Dënver: Por favor, rebobinar

por · Febrero de 2014

Tras un breve receso el dúo pone en la mira al sucesor del accidentado Fuera de Campo.

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Fotos: Diego Palma y Felipe Ojeda

Ahora es septiembre de 2013 y Milton Mahan y Mariana Montenegro están en Guadalajara, México. Dënver ya no existe o dará sus estertores terminales en el festival RMX 212 en Paseo Chapultepec. Ahí, comparten cartel con chilenos como Los Tres, Astro y Los Tetas. Toman desayuno en un hotel. Están obligados a conversar. Pero se detienen en una imagen: Álvaro Henríquez y Ángel Parra bajan a desayunar y no se miran. Menos se saludan. Los separan al menos diez metros de distancia.

—No podíamos terminar como ellos.

Milton Mahan reflexiona desde el patio de un estudio de grabación que se esconde tras una floristería en Ñuñoa. Responde solo. «Yo creo que la Mariana (Montenegro) no viene, lo debe haber olvidado». Hace pausas al hablar, mira las piedras del suelo o se ayuda de una cerveza para tratar de descifrar los orígenes de ese arrebato que casi acabó con Dënver.

Aspira una bocanada de humo de su cigarro y recuerda:

—Fue casi como comenzar desde cero.

***

Julio de 2013.

Dos días antes del lanzamiento físico de Fuera de Campo (2013, Precordillera), el sello Feria Music le avisó a Dënver que las copias no estarían listas para la presentación del disco en un Teatro Cariola repleto. La excusa: el máster de la placa se dañó cuando iba camino a Estados Unidos. «Puta, ¿cuándo vamos a volver a juntar a novecientas o mil personas en un lugar para que compren un disco?», reflexiona hoy Mahan, mientras Felicia Morales pasa como un extra entre el decorado y alguien toca una melódica.

Hace algunas semanas Feria Music se declaró en quiebra. El espectro de músicos perjudicados es amplio: desde Álex Anwandter y Francisca Valenzuela, pasando por Alberto Plaza, hasta 31 Minutos y Los Tres. Incluido Dënver.

—Todavía nos deben regalías del Música, Gramática, Gimnasia (2010, Cazador). Yo creo que nunca vamos a ver esa plata.

Estuvimos en hartos sellos. Sentíamos que nadie hacía bien la pega y finalmente teníamos que hacer gran parte del trabajo nosotros.

En esa dirección, ¿su sello Precordillera es una declaración de principios?

—Estuvimos en hartos sellos. Pasamos por Neurotyka, Cazador y Feria Music. Sentíamos que nadie hacía bien la pega y finalmente teníamos que hacer gran parte del trabajo nosotros. Mejor tirarnos a la piscina y hacer lo habitual. Siempre hemos tenido que jotear a los sellos para que hagan las hueás y nunca lo hicieron.

¿Cuáles son las expectativas que tienen con Precordillera?

—Puta, altas igual. Ahora estamos terminando de mezclar el disco de Prehistöricos, que tiene que salir en abril. Casualmente, soy el productor. Viene de cerca, pero está muy bueno. Me sorprendió. Conocía lo que venían haciendo, pero cuando comenzamos a trabajar lo pasé muy bien. Es un tremendo disco.

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Septiembre de 2013.

«Dënver ha decidido tomarse un receso, Mari y Milk seguirán por separados sus caminos. Milk como líder del proyecto seguirá en la ‘industria’ musical pero con nuevos proyectos, así que nuestras últimas fechas en vivo serán Guadalajara y DF, ya veremos que depara el futuro, gracias a todos los que nos acompañaron en esta travesía. Atentamente Dënver».

«Para que se queden tranquilos y disculpando si se produjo confusión. Dënver seguirá existiendo, nos vamos hoy a México a tocar todo lo que podamos y presentar Fuera de Campo. En Chile haremos algunos shows importantes agendados hace tiempo. Luego de eso, Mariana dejará Dënver, si existirá con ese nombre o con otro es algo que está por verse, así como la vida misma. Los queremos. Milk y Mari».

Luego de los mensajes publicados en las redes sociales de la banda vendría una nota en La Tercera donde Milton y Mariana se destruyen mutuamente y las burlas en Internet y los «yo el único Dënver que conozco es el dinosaurio» y el apodo «Milk» y los mensajes de los fans que creían poder explicar parte de sus vidas a través de sus canciones y el intento calculado de acidez de un programa de radio y la sospecha, generalizada, de que Mahan era el déspota en una historia que, antes del quiebre, era demasiado ideal para ser cierta.

—Hay gente que nos decía «no, ustedes hicieron esto como una estrategia de marketing». Y no fue así. Todo lo contrario. Yo creo que hay mucha gente que todavía cree que Dënver se separó. Porque fueron muchos más los que se enteraron de la separación que de que seguíamos. Fue un arrebato. Pero está bien, es el karma que tenemos que cargar. Pero la cagó, tal vez a corto plaza nos funcionó como prensa pero a largo plazo nos perjudicó. Lo hecho está hecho, como diría Shakira.

¿Cómo fue el día en que anuncian la separación para ustedes?

—No sé, ni siquiera me acuerdo…

¿No te acuerdas o no quieres acordarte?

—Una mezcla, una mezcla. Fue un día muy raro, un día muy raro en mi vida. Un día lo contaré entero, pero no va a ser esta la ocasión.

La gente que tiene la maldad adentro se dio cuenta de que yo era el malo y les gustó. Pero la gente que lo veía con más pena, probablemente empatizó con Mariana. Pero yo ahora estoy súper bien con Mariana, me da lo mismo si toman bandos.

«No me interesa eso de andar creando un personaje», dijiste a propósito de la separación y tus declaraciones luego del anuncio, ¿sientes que quedaste como el malo de la película?

—Sí, obviamente que sí. La gente que tiene la maldad adentro se dio cuenta de que yo era el malo y les gustó. Pero la gente que lo veía con más pena, probablemente empatizó con la Mariana. Pero yo ahora estoy súper bien con la Mariana, me da lo mismo si toman bandos. Es divertido igual. Porque es gente que empatiza caleta, dicen «no, lo que dijo el Milton, está todo bien, él hacía todo entonces se deshizo de la Mariana». Otros decían «no, él no le puede decir esto a la Mariana». Es divertido.

¿Leíste algo esos días?

—Nada, justo nos fuimos a México. Salió un programa que todo el mundo comentada después…

Un país generoso de radio Zero…

—Sí, nunca lo he escuchado. No teníamos tiempo, estábamos en México. Y ahora para qué lo voy a escuchar. Además, me carga. No ando buscando noticias de nosotros. Trabajo caleta. Estoy trabajando en lo de Prehistöricos, Juan Pablo Abalo, Maifersoni. Incluso, a veces siento que dejo medio botado a Dënver.

Dënver2

¿Qué papel jugó el viaje a México para que Dënver siga?

—Fue importante igual porque estar de viaje te obliga a estar con la otra persona, entonces nos ayudó para limar varias asperezas. Fue un viaje súper bueno. Carreteamos. Estuvieron muy buenas las tocatas.

¿Influyó también lo que se decía de ustedes en redes sociales?

—Sí, nos escribieron cosas muy bonitas. En México, una pareja de pololos, nos entregó una carta de dos hojas con letra muy chica con las razones de por qué no nos podíamos separar. Del estilo «si no hubiese sido por ustedes no estaríamos juntos». Igual, no sé por qué la gente se junta a escuchar Dënver. Yo siento que no es romántico. La gente es masoquista. Nos llegaron muchas cosas, uno ahí se pone emo.

¿Todavía viven juntos con Mariana?

—No, eso fue como una cuestión inmediata. Creo que nos ha hecho muy bien. Es cuático vivir con alguien que trabajas, es duro. No es sano. Ahora nos echamos de menos. O sea, hueón, si los hermanos cuando viven juntos se sacan la chucha era obvio que nos íbamos a pelear. Ahora nos vemos sólo dos o tres veces a la semana cuando ensayamos y es bacán verla.

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Junio de 2013.

El sucesor de Música, Gramática, Gimnasia, Fuera de Campo cargaba con el peso de tener un antecesor exitoso. Quizás, la placa nacional que mejor representaba esa idea que implantó El País de España: «Chile, nuevo paraíso del pop». Ante las expectativas, tomaron el camino difícil. Mahan y Montenegro optaron por hacer un disco complejo. Difícil de escuchar. «Hay canciones más largas, complicadas. Es mucho menos pop que lo que habíamos hecho antes y eso tiene su riesgo. Queríamos hacer algo denso», dice mientras toma cerveza.

En Fuera de Campo se alejan de los sonidos más electrónicos de Música, Gramática, Gimnasia. Suena más instrumental, más soul, incluso, más rockero, ¿pensaron el disco para tocarlo harto en vivo?

—Uno no piensa tanto eso, depende más de las invitaciones que te lleguen. Generalmente, no somos una banda que adoremos tocar en vivo, somos más una banda de estudio. Pero si llegan invitaciones, todo bien. Creo que Fuera de Campo es un disco más denso. Música, Gramática, Gimnasia era mucho más oreja, más pop. Este nuevo disco intentamos alejarlo de eso, con los riesgos que eso significa.

Dice que siempre quisieron hacer un disco más orquestado. Que los arreglos de Totoral (2008, Neurotyka) y Música, Gramática, Gimnasia fueron ensayos de lo que finalmente se escucharía en Fuera de Campo. Aunque también hay algo que cambia y se quiebra. «Hay una forma de componer que es distinta y no estaba tan presente en los otros discos. Eran mucho más pop, más estructurados en cuanto a estrofa, coro, estrofa. En ese sentido, intentamos arrancar un poco de eso».

Antes, en los tiempos de Totoral y Música, Gramática, Gimnasia, Dënver mostraba una timidez casi litúrgica, tan encantadora como, a ratos, desesperante. Ahora, desde el lanzamiento de Fuera de Campo en el Teatro Cariola se ven más sueltos. Coquetean, bailan y hablan más en el escenario. «No sé si se nos ha quitado la timidez, de repente sabemos plantearnos mejor sobre el escenario y eso te lo va dando cada situación», dice Mahan mientras se toca el cabello, ahora platinado.

También hay una propuesta nueva en el escenario, ¿la buscaron en Fuera de Campo o se les ha pasado la timidez con el tiempo?

—Somos tímidos de por sí y nuestra música es muy introspectiva. Muy de dormitorio. Ahora, claro, inventamos juegos con Mariana. También, a medida que uno toca más, va entendiendo qué cosas funcionan y qué no. Al final, tenemos que ser parte de un show. Aunque tratamos de hacer un show en la medida de que nos sintamos cómodos con lo que hacemos.

En esa línea, ¿crees que funcionan más en lo íntimo que en la masividad? ¿Te ves tocando en un Caupolicán, por ejemplo?

—No es que no me vea. Me gusta tocar frente a públicos masivos porque es distinto, es otra la experiencia. Pero me gustan ambos. Tanto el masivo como el íntimo tienen sus cosas a favor. No sé si estamos buscando llegar a un Caupolicán, creo que estamos bien lejos de eso y sobre todo con este disco, que intenta ser más íntimo. Me acomodan los dos si todo lo técnico está bien.

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Una guerra adolescente en la provincia es el hilo conductor de Fuera de Campo. El pueblo chico puede ser intercambiable, no así la violencia. En la nueva placa de Dënver, Mahan profundiza las letras crueles y oscuras que dieron sus primeros destellos en Música, Gramática, Gimnasia. Asesinatos, adolescencia, timidez, violaciones, tragedias y cadáveres son algunos de los conceptos que se repiten en el imaginario de Dënver. La realidad exacerbada puede llegar a destilar violencia.

«Un chico que explota en medio de la cancha y apenas lo notas. Hay trozos por tu espalda y no entiendes nada», cantan en “Revista de Gimnasia”.

«Del invierno al verano, renovados soldados me están apuntando. Y he soñado que salimos, que ya no sentimos frío y flotamos por el río», dice la letra de “Concentración de Campos”, que cantan junto a Cristóbal Briceño de Ases Falsos.

«Le traficamos drogas a menores, para que no se den cuenta que están muriendo sus chicas y que las hay lindas incluso descompuestas», dice Mahan en “El árbol magnético ataca por sorpresa”.

Tratamos de rescatar de la literatura esa magia que no es mágica. Siempre he dicho que Andrés Caicedo reinventó el realismo mágico e hizo un realismo mágico real, que no es este realismo mágico colombiano donde hay monos en la ciudad.

En Fuera de Campo profundizan este relato perverso y oscuro. Hay una preocupación especial por las letras, ¿qué lecturas te han ido influenciando para escribir?

—Siempre me ha influenciado la literatura a la hora de hacer letras. Recuerdo haber leído en el colegio Casa de Campo de José Donoso y no es casualidad que, por ejemplo, en el disco esté mencionada muchas veces la palabra campo. Es un libro que juega con esa dicotomía, entre algo medio naif y perverso. Hay algo de eso en el Fuera de Campo. Sin citar necesariamente el libro, pero sí en la forma de contar las cosas. Por lo mismo, en comparación al Música, Gramática, Gimnasia, este disco es mucho más abstracto en cuanto a las letras. Es más denso. Hay otro escritor que a mí me gusta mucho y es Andrés Caicedo. Un colombiano de los años setenta que estaba en contra del realismo mágico.

MacOndo…

—Si tú lees sus libros, claramente está en contra del realismo mágico. Y como una forma de escapar y de darle una especie de magia a sus libros, utiliza las drogas. Ahí de repente igual cae en cosas mágicas, pero no es gente volando con alfombras voladoras como lo haría Gabriel García Márquez. Es súper urbano para contar sus historias, hay sicarios o jóvenes que parten un carrete escuchando a los Rolling Stones y terminan a las seis de la mañana bailando salsa y jalando cocaína. Eso tratamos de rescatar de la literatura, esa magia que no es mágica. Siempre he dicho que Andrés Caicedo reinventó el realismo mágico e hizo un realismo mágico real. Una teoría que inventé yo. Que no es este realismo mágico colombiano donde hay monos en la ciudad o te topas con un tigre, que es la visión que se tenía en los años setenta de América.

Esta hueá excesivamente folclórica…

—Claro, en cambio este hueón lo impregnaba de una magia que finalmente era poética, no era «puta, somos el Tercer mundo, vivimos todavía en la selva». Tratamos de contar estas historias súper urbanas de San Felipe, donde hay soldados que se mueren, pero son historias reales. Por ejemplo, en “Mejor mas allá”, donde tomamos el caso de Pedro Soto Tapia, que era un conscripto que desapareció y era muy real. Pero, a la vez, no nos interesaba hacer un discurso político. Frente a esto, tú le pones un poco de poesía. Ahí va saliendo una historia que tiene esa magia, pero es todo real.

Esta guerra adolescente que se libra en Fuera de Campo y lo perverso que vimos también en el Música, Gramática, Gimnasia son muy testimoniales de los pueblos chicos, ¿cuánta oscuridad y violencia existe escondida en la provincia?

—Hay harta, de verdad harta. El caso de Pedro Soto Tapia yo lo viví muy de cerca porque para San Felipe fue súper fuerte. Además, fue la primera vez que uno veía a la ciudad en las noticias y en la tele. Ver en Tele13 la Alameda de Maipú o el regimiento.

Fui al funeral de Pedro Soto Tapia, que lo hicieron con un par de osamentas. Son cosas que la gente de Santiago vio así como «ah, otra persona que mataron». Pero para nosotros en San Felipe fue súper fuerte.

Dicen que la televisión sólo llega a la provincia cuando hay crímenes brutales o algún récord como el pastel de choclo más grande del mundo. El nombre que se repite como una obsesión para Milton Mahan es Pedro Soto Tapia. El conscripto que desapareció sin dejar rastro del Regimiento Yungay de San Felipe; del que sólo se encontraron osamentas. «Dentro del regimiento, un conscripto se rompe en silencio», escribió Mahan en “Mejor más allá”.

—Yo fui al funeral de Pedro Soto Tapia, que fue muchos años después, cuatro o cinco años, y lo hicieron con un par de osamentas. Lo metieron en un cajón chiquitito como de guagua. Encontraron un pedazo del brazo, de la pierna y sería. Estaba todo San Felipe metido en la catedral y estaba la tele. Nosotros fuimos y el cajón estaba cubierto con la polera con que jugaba fútbol. Son cosas que la gente de Santiago vio así como «ah, sí, otra persona que mataron». Pero para nosotros en San Felipe fue súper fuerte. También estaba el padre de uno de los hueones que metieron preso y cuando estaban enterrando el cuerpo se puso a gritar. Una hueá muy cuática, ¿cachai? Cantó una banda de hip hop que se llaman Los Santos, que le habían hecho una canción especial. Eso me marcó caleta.

En parte, la historia de Pedro Soto Tapia le sirvió para hablar de la gente que desaparece en un país de desaparecidos. Sin la consigna de por medio. «Estos últimos años que muchos amigos de San Felipe desaparecieron».

No puedes cambiar el mundo haciendo música. Si yo quisiera cambiar el mundo me metería a la política.

En la provincia conoces a todo el mundo…

—Claro, yo tenía amigos que vendían droga o eran traficantes y a varios de ellos los mataron. El año ante pasado mataron a un amigo, el Freddy, con el que yo siempre me devolvía del colegio porque vivíamos cerca. Lo mataron en la puerta de su casa, lo apuñalaron. Entonces era como «quiero hacer una canción que tenga que ver con la gente que desaparece». También, estaba presente “Los Dinosaurios” de Charly García. “Mejor más allá” tenía esa idea. Sin meterse en el discurso político de la hueá. Uno como músico, creo yo —es lo que siempre le he discutido a los que intentan venderte la hueá política—, no puedes cambiar el mundo haciendo música. Si yo quisiera cambiar el mundo me metería a la política. Como músico sólo puedo dar un testimonio. Puedo tener mi opinión. Pero no la expongo en la música.

No es como cantar una canción y tirar un panfleto, digamos…

—A mí esa hueá panfletaria nunca me ha gustado. Creo que hay comunistas que son buenos, como hay algunos que valen callampa. O hueones de la derecha que son buenos y otros que valen callampa.

¿Qué tan cómodo te sientes contando historias de San Felipe? Es finalmente tu experiencia…

—Cuando decidí contar ese tipo de historias, creo que quizás lo sentí como un deber. Le debía eso a San Felipe por haber vivido allá, por haber pasado muy buenos años allá y porque creía que era lo que correspondía. Tenía que cantar sobre cosas que conocía. No alzar la voz por San Felipe, sino simplemente ser uno de los tantos relatos. Hay mucha gente contando historias sobre el pueblo, pero no se saben. Están en el underground. En el verdadero underground. Que no sé si lo están haciendo otros músicos en Chile.

Mientras Milton enciende otro cigarrillo, cuenta que le interesa que la gente que va a San Felipe y ha escuchado a Dënver, se de cuenta de qué lugares están tras las canciones. ¿Dónde está la piscina fiscal? ¿Qué es el Andén 6? ¿Qué es el árbol magnético? «Me interesa que se pueda armar un relato». En minutos citará a Woody Allen y las cosas quedarán mucho más claras.

Si la ciudad es tan importante para ustedes, ¿cómo tomaron las pifias constantes al tocar en el Festival Palmenia Pizarro de San Felipe, donde fueron presentados por Pablo Schilling y Kenita Larraín?

—Lo entiendo perfectamente. Lo que nosotros hacemos es súper independiente. El cartel de esa noche eran Los Vásquez y Andrés De León. Entre ellos, nosotros. Con todo lo que quiero a San Felipe, la gente de allá, lo popular, no nos escucha a nosotros. Ahora, por ejemplo, hicieron la Fiesta de la Challa y estuvo el doble de Juan Gabriel, el doble de Shakira, no sé. Lo que nosotros hacemos no es popular, no está enfocado a la señora que trabaja en el packing y después va a ver a Andrés De León haciendo cóvers de Tom Jones.

Woody Allen hace y hace películas, nunca pensando en el público y, de repente, ¡paf! Le achunta a una. Eso es lo que intento hacer, de repente le voy a achuntar y voy a hacer algo más pop.

¿Es un error que el pop que hace Dënver sea tan difícil de escuchar para la gente común y corriente? Eso parece preguntarse Mahan, mientras se oscurece en la frontera entre Ñuñoa y providencia.

—Puede ser que con este disco nos fuimos más lejos. Pero son cosas que uno va notando después. No me interesa entregarlo tan fácil. Siento que a la gente que lo entienda y le llegue, bacán. Los otros no son responsabilidad mía. Estoy entregando un testimonio y voy a tratar de hacerlo en la forma en que puedo, que no necesariamente es la mejor forma en que quiero. Pude haber hecho este mensaje más abierto para que lo entendiera más gente, pero lo hice más cerrado. Al menos lo pasamos muy bien. Para eso tenemos más discos.

Entonces, ¿no está la idea consciente y calculada de «queremos ser masivos, hagamos un disco masivo»?

—Es que yo ni siquiera sé cómo hacer música masiva. Todavía no he encontrado la fórmula. Me gusta el pop, pero no me gusta la idea de traicionarme a mí mismo. El otro día vi el documental de Woody Allen y me gusta el sistema de trabajo que tiene, me sentí identificado. El hueón hace películas y hace películas, nunca pensando en el público y, de repente, ¡paf! Le achunta a una. Eso es lo que intento hacer, de repente le voy a achuntar y voy a hacer algo más pop. Pero, ¿buscarlo? Ni siquiera sé si lo puedo hacer.

¿Cómo toman que el reconocimiento en México y España sea mayor que acá?

—Da lata igual. Obviamente da lata que te reconozcan más afuera que en tu país, pero terminas acostumbrándote. Tú sabes que, probablemente, el disco de Los Vásquez va a ser el disco del año pero no lo podrías exportar y se va a quedar acá en Chile. Pero va a generar más plata. Igual, es bacán saber que si cinco millones de personas están escuchando a Los Vásquez y no te escuchan a ti, pero afuera sí. Te hace pensar que simplemente lo que haces en Chile no gusta tanto. Cada país tiene distintos parámetros, es muy raro.

En uno de sus viajes a España, Milton y Mariana tomaban cerveza con un periodista que no dejaba de reírse. Íñigo López no podía creer que el artículo que escribió para El País llamado «Chile, nuevo paraíso del pop» haya sido tan comentado en nuestro país. Para él, era un artículo más. Como los que escribe cada semana y ya no recuerda.

Está sentado, viste una polera blanca con rayas horizontales azules, tiene las piernas cruzadas y mira al suelo para protegerse del sol o esquivar. Mahan, según López, es de las más rutilantes «pequeñas grandes estrellas chilenas para el pop global» de la escena.

—Chile entendió cómo se tienen que hacer las cosas. Sobre todo comparado al resto de América Latina. Estamos dejando la vara alta. Nos hemos tomado todo muy en serio. A diferencia de Argentina, por ejemplo, que se ha quedado atrás y sacan discos menos profesionales. No existe esa industria que uno ve acá detrás de cosas indie. No sé, Javiera Mena saca un single y hay todo un conglomerado atrás, un buen video, buenas fotos. Si es un «paraíso» o no del pop, hay que juzgarlo con el tiempo.

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Febrero de 2014.

México, Estados Unidos y Colombia. También, España en el primer semestre. Luego, volver a Chile y sacar nuevo disco. El sucesor del accidentado Fuera de Campo. Don Draper de la serie Mad Men, lo explicaría así: «Si no te gusta lo que están diciendo de ti, cambia la conversación». Pero antes, el Festival Neutral 2014. Esa convivencia anual del sello Quemasucabeza y del pop chileno.

Después de dos años vuelven al Festival Neutral, ¿están preparando algo especial?

—Al día siguiente partimos a México, entonces nos va a servir para probar muchas cosas. Vamos a tocar en el Festival Nrmal y, aparte, vamos a hacer un show como el que hicimos el año pasado en Chile. Es primera vez que logramos exportarlo.

¿La gala?
—Claro. Probablemente vamos a preparar eso en el Neutral. También haremos cóvers o sorpresas que nos gusta incluir en nuestros shows.

 

Dënver: Por favor, rebobinar

Sobre el autor:

Javier Correa (@__javiercorrea) es periodista y coescribió «Nunca cumplimos 30. Una historia oral del Canal 2 Rock & Pop» (2018, @librosdementira).

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