Dave Matthews Band: Mojar la camiseta

por · Octubre de 2010

Seek up, Shake me like a monkey. Dave Matthews Band juega en equipo. Cada parte funciona como el soporte de una mega estructura. Corte todo el cliché de esa frase y exprima el peso del show dividido entre la improvisación colectiva, donde todos tienen la libertad de hablar con sus instrumentos, como en una jam […]

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Seek up, Shake me like a monkey. Dave Matthews Band juega en equipo. Cada parte funciona como el soporte de una mega estructura. Corte todo el cliché de esa frase y exprima el peso del show dividido entre la improvisación colectiva, donde todos tienen la libertad de hablar con sus instrumentos, como en una jam band, como alguna vez lo hizo Grateful Dead. Cada cual brilla a su medida. Sin ahogarse por la figura de un líder. Aunque esa imagen sobre el final, con toda la banda mirando al batero Carter Beauford, dice harto.


Ahí están los pasajes de bluegrass a lo John Hartford. Con Dave Matthews gastando el escenario con sus suelas de cuero, con los vaqueros empapados después de Crash into me, Seven y Don’t drink the water. Fue como ver al mismo Matthews de Woodstock ’99, inquieto frente al micrófono, con el vozarrón sangrante y con la camisa empapada hasta la última costura.

You might die trying. A su derecha está Stefan Lessard, un bajista de aquellos, que no le despega la mirada a Beauford; seguido de la muralla de vientos con Rashawn Ross, que cuando suelta su trompeta con sordina hace segundas voces; y el virtuoso del saxo Jeff Coffin, que en algunos pasajes toca dos a la vez.

Con una polera de Marvin el marciano de Looney Tunes, Tim Reynolds dispara la pirotecnia de su guitarra en Proudest Monkey. Slide y tapping, antes del primer gran coro, en Satellite, donde los casi 9 mil asistentes del Movistar Arena se lucieron como fanaticada.

Dancing Nancies, Grey street y otro hit: #41. Y de nuevo la-mitad-del-Epcot se transforma en un coro. Acompañando a esa voz intacta y gastada de Dave, donde ya poco importó el protocolo de los asientos con la fanaticada desatada en primera fila, y donde Coffin resucitó las notas cónicas de LeRoi Moore.

Why I am, Crush. Un sonriente Boyd Tinsley sale al frente con un solo de violín después de la intro de Lessard. Parece doblar el arco cuando los focos iluminan sus notas. Lying in the hands of God, Write a song, Jimi thing. Y la última tripleta de las primeras 2 horas y 50 de show: You & me, Water into wine y Ants marching, con una jam estirada sobre el final.

Como se repitió en la mayoría de la gira Sudamericana, para el bis aparece Dave Matthews solo con su guitarra y mete una balada de su cosecha solista. Some devil. Con una nueva camisa seca.

Pero están todos cuando Jeff Coffin parece tocar con un tanque de oxígeno sobre Time bomb, que es de las pocas canciones del Big Whiskey and the GrooGrux King (09) que colaron en un show de poco más de 3 horas y 15 minutos, que cerró con Two step del excelente Crash (96), con Carter Beauford iluminado y transformado en una máquina de precisión, sincronizando sus globos de chicle con la doble pedalera (que se guardó para el final) y varios trucos más bajo la manga. Parece que el tiempo no pasa en esta banda.

Dave Matthews Band: Mojar la camiseta

Sobre el autor:

Alejandro Jofré (@rebobinars) es periodista y editor de paniko.cl.

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