Cristóbal Salom en primera persona
Cristóbal Salom es colorín y ex guitarrista de las bandas Operación Daisy, Granada y Aeroplano. También estuvo en el armado del sonido de los comienzos de Portugal, cuando todavía se llamaban Rocket. Lo más seguro es que hayas estado en una fiesta en Bar Loreto, Bar Constitución, Amanda o El Clan, con él pinchando discos. Ahora prepara un disco en solitario, que adelantamos más abajo, y acá cuenta qué se trae entre manos para este año.
—Creo que el mejor recuerdo que tengo de los proyectos que mencionas es Aeroplano. Lo pasamos muy bien, éramos bien amigos y la música que hicimos aún me gusta, cada vez que la escucho siento que hay algo muy sincero.
Éramos chicos, teníamos 22-23 años, y lo entretenido es que fue todo muy fresco: el disco lo hicimos en cuatro meses y entramos a grabar, creo que por eso refleja algo muy natural. Luego de un tiempo, la banda se disolvió, los integrantes tomamos distintos caminos y el tema quedó ahí. Pero me llevo los mejores recuerdos de esa época y lo mejor es que el disco que lanzamos durará por siempre.
—A Rocket, banda que actualmente se llama Portugal, la conocí por el 2002, ya que en mi primera banda, que se llamaba Operación Daisy, nos invitaron a tocar varias veces a San Antonio y cada vez que íbamos lo pasábamos increíble e hicimos una amistad con ellos.
Me empezó a llamar mucho la atención Portugal y su sonido, me parecía interesante y original, era algo que no había escuchado en Chile. Así que luego de oír algunas maquetas les propuse producir dos canciones junto a Pepe Lastarria. Eran “Dónde debo estar” y “Uhu” en sus primeras versiones. Estos temas están incluidos en el disco Viajes de memoria (2010) de la banda, y fueron re-grabados para el LP, pero mantienen la misma esencia y arreglos de los primeros singles que trabajamos con Pepe.
Luego de eso Rodrigo Sáez grabó las baterías del single “Cuarto Centenario” y varias otras de mi disco.
—Con Granada no pasó mucho, tampoco tuvimos la intención de que fuera algo más que ensayar y grabar las canciones que teníamos. Lo entretenido de ese proyecto fue que grabamos el disco en cintas, completamente análogo y en 8 tracks, lo cual entrega un color distinto a los álbumes, era sin duda una experiencia romántica que tenía que vivir.
¿Te aburriste de la democracia de las bandas?
—La verdad es que sí. Más allá de un tema artístico, es por lo difícil que es llevar proyectos con tanta gente. Siempre son muy distintos todos y con los años es muy difícil coordinar horarios y actividades. Las prioridades nunca son iguales para todos, entonces se va haciendo cada vez más complicado. Además, quise cantar y componer completamente solo, lo cual en las bandas en las que participé —luego de Operación Daisy— era algo que no se daba.
Grabábamos, producíamos y distribuíamos nuestros discos, armábamos nuestros shows, hacíamos todo nosotros
Siempre la composición fue de manera colectiva, pero quería volver a enfrentarme a la guitarra de palo y volver al oficio de construir canciones individualmente. Necesitaba más intimidad y poder escribir sobre temáticas más personales.
En todas esas bandas donde estuviste siempre publicaron de manera independiente siendo que trabajaste dentro de un sello discográfico grande. ¿Cuál es tu rollo con la independencia?
—Siempre he estado acostumbrado a trabajar de manera independiente. Cuando era chico y tuve mi primera banda, éramos parte de un circuito totalmente auto gestionado, ligado al concepto “hazlo tú mismo”, principalmente porque estuvimos ligados al hardcore punk y sus prácticas. Era lo normal, nadie se cuestionaba si existían o no los sellos, tampoco los medios: grabábamos, producíamos y distribuíamos nuestros discos, armábamos nuestros shows, hacíamos todo nosotros, nuestra forma de trabajar estaba ligada al underground, no conocíamos otra manera de hacer las cosas.
Luego con Aeroplano, también fuimos independientes, pero de a poco fuimos conociendo más sobre la industria y los medios, aparecimos en prensa y sonamos en radios, pero no firmamos con sellos, la banda duró muy poco, creo que menos de 2 años, no alcanzamos a concretar algo así.
Yo valoro mucho la independencia y sus prácticas, es algo que he hecho siempre y es parte de mi esencia, ha sido mi forma de trabajar desde que estoy metido en la música. Aún así, creo que es un camino de mucho esfuerzo, en donde se trabaja a pulso y muchas veces eso te limita, sobre todo por el poder mediático y de distribución que tienen las discográficas. Aún así creo que es una experiencia que hay que vivir.
Ahora, trabajando en un sello multinacional me di cuenta cómo funcionan las compañías y de verdad que es un gran aporte para potenciar el trabajo de un artista y una herramienta que te permite avanzar, siempre que no influyan en tu música, porque a eso sí me opongo en un 100%. Lo artístico lo deben ver siempre los músicos y sus productores, nada de ejecutivos metidos en el estudio con intenciones de dirigir el camino musical del álbum, ya que de esa forma el proyecto toma otro color y pierde su ingenuidad.
Vi que para tu primer disco solista te acompañaste de Claudio Quiñones (responsable de discos de Nicole, Bitman y Roban, Supersordo, La Pozze Latina, Fiskales Ad-Hok, Solar y Javiera y Los Imposibles, entre otras bandas) en la producción. ¿Cuál es tu disco favorito de los que ha trabajado él?
—Creo que Play (1997) de Solar, en el que Quiñones trabajó en los singles. Tiene grandes canciones y un gran espíritu, además me recuerda a esos años.
¿Cómo deciden trabajar juntos?
—Con Claudio éramos colegas en Atómica, un centro de post producción, Claudio aún trabaja en el área de sonido como productor musical. En ese lugar nos conocimos y nos hicimos muy amigos. En los ratos libres, me iba a los estudios de grabación y compartía con él. De a poco fui conociendo su historia y en los discos que había trabajado y me llamó mucho la atención su trabajo.
Durante esas idas al estudio, tomaba la guitarra que había allá y empezaba a tirar algunos acordes y melodías, sin ningún fin, era algo que me estaba naciendo. Lo que sí siempre hacía era registrar estas ideas con mi celular para que no se me olvidaran.
Luego que tenía algunas se las fui mostrando a Claudio. A él le parecieron buenas y encontró que tenían potencial. Eso me motivó mucho a querer concretar algo y le propuse que fuera el productor del disco. Y el aceptó. Así que grabamos unos demos en mi casa, sólo con voz referencial y guitarra acústica para así tener los esqueletos de las canciones y fuimos armando las canciones en Atómica.
Así llevamos un año trabajando, ha sido un proceso lento y esforzado, pero realmente muy gratificante, lo mejor es que ahora estamos en la etapa final. He aprendido muchísimo durante este año trabajando con Quiñones, de él y de su forma de ver la música. Ha sido una gran experiencia, es mi primer disco solista y el primero también en el que trabajo codo a codo con un productor musical en cada una de las canciones.
Así salió tu sencillo nuevo “Cuarto Centenario”, que leí que era la calle donde vivías cuando niño. ¿Qué historia hay detrás de la canción?
—”Cuarto Centenario” era la calle donde vivía cuando niño, en un condominio de muchos edificios, lleno de jardines y áreas verdes, en donde hice mis primeros amigos y vida de barrio. Lo pasábamos increíble, imagínate que tienes 5 ó 6 años y estás rodeado de quince o más niños de tu edad en un lugar lleno de árboles, flores y mucha energía.
La canción es un viaje a esa época, es una radiografía de mi infancia. Creo que fue el ciclo que me marcó para siempre, tuve una infancia muy feliz, en donde el barrio, mis amigos, mi familia y la música eran todo. Es algo que quise retratarlo en una canción y disco. Esas palabras significan mucho para mí. Es un tributo a lo genuino y real, lo que es propio de la niñez.
Para cerrar, ¿cuántos temas va a tener tu disco solista y cuándo sale?
—El disco tendrá alrededor de ocho canciones y su nombre será Cuarto Centenario, al igual que el primer single. Creo que estará terminado para principios del 2013, pero antes lanzaré sencillos para descargar.
Acá puedes escuchar el adelanto del disco en solitario de Cristóbal Salom, producido por Claudio Quiñones y grabado por los músicos Richi García (guitarras), Claudio Quiñones (teclados), Rodrigo Sáez (batería), Simón Artigas (segundas voces) y Cristóbal en voz y guitarras.