Entourage, la película, reafirma que ser famoso y estar rodeado de tus amigos de la infancia puede no ser de lo más profundo, pero sí insuperablemente divertido, muy pop, delirante y americano.
Si en Somewhere (2010) Sofía Coppola relataba el vacío y el aburrimiento de una estrella de cine, en Entourage, Doug Ellin, el director y creador de la serie original de HBO, reafirma que ser famoso y estar rodeado de tus amigos de la infancia puede no ser de lo más profundo, pero sí insuperablemente divertido e inestimable.
La historia de la película se despliega con la moral de un visitante adolescente en la mansión Playboy, aunque, como buena parte de las cintas derivadas de series de televisión, Entourage se aprecia ponderadamente como un capítulo extendido, solo para fanáticos y a ratos innecesario, aunque —a dios gracias— sin caer en la chabacanería de cualquier entrega sarnosa de Scary Movie. Acaso el mensaje más importante de Entourage es sobre cómo sobrellevar un bromance con tus amigos del barrio en la Santa Sede de la vanidad y las mezquindades, siendo esa tesis la que sostiene los casi cien minutos de duración de la cinta.
El séquito compuesto por Vince (Adrian Grenier), Eric (Kevin Connolly), su hermano, y también actor, Johnny (Kevin Dillon), y Turtle (Jerry Ferrara), enfrentan la decisión del recién divorciado Vince de querer dirigir una película que además protagoniza, obra ambiciosa y personalísima que es avalada por su ex representante, ahora alto ejecutivo de un estudio: Ari Gold (Jeremy Piven), por lejos quien se come con zapatos a todos los demás personajes a voluntad de una personalidad al borde de lo psicopático, lo destemplado y lo cínico con sus brutales salidas de madre.
La película en discordia aún se encuentra en proceso de post producción debido a las inseguridades de Vince, inseguridades que se suman al desconcierto de tener que tratar con el ignorante y ladino hijo (Haley Joel Osment) de un quisquilloso financista del estudio (Billy Bob Thornton). Un pequeño fanfarrón que anticipa que la ópera prima de Vince no puede ser estrenada sin antes hacerla desde cero.
Si alguno de los personajes de Cuenta conmigo (1986) hubiera desarrollado una carrera actoral después de consumir horas de realities espurios de MTV y de tener Diarios de Andy Warhol como libro de cabecera, este sería el resultado más próximo; como si se tratara de una hermandad de treintañeros de clase obrera fotografiados por David Lachapelle, tal vez menos grotesco y glam, pero siempre muy pop y delirante y americano.