dir. Bernardo Quesney y Milton Mahana
El asunto es no dejar a nadie indiferente. Ahí se mide la grandeza de todo: si lo amas, si te encanta, si lo odias y te irrita, si te causa envidia, nostalgia, pena o desesperanza. Lo bueno, aunque te parezca malo, no pasa desapercibido.
Dënver estrenó ayercito el video del segundo single de Música, gramática, gimnasia: Los adolescentes. Pum, el clip no pasó piola: está filmado muy bonito con niñas y niños bonitos, bajo luces y sobre paisajes bonitos, en situaciones bonitas, y eso enoja a la gente. Enoja -y con resentimiento, un resentimiento amargo, inentendible- bajo un argumento medio falaz. Acusan a los directores (Bernardo Quesney y Milton Mahan) de copiar violentamente al video de Bombay, el primer single del último disco de El Guincho. Sí, se parecen. Sí, los recursos son casi iguales: muchas situaciones simultáneas en planos y secuencias rápidas, todas muy culísimas y absurdas, pos-posmodernistas, como diría alguien. Pero parece que los tiempos no están para influencias ni referencias. Originalididad total o muerte.
Con una lágrima cayendo por la mejilla uno mira hacia atrás y ve esos tiempos colectivos en que lo que era parecido no era una copia, sino que sólo compartían el espíritu, las intenciones. Hoy lo parecido es copia, lo no-original es basura. Dios, ¿es que nadie se dio cuenta que el arte es una cazuela, que sólo cambia la preparación y cómo se sirve en el plato, pero que siempre va a ser una cazuela?
Un video sobre la adolescencia y los adolescentes, que hace sentir viejos a los viejos y jóvenes a los jóvenes, y pone todo en su lugar.