lo que hago encuentra un lugar de identificación, me parece más bonito que la chucha, pero no en la volá Lena Dunham de «uy, soy la voz de mi generación», sino que en el sentido de cachar que hay un encuentro feliz, a través de la literatura, con mucha gente que está queriendo decir lo mismo que una. Y, para terminar, quizás saliéndome un poco de la línea de respuesta que estaba dando, debo decir esto: sin el fan page nunca me habrían traído a Juguito [su gato] a los Estados Unidos.

—Encontré un comentario quizás muy gráfico de una de tus firmas de libros: «Hoy hice la fila más eterna de toda mi existencia, más larga que las que se hacían por víveres y agua pal 27F, quise matarme y desistir pero recordé algo de las clases de religión y eso del que espera, recibirá recompensa». ¿Qué te pasa con eso?

—Igual ese comentario que decís me da risa porque más que locura fan me parece que es de alguien que entra en el humor desde el guiño canuto nomás. Pero igual han habido cosas que me han impresionado en serio. Quizás porque de chica yo nunca me pegué tanto con nadie (aunque estaba enamorada de la Tonka cuando hacía un programa con el Comparini, el año del hoyo). No es una impresión para mal, en todo caso. No sé po. Gente que viaja desde ciudades a la chucha para las firmas que hago. La cola que había en la FILSA. Jóvenes (y no tan jóvenes) diciéndome que salieron del clóset porque yo dije x cosa. Y, lejos la más impresionante, una niña que una vez me escribió pa pedirme que le comprara vidas para el Candy Crush. Ji.

—¿Y qué es lo peor que te ha pasado?

—En verdad, nada. Estuve años sin hablar con mis papás pero me pareció que fue algo necesario. No una cosa terrible. Quizás me da un poco de lata cuando hay gente que no me cacha muy bien y piensan que yo tengo que actuar como el personaje de Joven y Alocada que ellos tienen en mente. Me ha pasado que gente que ni cacho me dice: «Oye ya. Vamos a un motel». Y puta. No porque haya construido un personaje con determinadas características o, sobre todo, ellos se construyan un personaje (sobre ese personaje) con determinadas características, voy a querer hacer los amores con cualquier humano. Pero tampoco es que me den ganas de matarme con eso, en realidad.

Al otro lado de la conexión Camila Gutiérrez dice que prepara un libro postapocalíptico. «Es sobre una niña de doce años que se queda en la tierra luego de que Cristo se lleva a toda su familia en el Rapto». También está a la espera del estreno de Princesita, la película que escribió junto a la directora de Joven & Alocada, Marialy Rivas, «que —supongo— se estrenará el año que viene».

Por mientras es becaria en la Universidad de Nueva York en un curso de escritura creativa, al mismo tiempo que lleva tres semanas entre los libros más vendidos y extraña, digamos, los días que vendrán.

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No te ama
Camila Gutiérrez
Plaza & Janés, 2015
130 p. — Ref. $9.000

Amor según el evangelio de Camila Gutiérrez

Sobre el autor:

Felipe Ojeda (@paniko).

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