Reseña de Datarock en el teatro Teletón
¿Cuál es la idea de poner en una entrada que el show empieza a las 21 horas cuando empezará a las 23, con suerte? Porque a la hora señalada oficialmente para la mayoría había sólo un guardia en la puerta enrejada del Teatro Teletón, una decena de jóvenes lateados sentados en la acera y alguno que otro famosillo caminando de un lado a otro haciendo llamadas para ver si alguien podia explicarle algo.
Porque después al revisar las redes sociales, obviamente todos los periodistas “especializados” sabían de antemano que esto era fiesta nocturna y no concierto tradicional, pero bueno, no todos fueron tan “especializados” para alcanzarse a enterar.
¿Porque cuál es la idea de promocionar algo como un concierto en un teatro cuando es más un espectáculo de bar del sector Oriente? Claro, tiene total lógica cuando vemos el estilo musical del grupo en cuestión y del público objetivo que aspira la cerveza auspiciadora del evento, pero no sé si los pacientes y estoicos chicos que querían escuchar música (y disfrutarla) lo comprendieran estando amarrados a la reja como suelen ser los conciertos (y no las fiestas). Era la noche del debut adelantado de Datarock en nuestro país, el primero de los sideshows de Lollapalooza, el gran festival musical que hemos estado esperando, y había más cerveza que certeza. Hasta pensé que era un problema mío el que me gustaran sólo las canciones.
¿Cuál era la gracia finalmente de ver a Datarock? Si finalmente no van a cambiar el mundo, son una banda bailable más y no sé si en 20 años más alguien va a estar haciendo compilados con su música. Al demonio con los 20 años: Datarock es un buen momento en vivo desde que abren la cortina teatral. Histrionismo de escenario que se traspasa a la interpretación de sus canciones, desde Give It Up que abrió los fuegos, pasando por las sabrosas Night Flight To Uranus, True Stories y Back In The Seventies, donde el vocalista Fredrik Saroea con unas simples preguntas dejó en evidencia que la mayoría del publico presente nació después de 1980. Y eso se notó no sólo en el entusiasmo saltarín de un público que se fue entregando dejando la timidez de lado, sino también en la misma presentación, con proyecciones de películas ochentenas del Rat Pack, como Pretty In Pink, Breakfast Club y Maniquí. Había que bailar como en esas escenas, parecía, junto a los temas sacados de sus primeros dos discos, Datarock (2005) y Red (2009), y todo alcanza su peak absoluto cuando empieza a sonar el hit “Fa-Fa-Fa”. Hasta que Saroea anuncia que van a tocar nuevas canciones.
¿Cuál es la idea de apagar todo con temas que no conoce nadie? ¡Si íbamos tan bien! Pero una de las fortalezas de Datarock en vivo es que siquiera la ignorancia sobre su nuevo trabajo, o la poca gente que puede haber en un concierto o lo indolentes que son los hipster de vez en cuando (que pareciera que les cuesta hasta aplaudir), ellos prenden: se tiran al escenario, bailan con la gente, pierden hasta sus lentes característicos en el intento, pareciendo que se les va la vida en ello y mientras sea así, van a disfrutarlo. Y si a eso lo sumamos que canciones como su nuevo single “California” son inevitablemente pegajosas, o que pueden salir con la sorpresa de cantar en versión karaoke “Time Of My Life” de Dirty Dancing, la performance en vivo sigue siendo la clave de su éxito.¿Y cuál vendría a ser la conclusión después de todo esto? Datarock es de esos shows que vale la pena ver en este Lollapalooza que se acerca a velocidad de la luz. No van a cambiar el mundo, pero a quien le importa como va a seguir el mundo. Mejor vamos a bailar.